Conversación virtual con el dirigente de la izquierda democrática y congresista antioqueño del Polo, Jorge Gómez Gallego, sobre el impacto del colapso viral en la vida, la economía, en el legislativo, el Gobierno y los ricos y los pobres.
Sin fuertes negativismos, pero sí con la contundencia de la dialéctica de la izquierda democrática, el representante a la Cámara del Polo por Antioquia, Jorge Gómez Gallego tiene su propia interpretación del momento crítico que sufre la humanidad por cuenta de un virus global.
Consideró que no existe el tal debate entre vida versus economía y pese a que reconoce que el presidente Iván Duque acertó, aunque tarde y presionado por alcaldes y gobernadores, en lo que llamó cuarentenar, en su concepto su manejo económico de la crisis es un desastre, que sólo favorece a los banqueros.
Congresista, a nuestra generación no nos había tocado vivir una situación tan grave para la sociedad como esta pandemia. ¿Desde la izquierda cómo leen e interpretan todo lo que está ocurriendo en pleno siglo XXI?
Los seres humanos que hoy estamos vivos a ninguno ni al más viejo de todos les había tocado una situación de la magnitud de la que estamos viviendo.
Lo trágico de esto es que estamos sufriendo y apenas estamos empezando. El sufrimiento de la gente es enorme, esto no es una enfermedad que aún se le conozca cura, que todavía no tiene vacuna y esto mientras no le encuentren vacuna vamos a tener que mantener una especie de estado de acuartelamiento que destruye el aparato productivo en sociedades tan débiles como la nuestra.
Esto es una situación inédita, ni las guerras mundiales, que les tocó a algunos pocos hombres y mujeres que aún están vivos, puesto que se centraron en Europa y en algunas partes de África y de Asia, pero no en Norteamérica y en América Latina, donde no existe un rastro serio de ese conflicto global.
Pero hoy no hay ningún rincón del planeta que se libre de esta pandemia y espero que a mis nietas, mi generación más cercana, no les vaya a tocar una situación parecida a esta.
Por la actual crisis viral se formó un debate entre vida o salud versus economía o producción. ¿Dónde se ubican ustedes los contestatarios políticos?
Pero es que ese debate no existe. Y no existe porque si usted decide abrir la economía, entonces está acabando la vida también, una cosa y la otra van de la mano, no son contrarias, no puede haber economía si no hay vida y no puede haber vida si no hay economía, eso es una realidad.
La economía se puede abrir cuando la ciencia, los epidemiólogos y los que conocen del desarrollo de la pandemia puedan hacer proyecciones del crecimiento de la serie, puedan ellos decir que se puede ir abriendo.
Lo más seguro es que cuando una buena parte de la sociedad se haya infectado y se hayan muerto los que se iban a morir. Es que el problema de la cuarentena no es para evitar la enfermedad, es para evitar que colapsen los sistemas de salud.
Puede ser que el acuartelamiento se prolongue y todos terminemos con coronavirus algún día, y unos se mueran y otros no, pero no van a estar colapsadas las camas, las unidades de cuidados intensivos, los hospitales, el personal de la salud que sería terrible. Eso hay que evitarlo a toda costa porque si no, entonces, no sólo morirían los pacientes con ese virus, sino los de cáncer y otras enfermedades.
Este es un debate de los que quieren poner por encima los negocios a la salud. La economía se puede resolver. En la Segunda Guerra Mundial, decía una persona que estuvo enferma de coronavirus, nadie se puso a pensar si se destruida o no la economía, sino que el enemigo era Hitler.
Ahora, cuando los nazis invadieron a los soviéticos llegaron a hasta Stalingrado y el gobierno ruso ordenó destruir todo, las granjas, el ganado, acabar la infraestructura, los acueductos, los alcantarillados, para que los alemanes no los pudieran utilizar. Eso también ocurrió en Cuba. En Bayamo hay una canción muy bonita llamada la Bayonesa, cuando los españoles derrotaron a las tropas de Maceo. La orden fue destruir todo y las más verracas para quemar los ingenios azucareros fueron las mujeres. Entonces, no se decía que se iba a acabar la economía, sino que había que derrotar al enemigo.
Los países tienen con que darle una comida mínima a la ciudadanía mientras pasa todo esto. Aquí no nos pueden echar cuentos que no hay con qué. Vamos quedar muy quebrados y endeudados, pues ya veremos cómo salimos de eso.
¿Tras el reinició virtual de la sesiones del Congreso, los legisladores del Polo hacia qué, hacia dónde han centrado su labor de control político en medio de este caos viral?
En estas circunstancias el control político es aún más importante, porque ese alud de decretos del Gobierno Nacional tiene que pasar por el control del Congreso, que tiene la facultad de derogarlos.
Con León Fredy Muñoz presentamos juntos un proyecto de ley para derogar los artículos que le rebajan la cuota de pantalla nacional de la televisión, que nos parece que no tiene nada que ver con el coronavirus y que es un abuso del Gobierno, vamos a ver si nos lo aprueban y derogamos ese decreto con fuerza de ley, que es una de las atribuciones del Congreso y a eso nos debemos dedicar.
Le he dicho al presidente de la Cámara que estamos como ese bolero “Ni contigo ni sin ti”, porque me matas y sin ti porque me muero, porque dicen que no puede haber sesiones presenciales por el coronavirus, pero que en las sesiones plenarias virtuales no se puede votar porque no hay herramientas o nada establecido legalmente. Le están sacando el cuerpo, vulgarmente le están sacando la nalga al control político el Gobierno y sus amigos, porque estamos haciendo unas sesiones informales, haciendo las denuncias pero no tienen efecto porque no hay votaciones, no estamos votando nada.
La bancada de oposición en la Cámara le envió una carta al presidente de la Cámara, pidiendo que cite a sesiones en Bogotá, que estamos dispuestos a trasladarnos a la capital, a forrarnos como si fuéramos astronautas para ir a las sesiones, que nos dividamos, hay muchos mecanismo, unos en el recinto y los otros en las oficinas o sesionar en tres auditorios simultáneos, pero no nos han respondido nada.
Un verdadero control político radica en examinar detalladamente los decretos o las decisiones del Gobierno para concluir que hay que revisarlas, pero sólo virtualmente ahora nos dan tres minutos a cada uno y, además, no se puede votar, lo importante es que se pueda votar sobre la legalidad o no de los decretos.
¿Pero existe claridad jurídica o no que se puede votar en sesiones virtuales?
No está claro, porque como esto no había ocurrido nunca, no hay legislación al respecto.
La Constitución dice que la sede del Congreso es Bogotá y que la única excepción para cambiar su sede, que en este caso la estaríamos cambiando por un sistema virtual, sería un estado de conmoción interior o de guerra. Y en este caso las directivas del Congreso y no el presidente podrían cambiar la sede.
Pero ahora viene otro problema y es que no hay una plataforma tecnológica que permita votar de una forma segura. Si hacemos una votación hoy cómo se garantiza que el que votó fue el congresista y no la mamá, la esposa o la hija.
Los errores que han cometido los presidentes del Congreso es someterse a las decisiones de Duque, de entrometerse en el Poder Legislativo y decir que podíamos hacer sesiones virtuales y eso lo dijo en uno de los famosos decretos que ha expedido.
Precisamente le iba a preguntar sobre el Presidente. ¿Cuál es su apreciación sobre el manejo que le ha dado Duque a la pandemia?
La decisión de cuarentenar es acertada y nosotros la apoyamos, pero hay que decir la verdad, él tomó la decisión muy presionado por los gobernadores y los alcaldes, porque si fuera por Duque no lo hubiera hecho, todo lo que se demoró para cerrar el aeropuerto Eldorado, que fue el principal foco de contagio.
Pero las decisiones económicas han sido un desastre, porque el Gobierno decidió dejar la producción económica de la crisis en manos del mercado y ser cicatero en el manejo de los recursos públicos destinados a atenderla.
El Gobierno creó el fondo para el manejo del problema, pero la plata que le metió a ese fondo no es suya, sino dinero de los territorios. Uno puede hacerlo pero acordado con los entes territoriales, eso es plata ajena y debió por delicadeza siquiera consultar qué se va hacer con esos recursos, si no se van a necesitar y también entregar una parte a los alcaldes y gobernadores para el manejo de la crisis viral. Y ahí metieron como 15 billones de pesos que no son del Gobierno Nacional.
Y ya que está hablando de plata, ¿qué tal la actitud de los bancos?
Para ya voy. La segunda medida tuvo que ver con el sistema financiero. Yo no me opongo, y no me da pena decirlo, a que a través de los bancos se irriguen recursos en la sociedad, pues los bancos son instituciones necesarias y deben usarse para irrigar recursos.
Pero lo que han hecho es entregarle la plata a los bancos, permitiendo que la reciban para protegerse ellos, pero no para irrigarla a la sociedad y eso es lo grave.
Tenemos la prueba reina de que una de las platas que le entregaron al sistema financiero, les permitió bajar el encaje. Como se sabe, por cada 100 pesos que tengan los bancos de platas ajenas de los ahorradores, tienen que poner once en el Banco de la República y por cada 100 pesos que tengan por CDT tienen que tener siete en el Emisor, como una especie de garantía que parte de la plata de los ahorradores no está por ahí circulando.
Les permitieron bajar el encaje del 11 al 8 y en CDT del 8 al 6 o al 5, lo que les da a los bancos una liquidez adicional de unos 9.8 billones de pesos y eso está bien, no estoy en contra de eso. Pero al siguiente día el propio Gobierno les ordena que esa plata se convierta en una inversión forzosa, se la presten al Gobierno mediante los llamados Títulos Solidarios, con tasa de interés, o sea, le entregan plata a los bancos, para que se la prestan al Gobierno y les van a pagar intereses.
Entonces, por qué no se la prestó directamente el Banco de la República al Gobierno y esos intereses se hubieran vuelto utilidades del Banco de la República que hubieran llegado al presupuesto nacional y así sería una operación de costo cero.
Esto es una operación de 500.000 millones de pesos que los bancos se van a embolsillar por cada año de aquí a que paguen esa plata.