La ciudad desnombrable

Autor: Darío Ruiz Gómez
30 septiembre de 2019 - 12:05 AM

¿Dónde han estado la Personería, la Fiscalía, la Procuraduría y la Veeduría Pública? ¿Desviar los dineros de una obra no constituye un prevaricato urbanístico?

Medellín

Darío Ruiz Gómez

A la ciudad que Federico el impetuoso alcalde nos deja, fácilmente le pueden caber todas las descripciones posibles del actual urbanismo, la Sin City, la Exópolis, etc, ya que el caos urbano que se vive y que su Alcaldía aceleró es de tal magnitud que el intento de buscar en la mente una referencia de ciudad ha desaparecido por completo. No dejo entonces de volver a recordar aquel diagnóstico de que una ciudad que no pueda reconstruirse en la memoria es porque no existe. Y esto se ha llevado a cabo incumpliendo rigurosamente los proyectos públicos anunciados pero permitiendo que se cumplan con exactitud sospechosa todos los proyectos privados como multifamiliares, torres de oficinas, nuevos centros comerciales colocados en cualquier lugar, ya que nunca hubo planificación en la medida en que nunca se planteó una resemantización de los territorios desmembrados, ni se rescataron la calle, los parques, el barrio como unidades reales de un urbanismo humano nacido de un concepto igualmente inexistente para esta Alcaldía: un proyecto de ciudad. Cada ciudad inevitablemente se transforma y del Madrid que yo viví en la adolescencia en 1958 al Madrid de hoy, al hacer mi peregrinación a Arguelles, constaté consternado que nada quedaba de la vida de barrio en las calles compradas manzana por manzana por el dinero de los especuladores rusos, chavistas, árabes. Se conserva la fachada de cada edificio pero mediante una escandalosa especulación con el precio de los alquileres se logra lanzar a la diáspora a los antiguos habitantes, se renueva el diseño de los apartamentos, desaparecen panaderías, carnicerías, tabernas, restaurantes que constituían la tipología de usos de la vida de los vecinos y se la está sustituyendo rápidamente por locales de masajes chinos, hostales, bares y locales nocturnos dominados por la droga. A este proceso se le llamó gentrificación cuando aún los especuladores invadían barrios modestos con vivienda cara, sustituyendo culturas urbanas arraigadas, por espacios carentes de vida social, convirtiendo la ciudad de los ciudadanos en un parque temático para el turismo, hoy, como sucede en Medellín legalmente se pueden construir anárquicamente siete torres de cincuenta pisos, densificando alegremente, sin haberse previamente urbanizado los terrenos, racionalizado las vías ya que el plano de base se atomizó en miles y miles de lotes que aumentan el desorden visual y agreden el intercambio social. ¿Cuánto espacio público, áreas verdes se han perdido en esta administración? Nada se opone más a la inseguridad que la recuperación de la vida cívica de los espacios públicos. Por eso cuando padezco en Medellín este frenesí de catastrófica urbanalización proveniente de un equipo de gobierno compuesto por jóvenes bisoños que jamás intentaron dar la debida respuesta a una desterritorialización galopante como la que vivimos desde la violencia del narcotráfico, nos encontramos no con lo que llamaríamos una transición necesaria hacia otros significados urbanos o sea hacia una defensa de la calidad de la vida de los ciudadanos, sino con una casi calculada falta de capacidad para prever las medidas a tomar para responder a los desafíos del crimen organizado, a la anarquía que acompaña a la falta de planeación debida en la recuperación de la vida ciudadana. La falta de previsión para hacer frente al impacto del túnel de Oriente es ofensiva, lo es la falta de previsión para tener ahora que destruir el corredor verde recién inaugurado de la Avenida Oriental, lo es el dejar sin terminar los Parques del Río y olvidados los proyectos de renovación urbana. ¿Dónde han estado la Personería, la Fiscalía, la Procuraduría y la Veeduría Pública? ¿Desviar los dineros de una obra no constituye un prevaricato urbanístico? ¿Incumplir una promesa no constituye una grave falta a la confianza de los ciudadanos? ¿Mantener eternamente calles y calles con obras inacabadas como la Inferior no es corrupción, contratismo? ¿Disfrazar la ineficacia mediante un gasto desmedido en propaganda, en mermelada, no es corrupción? Escuchemos a quien nos proponga la tarea de volver a vivir en una ciudad. P.D ¿Ha visto alguien el río Medellín?

Lea también: La ciudad machacada

 

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