Si Timochenko no rompe de manera sustentada con Iván Márquez su partido quedará convertido, ahora más que nunca, en un apéndice de las huestes salvajes de Iván Márquez y su presencia en el Capitolio nacional tendrá aún menos sentido que antes
Para eso era, quizás, la reunión Timochenko-Duque en la Casa de Nariño. Primero las garantías para el exjefe de Iván Márquez y después, exactamente 48 horas más tarde, el anuncio de Iván Márquez de que vuelve a la “lucha armada”. El presidente Iván Duque se dejó tomar por sorpresa de nuevo por la subversión. ¿Ningún servicio de inteligencia del Estado pudo avisarle que las Farc estaban preparando un golpe mediático? ¿Para qué sirven esos organismos? ¿Nadie pudo prever que iban a ridiculizar a Duque por haber firmado nuevas “garantías” al llamado partido Farc poco antes de que otra parte de esas mismas Farc anunciaran que se lanzan de nuevo a la barbarie?
¿Qué le exigirá ahora Iván Duque a Timochenko? ¿Que repudie públicamente los argumentos de Iván Márquez sobre por qué él regresa al narcoterrorismo? Eso es, en todo caso, lo menos que el jefe de Estado colombiano debería exigirle a Timochenko. Pues Iván Duque acaba de firmarle a éste una serie de garantías para que la campaña electoral de las Farc no tenga contratiempos ni sea “estigmatizada”, sin saber que otros jefes de las mismas Farc anunciarían que vuelven a su vieja tarea de mentir, estigmatizar, matar, secuestrar, desaparecer y desplazar colombianos.
Extraño acuerdo el de Timochenko y Duque. Algún día sabremos cual fue la génesis de ese encuentro tan “cordial” en la Casa de Nariño.
¿Cómo puede el pueblo colombiano aceptar que el presidente Iván Duque, por otra parte, se dé, en la Casa de Nariño, un efusivo apretón de manos y firme un “pacto de no violencia en la campaña electoral” con alias Timochenko, uno de los actores principales de la abyecta conjura que pretende llevar a una cárcel el próximo 8 de octubre al expresidente y senador Álvaro Uribe?
Las intrigas contra el presidente Uribe son controladas y alimentadas a diario, como todo el mundo sabe, por un grupo preciso: el de Santos/Timochenko/Petro/Cepeda.
En su largo y demencial discurso Iván Márquez lanzó terribles amenazas contra el Gobierno, el Congreso, las Fuerzas Armadas, los partidos, los que votaron No en el plebiscito de 2016, la prensa, el gobierno americano y no olvidó hacer otro tanto, pero con gran ferocidad, contra el expresidente Álvaro Uribe. ¿Cómo va a articular Iván Márquez su promesa de nuevas violencias contra toda Colombia y en especial contra estos sectores, con la infamia que están impulsando unos magistrados de la Corte Suprema de Justicia?
La conjura en la que participa Timochenko contra Uribe es, de hecho, un acto de gran violencia en la campaña electoral. Eso ha debido verlo Duque antes de firmar ese papel. Ahora lo es mil veces más, ahora que alias Iván Márquez anuncia que la cosa es con balas y explosivos y que la única salida es “un gobierno de transición de las Farc con todos los actores armados”.
Timochenko, así como la señora Linares de la JEP, tienen gran responsabilidad en lo que acaba de ocurrir. Timochenko no hizo nada para impedir que Iván Márquez regresara a la clandestinidad. Timochenko siempre obró para que el nuevo número dos de Iván Márquez, Jesús Santrich, fuera protegido por la JEP y pudiera huir de Colombia. Timochenko tiene sangre en las manos. Él ha sido juzgado como reo ausente y condenado por sus crímenes como jefe de las Farc en la época más brutal de esa formación armada comunista. Timochenko no ha sido amnistiado ni indultado. Si hoy está libre y hace el papel de “senador”, es por la voluntad de Juan Manuel Santos, no por haber sido elegido por el pueblo.
¿Qué papel tendrá Timochenko y su grupo del llamado “partido Farc” en el nuevo diseño que acaba de dar a conocer Iván Márquez?
Timochenko trabaja para desgastar el gobierno, para derribar el capitalismo y transformar a Colombia en una nueva Venezuela madurista, como lo dijo sin rodeos hace unos días alias Lozada, el brazo derecho de Timochenko. ¿Cómo él se posicionará ahora, tras la declaración de guerra lanzada por el grupo de Iván Márquez, Romaña, “el paisa” y Santrich?
Timochenko no puede seguir llamando “partido” al grupo que dirige si no rechaza la declaración de guerra de Iván Márquez. Él no puede tampoco hacerse el de la vista gorda, o adoptar una posición neutral. No puede haber neutralidad alguna frente a lo que acaba de hacer alias Márquez. Si Timochenko no rompe de manera sustentada con Iván Márquez su partido quedará convertido, ahora más que nunca, en un apéndice de las huestes salvajes de Iván Márquez y su presencia en el Capitolio nacional tendrá aún menos sentido que antes.
El presidente Iván Duque tiene que resolver esta problemática y dirigirse al país y tomar medidas rápidas para proteger a Colombia de los planes que Iván Márquez, con la ayuda evidente de las dictaduras de Cuba y Venezuela, tiene contra Colombia.
Sin incurrir en exageración alguna, hay que admitir que las condiciones están reunidas para que el jefe de Estado acepte que existe en Colombia un estado de conmoción interior (art 213 de la CN) y tome las medidas necesarias para “conjurar las causas de la perturbación e impedir la extensión de sus efectos”.