Bienvenida la nueva Misión de Sabios, pero tenemos que aprender las lecciones para no repetir los errores y sembrar frustraciones.
A poco más de seis meses de que el calendario marque el 2020, la memoria obliga a preguntarse por la promesa antiqueña de ser “La mejor esquina de América; justa, pacífica, educada, pujante y en armonía con la naturaleza”. Así se expresó la visión de competitividad derivada del trabajo que lideró el Planea a la luz de la Ordenanza 012 de 1998, en la administración de Alberto Builes, y en cuya construcción participaron representantes de más de 600 instituciones entre públicas y privadas. Dirán los pesimistas que nos quedamos en un rincón, mientras algún optimista pensará que estamos cerca.
Sin duda, algunos de los ingredientes que se requerían para alcanzar la visión se abonaron en el camino, mientras muchos otros se abandonaron. El Planea, cuyo motor inicial fue impulsado por Gilberto Echeverri Mejía, desapareció formalmente en 2014, aunque desde antes varias de las organizaciones habían abandonado el barco. Su tarea era precisamente la de coordinar las acciones públicas y privadas para encausar los aportes de la academia y los sectores sociales en la dirección que se había concertado en un ejercicio sin precedentes, superando los intereses particulares en favor del sueño colectivo.
En buena medida ese sueño tenía como aliento animar las ideas y las corrientes del pensamiento en la dirección de redistribuir la riqueza y propiciar mejores oportunidades para todos con el conocimiento como objetivo esencial, valorando los procesos de educación y respetando la naturaleza. Una sociedad del conocimiento en procura de una mejor calidad de vida para los habitantes de todas regiones antioqueñas. Noble propósito que hoy demanda una renovada expresión, una agenda pública que revitalice las metas y las haga coincidir con los ODS –Objetivos de Desarrollo Sostenible- que implican un espíritu pragmático y colaborativo “para elegir las mejores opciones con el fin de mejorar la vida, de manera sostenible, para las generaciones futuras”.
No en vano, la Visión Antioquia 2020 definió como el primer elemento de éxito para la sociedad antioqueña “considerar la educación, la ciencia y la tecnología como un factor fundamental para desarrollar los planes y metas orientados a la visión”. Propósito que por entonces también se había fijado el país en la conformación de la primera Misión de sabios, cuyas recomendaciones no fueron aplicadas por cuenta de un cambio de gobierno y falta de quién impulsara las acciones y convocara las voluntades, según la queja de varios de quienes integraron la Misión y que han sido vueltos a convocar en la segunda Misión que se reunió esta semana en Medellín.
Una vez más se insistió en la bondad de convocar a los académicos y pedirles a las universidades sus aportes en los temas fundamentales de manera que se pueda materializar el aporte de la sociedad del conocimiento al mundo real y se mejoren las condiciones de la cotidianidad en todas las esquinas del país. 43 sabios pensando y generando conocimiento útil para vivir mejor, un trabajo colectivo para que sea más eficiente. Ojalá con un liderazgo claro que a partir de la consolidación del nuevo ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación ayude a implementar las recomendaciones de la Misión y no nos genere una nueva decepción.
No se trata de llorar sobre la leche derramada, pero es preciso aprender de las lecciones del pasado para no iterar en los errores y sembrar nuevas desesperanzas o frustraciones. Hoy, tenemos como país la oportunidad de articular el trabajo de la academia con el sector público, con las empresas privadas, con las organizaciones sociales para buscar el equilibrio entre el desarrollo y la sostenibilidad, en clave de equidad y respeto por las diferencias. La oportunidad de armonizar el desarrollo urbano con el rural, desde nuestra pluriculturalidad y con todo nuestro potencial.
Una dinámica de trabajo que reúne a los expertos en ocho áreas gruesas que contienen los temas fundamentales para el país, cuyo resultado se conocerá en la primera semana de diciembre. El reto para ellos es hacernos ver la importancia y la pertinencia de sus conclusiones, el del gobierno garantizar que las recomendaciones no alimenten solo los anaqueles y el de nosotros, hacer veeduría para que la luz no se apague.