En la Carpa de la Familia los niños comparten su talento y su gusto por otras aficiones que también aportan a su aprendizaje y desarrollo.
Era el mismo escenario, pero con otro ambiente. Un espacio de contrastes, si se quiere, donde las caras del afán se tornaban pacientes, los gritos se cambiaban por aplausos, la desesperación por la concentración, los esprint por trazos seguros y los dale dale por la medida y la precisión en cada movimiento.
Dos mundos opuestos pero cercanos, sin barreras, sin límites, ni ninguna restricción que impidiera pasar de un lugar a otro. Mientras en la vía las bicicletas pasaban raudas, sin pausa, sin esperas de ninguna clase, corriendo contra el tiempo, en la Carpa de la Familia papás, abuelos, hermanos, hermanas, tíos y tías compartían con sus familiares desentendidos de la competencia.
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En ese rincón familiar, donde el derroche era de talento al compás del dibujo, la pintura, el canto y los juegos, unos esperaban la hora de su competencia, otros ya habían celebrado o comentado el resultado de su actuación en esta 29 edición del tradicional Clásico Nacional de Ciclismo Infantil de EL MUNDO, que se realizó este domingo en el Aeroparque Juan Pablo II, con la participación de más de cinco mil niños.
Es que eso es el Clásico Infantil, un evento pensado en la familia, que no sólo mide tiempos y distancias, que no sólo valora el esfuerzo físico y el espíritu competitivo, sino que busca, a través de un deporte tan apreciado en esta tierra como el ciclismo, abrir también un espacio de encuentro y esparcimiento que, como en el hogar, permite compartir y aprender cosas nuevas con las personas más cercanas, en un ambiente distinto, de recreación y bullicio.
“Aquí pintando en 4D (risas)”, dijo por ejemplo Mariana Ciro, una de las niñas que participó en la categoría Noviolencia, mientras que su primo Alejandro Zapata Ramírez no paraba de celebrar su triunfo en la misma categoría masculina.
“En esta carpa está la alegría”, dijo Liceth Ramírez, la orgullosa mamá de Alejandro, el jovencito que quiere dedicarse profesionalmente al ciclismo. “Es lo que le gusta”, insiste ella, “ama la bicicleta y se había preparado con juicio desde que entró al equipo Correcaminos allá en El Retiro”, desde donde salieron por ese triunfo.
Al frente, el pequeño Emiliano Muñetón descansaba junto a sus papás, luego de la “exigente” prueba de la que participó en la categoría Alegría. Mientras saboreaban un abundante almuerzo, los papás de “todo un campeón”, Daniel y Katherine, expresaron que “fue un maravilloso día, todo nos salió muy bien y disfrutamos mucho toda la jornada”.
Y al lado, la familia Medina Córdoba se deleitaba con la actuación de Wendy Córdoba, en la prueba de la categoría Libertad, en la que terminó tercera, mientras de fondo se escuchaba la afinada voz de Sara Abril Bastidas Galvis, la indiscutida ganadora del concurso de canto que amenizó la jornada. Tan afinada, que no faltaron los comentarios entre el numeroso público: “Es mejor que siga cantando, tiene futuro…”.
Pero, aunque no pudo terminar la competencia, Sara tiene claro que lo suyo es “la cicla”. “La verdad es que me ahogué, no me sentí bien, tal vez por el viaje y el clima, pero lo que a mí me gusta es la bicicleta, y voy a seguir entrenando, lo del canto lo hago más por hobby”, anotó la jovencita que viajó desde El Bordo, Cauca, para mostrar su talento en el Clásico Infantil.
Y como ellos, muchos protagonistas de esta tradicional jornada expresaron y compartieron su talento en otros gustos y aficiones, enriqueciendo el ambiente familiar que hoy más que nunca se hace necesario recuperar, fomentar y multiplicar en todos escenarios como base para sembrar un mejor futuro.