Con tales descuidos por las autoridades no se ofrecen garantías de que el posacuerdo llegare a significar paz.
El episodio de la salida, búsqueda y regreso a la zona de capacitación de Miravalle, Caquetá, de alias el paisa, está rodeado de contradicciones y confusiones atribuibles al desconocimiento de lo sucedido, por parte del Gobierno, y a la voluntad de ocultamiento, por las Farc. La consecuencia de ello, ya notoria, en el escepticismo creciente, es la sombra que agrega a los nubarrones que cubren el proceso de desmovilización de las Farc y la etapa del posacuerdo.
Con la confusión de sus voceros, el Gobierno Nacional confirmó que le asiste razón a quienes lo acusan de desconocer lo que ha venido ocurriendo en las zonas veredales de capacitación y con la suerte de los guerrilleros, en particular aquellos que, como el jefe de la columna Teófilo Forero, han sido amnistiados pero aún no comparecen ante la JEP para resolver su situación jurídica como condenados por crímenes de lesa humanidad. Con tales descuidos por las autoridades no se ofrecen garantías de que el posacuerdo llegare a significar paz.
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Las Farc no son ajenas a este bochornoso e inquietante incidente. Una vez conocida la salida del guerrillero, acompañado por otro hombre, los jefes de esa organización se contradijeron cuando intentaban explicar los hechos, pues mientras algunos aprovecharon para echarle agua sucia al gobierno, acusándolo de no combatir los riesgos de seguridad de los desmovilizados, otros lo anunciaron ocupado en la construcción de senderos, hecho que declararon es parte de un proyecto turístico en Caquetá (¿¿??). Lo que para el país es claro es que los dos jefes del ala más radical de las Farc, alias iván márquez y a. jesús santrich, viajaron expresamente a convencerlo de su regreso al proceso de paz, un paso cuyo costo el país aún no conoce.
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Así el Gobierno y algunos medios de comunicación intenten pasar esta página, el hecho deja planteadas grandes preguntas sobre la relación de a. el paisa con el creciente narcotráfico en el sur del país y con las disidencias de las Farc; el seguimiento y control que el Gobierno hace a los desmovilizados, y la capacidad institucional para ofrecer garantías a la sociedad de que no existen lazos comunicantes entre las Farc y sus disidencias o de que, si los hubiere, se está trabajando para cortarlos.
Este episodio vuelve a mostrar la actitud apaciguadora del Gobierno Nacional. Que ha sido igual de notoria en el afán de minimizar el caos en la zona de Miravalle, como en la renuncia a imponerle al Eln un costo por su responsabilidad en el asesinato del gobernador Aulio Isarama y el acoso infame a la etnia Embera Dóbida, en Chocó.
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