No obstante ser un hecho serio, que sólo podrá ser juzgado cuando se conozcan sus elementos, este no puede ser divulgado con afán sensacionalista ni convertido en razón para crear argumentos políticos contra la hidroelectricidad
Los derrumbes, uno parcial y otro completo, en túneles de conducción de las aguas del río Cauca en la central Hidroituango han provocado máxima tensión alrededor del principal proyecto de generación hidroeléctrica que se construye en Colombia. Por ser tan delicada, la situación exige máxima responsabilidad de quienes atienden la emergencia y de voces públicas, algunas de los cuales no ocultan su pretensión de obtener provecho de la precaria información y de la confusión que esta clase de hechos favorece.
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Dado el represamiento del río Cauca en donde se construye la central hidroeléctrica, la primera responsabilidad de EPM es cuidar, como había logrado hacerlo, las vidas de los habitantes en la zona de influencia, así como contener la amenaza de una borrasca que todavía persiste y sería catastrófica para las zonas aledañas a la hidroeléctrica. Hasta el cierre de esta edición, la empresa, apoyada por reconocidos expertos y por autoridades nacionales, que empezaron a arribar desde la mañana del martes, había logrado contener la amenaza e identificar soluciones posibles.
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No hay que sumarse a quienes ya encontraron en el hecho y en el vacío de información razones para el sensacionalismo periodístico, carente de fundamento científico, o a los políticos que aprovechan la crisis para argumentar su batalla contra la hidroelectricidad. Sin embargo, tampoco hay que ser avestruces que esconden que esta es una situación grave para EPM, el Idea y la central hidroeléctrica. Por sus características e impacto, es preciso que investigadores independientes y reconocidos por su solvencia técnica, estudien las causas y, si fuere del caso, los responsables de ese represamiento y su impacto en dos túneles de la central. Asimismo, se espera que EPM reciba las más serias recomendaciones sobre los correctivos a tomar para contener riesgos futuros causados por el complejo río Cauca y garantizar la mejor operación de esa central. Por ser los socios del proyecto, Idea y EPM, organismos públicos, es razonable que divulguen con claridad y transparencia los resultados de las investigaciones.
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A esa hora, es inocultable que Hidroituango tendrá que asumir sobrecostos y retrasos que afectarán su buen desempeño en el cumplimiento del presupuesto y los cronogramas, el cual, por fortuna, debe contribuir a amortiguar los impactos de este daño. Dado que se trata de una contingencia en un proyecto hasta ahora manejado con rigor, es justo esperar que EPM, que debe atender sus obligaciones con la subasta de energía eléctrica, reciba de las autoridades del sector eléctrico y de servicios públicos la benevolencia que tuvieron hacia Termocandelaria, principal responsable de la crisis eléctrica de 2015-2016, y Electricaribe, destacada por su incumplimiento con la distribución de energía eléctrica en la Costa, en vez de que se le reitere la dosis de rigor extremo con que fue tratada en la crisis por no poder construir Porce IV, debido a problemas de orden público.
La actual situación de Hidroituango favorece el sensacionalismo. El de periodistas que cazan audiencia a cualquier costo. Y el de políticos, con muy pocos interlocutores que entiendan el problema a profundidad, que se pasean ofreciéndole al país la sustitución de la energía hidroeléctrica, que es sostenible, confiable y abundante para Colombia, por promisorias energías alternativas, aún en desarrollo, como la eólica o la solar, costosas y que carentes de las condiciones de estabilidad y confiabilidad que sí ofrecen, de sobra, otras energías. De esos fantasmas sacados del cubilete, sí que tiene que huir un país en desarrollo.