En una de esas investigaciones se dice que EPM no tiene experiencia en la construcción de proyectos hidroeléctricos. ¿Quién planeó, dirigió, supervisó y recibió a satisfacción los proyectos Guadalupe III, Guatapé, Guadalupe IV, Playas, La Tasajera, Porce II y Porce III?
La crisis del proyecto Hidroituango deja importantes lecciones a la sociedad colombiana y a sus instituciones. Y, por supuesto, a los estudios, diseños y construcción de grandes proyectos de desarrollo hidroeléctrico.
Lo primero que debe señalarse es que las negativas y graves consecuencias sufridas por las comunidades aguas abajo de las obras, así como los daños al ecosistema del río Cauca, muy probablemente obedecen a uno o varios errores del proyecto, cuyos autores deben responder por lo ocurrido. Por más compleja que sea la concepción de Hidroituango, lo anterior es inexcusable.
Es urgente que EPM manifieste con toda claridad que tiene la disposición a compensar a las comunidades y personas afectadas, sea por arreglo directo, o por lo que establecen la Constitución y las leyes, o por el mandato de la justicia en el caso de que prosperen las tutelas o acciones populares que se interpongan.
Llama la atención que entidades oficiales de control vienen anunciando toda clase de investigaciones, frecuentemente con respecto a hechos ocurridos hace varios años, y en momentos en los cuales la prioridad es atender la emergencia. Es bien curioso que dichas investigaciones solo aparecen cuando lo relativo a Hidroituango es un hecho mediático sin precedentes. ¿Dónde estaban esas entidades cuando ocurrieron los hechos? Pero, a pesar de lo anterior, bienvenidas las investigaciones, ojalá con la asesoría especializada que las mismas requieren.
En una de esas investigaciones se dice que EPM no tiene experiencia en la construcción de proyectos hidroeléctricos. ¿Quién planeó, dirigió, supervisó y recibió a satisfacción los proyectos Guadalupe III, Guatapé, Guadalupe IV, Playas, La Tasajera, Porce II y Porce III? Quien aquello afirma no sabe que fue EPM, que los proyectos se ejecutaron correctamente, a veces con costo menor al previsto y en tiempo inferior al plazo establecido, y sin investigaciones por parte de los entes de control. Además, sus respectivas centrales de generación funcionan hoy con una capacidad total cercana a los 2.600 megavatios, potencia muy superior a la proyectada para Hidroituango. Y que no puede olvidarse los meritorios aportes a la realización de dichos proyectos por parte de firmas nacionales de ingeniería y de consultoría, entre las cuales puede mencionarse a la antioqueña Integral, de reconocida solvencia moral y competencia técnica.
Vale la pena comentar que cualquier conocedor sabe que el proyecto hidroeléctrico es, por excelencia, un emprendimiento en el cual concurren numerosas disciplinas y profesiones. Por lo tanto, no existe el superprofesional que domine todo lo anterior, de modo que pueda hacer diagnóstico general, señalar deficiencias de obras y entorno, así como recomendar grandes soluciones.
Pero sí han sido muy escasas las voces de solidaridad con una empresa que le ha prestado inmensos servicios sociales y económicos a Antioquia y a Colombia. Una empresa que ha mostrado en forma convincente que una entidad pública puede ser fuente de bienestar y progreso social, que puede cumplir a cabalidad su objeto estatutario, que puede funcionar libre de corrupción… Es inexplicable que algunos no aprecien que al abrir la llave fluya de inmediato agua potable de excelente calidad, que al apretar el interruptor responda la llegada de luz, que se tenga una red ejemplar de alcantarillado y que se avance en el saneamiento del río Medellín. Y esos meritorios servicios públicos de EPM no cayeron del cielo, son el resultado de largas décadas de trabajo de sus obreros, empleados, profesionales y directivos.
Finalmente, no es posible olvidar el reconocimiento internacional que ha recibido EPM, en especial por parte de las entidades multilaterales de crédito, por reunir como caso excepcional y ejemplar varios servicios públicos domiciliarios. Que, en alguna ocasión, las autoridades crediticias de Japón consideraron a la empresa como la más confiable para préstamos en América Latina. Que nunca recibió rescates del Gobierno Nacional, como sí lo han recibido numerosas entidades públicas del sector eléctrico, ni necesitó avales de ese Gobierno para adquirir préstamos internacionales. Y que nunca tuvo aportes de la Nación, solo un modesto capital inicial del Municipio de Medellín, capital que ha multiplicado muchísimas veces gracias al apoyo de sus usuarios y de la comunidad en general.