La paradoja de este fenómeno que vivimos radica en que el Estado más neoliberal del mundo, los Estados Unidos, estén ahora enfrascados en imponer aranceles, cerrar fronteras y ponerle talanqueras al libre mercado
Indudablemente que la economía mundial está hoy siendo sometida a una gran presión, esencialmente por la guerra comercial desatada por Donald Trump en contra de la China y por los pulsos que ha realizado el mismo Trump con otras naciones a través de amenazas, igualmente en temas comerciales.
La economía es muy sensible a fenómenos sociales y políticos. Meras percepciones, mensajes o lecturas equivocadas, pueden ser fatales en el manejo macroeconómico. En ese orden de ideas, connotados estudiosos de los temas económicos miran con estupor los juegos que en estas materias realiza el señor presidente de los Estados Unidos. Razón le asiste a cerca de quinientos empresarios gringos que esta semana le solicitaron al señor Trump revisar su confrontación comercial con la China. Ellos también perciben los nubarrones que se ciernen sobre la economía mundial.
La paradoja de este fenómeno que vivimos radica en que el Estado más neoliberal del mundo, los Estados Unidos, estén ahora enfrascados en imponer aranceles, cerrar fronteras y ponerle talanqueras al libre mercado. En plata blanca, es el neoliberalismo revisando las prácticas neoliberales. Margaret Tacher y Ronald Reagan deben estar muy intranquilos en sus tumbas.
En un campo más parroquial debemos pensar que todos estos eventos pirotécnicos en todo el mundo tienen irremediablemente que reflejarse en nuestra economía. Ningún Estado puede pregonar que está vacunado contra eventos que suceden en otros lares. Los vasos comunicantes en temas económicos son evidentes e insoslayables. Pero entre nosotros las dificultades de temas mundiales como el precio internacional del petróleo, las dificultades comerciales entre China y Estados Unidos, las amenazas de los gringos a otras economías como sucedió recientemente con México, o las peripecias de la Comunidad Económica Europea para facilitar el retiro de Inglaterra de sus normas, están aparejadas de nuestros propios fuegos artificiales: La polarización ideológica y las discrepancias entre el director del Banco de la República y el Gobierno sobre la situación de nuestra economía.
La polarización ideológica es, en mi sentir, una saludable práctica democrática que le conviene a Colombia. Lamentablemente desde el Frente Nacional las posiciones verticales de los partidos, defendiendo sus principios y postulados, se ha convertido en algo grave y preocupante y nuestra economía lee mal lo que debería ser algo saludable: que existan distintas opciones de poder, con propuestas distintas para que el ciudadano pueda escoger lo mejor. No obstante mi creencia, las fuerzas económicas muestran su temor frente a las posiciones radicales que hoy vemos en la sociedad colombiana.
El otro problema que preocupa a la economía colombiana son las posiciones discrepantes del director del Banco de la República, quien afirma que la economía está estancada y el Gobierno que sostiene que tenemos una economía en crecimiento. La verdad parece ser que no está estancada, pero que su crecimiento no es el esperado. Los fenómenos externos ya dichos y la tierra que algunos pretendieron arrojar sobre las cifras económicas del Gobierno anterior creo tienen mucho que ver en la situación.