Hasta este viernes se realizará en Medellín el tercer Encuentro Internacional de Ciencia y Tecnología para el Desminado Humanitario en Colombia.
Hace apenas poco más de una semana, cuatro personas en Acarí, Norte de Santander, fueron víctimas del flagelo de las minas antipersonas. Un joven de 23 años murió y una pequeña de cinco años también llevó la peor parte y resultó herida gravemente.
Con ellos, la cifra de víctimas por minas antipersonas ascendieron a 37 durante 2017. Hace poco más de una década, en pleno recrudecimiento del conflicto armado en el país, el 2006 cerró con la desoladora cifra de 1.232 víctimas por estas armas que deshumanizan cualquier conflicto hasta su mínima expresión.
Y aunque lo ideal sería que ningún colombiano sufriera actualmente por una mina enterrada o munición abandonada o sin explotar, los contundentes avances en esta problemática, que se han acelerado luego de la firma del acuerdo de Paz, se deben a centenares de hombres y mujeres que en los campos, en los laboratorios y talles han trabajado durante años buscando herramientas que les permitan combatir a este enemigo agazapado en millones de metros cuadrados de tierra en Colombia y que impiden que la Paz firmada en unos acuerdos se consolide en algo concreto como la libre movilidad en los territorios.
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Este jueves, Medellín recibió por primera vez el Encuentro Internacional de Ciencia y Tecnología para el Desminado Humanitario en Colombia, organizado por la Alta Consejería para el Posconflicto, la Dirección Descontamina Colombia, Colciencias y el Comité ad hoc de Ciencia y Tecnología de la Acción Integral contra Minas conformado por las Universidades Nacional, Los Andes y Medellín, con el apoyo de la Unión Europea, el Gobierno de Suiza e Indumil. Además de la participación de conferencistas de nueve países que presentarán hasta este viernes los últimos adelantos tecnológicos que permiten mejorar la eficiencia de las operaciones de desminado que se adelantan en el país.
Esos esfuerzos, iniciativas y descubrimientos que, con el apoyo logístico y económico del Gobierno y organismos internacionales, se han traducido en vidas salvadas y campos descontaminados, algo que ha sido posible por el fruto de investigaciones de varios años que antes trabajaban de forma un poco aislada y entusiasta; algo así como el espíritu del Melquiades de Gabo, pregonero de inventos en Cien años de soledad, tal como lo señala el profesor Diego Torres, físico de la Universidad Nacional y uno de los grandes aportantes de conocimiento junto a su equipo de trabajo en el desarrollo de tecnologías para la labor de desminado en el país.
"Es muy importante haber hecho este encuentro de ciencia y tecnología en Medellín, capital del departamento más afectado por minas en el país, porque creemos que la tecnología y la innovación son claves para resolver el flagelo de las minas antipersonas, que han creado tragedias humanas sin precedentes (...) Estar acá nos da la oportunidad de mostrar otra cara del país. La cara de los que han trabajado durante años en pro del desminando humanitario. Es tiempo de conocernos, de saber quiénes somos, de compartir nuestras experiencias, pero sobre todo nuestros fracasos. Trabajar coordinadamente", señala el investigador, quien de paso le dio un "jalón de orejas" al gobierno de Santos, recordando el mensaje de los trece premios Nobel, que alertaron los graves riesgos que significan para el país recortar el presupuesto a la ciencia. "Ciencia y tecnología son herramientas que contribuyen a minimizar la afectación por minas en la población", dijo el docente de la Universidad Nacional, en un nuevo llamado a la coherencia en esta materia para el Gobierno.
En el primer día del encuentro se presentaron varios de los nuevos avances que ya se utilizan en el campo, uno de ellos es la tecnología Termita, presentada por parte de Nueva Zelanda el año anterior, y que hoy se implementa en el país con el uso de la carga térmica en las operaciones de desminado, mejorando la capacidad y la seguridad del personal al realizar la destrucción de minas antipersonas, artefactos sin estallar y explosivos artesanales.
Antioquia, del flagelo a la esperanza
Históricamente Antioquia ha sido el departamento con mayor afectación de minas antipersonas. Por eso fue acá en el departamento, específicamente en el municipio de Briceño, donde se realizó el plan piloto de desminado humanitario que hoy se replica a lo largo del territorio nacional. "Antioqua junto con Meta son los dos departamentos más afectados por minas. Antioquia tiene una estimación de contaminación de 7.160.000 metros cuadrados de tierra que correponden al registro de 3.500 eventos relacionados con minas y explosivos, en 96 de los 125 municipios con reporte de afectación", explicó el Alto Consejero para el Posconflicto, Rafael Pardo, quien precisó que actualmente en el departamento 55 municipios están libres de sospechas de minas y hay otros 26 en intervención. Pero también señaló que aún existen 4.700.000 metros cuadrados de tierra en el departamento contaminados por minas y diferentes artefactos de guerra. Hay avances pero falta mucho más trabajo para declarar a Antioquia libre de minas", sostuvo Pardo. Durante 2017 siete antioqueños han sido víctimas de minas antipersonas. La última, un pequeño de seis años del municipio de Tarazá.
En el trabajo de desminado humanitario se han intervenido en 244 municipios del país; en total hay 586 municipios libres de sospechas de minas y en otros 23 se adelantan actualmente operaciones en campo. La meta para el otro año es intervenir otros 292 municipios.
Hoy, después de los territorios despejados, la esperanza recuperada, 5.592 minas destruidas y 5.297 personas involucradas en la labor, el país avanza por un camino sin retorno hacia la erradicación de este mal. La clave verdadera para devolverle paz y tranquilidad a los pobladores de las regiones colombianas. "Desmontar todas las armas que quedaron en este largo conflicto es la manera de llevar de forma concreta la esperanza y los procesos productivos en los campos", dijo Pastos Alape, represente del Consejo Nacional de Reincorporación.
Algo con lo que concuerda Rafael Pardo, quien considera que el desminado es la única vía para hacer posible restitución de tierras, la erradicación de cultivos ilícitos, el retorno de víctimas y la consolidación de iniciativas productivas.
Así pues, los cientos de hombres y mujeres que investigan y crean, seguirán trabajando para aportar en la descontaminación de la tierra de este país con iniciativas como robots, drones, radares de penetración, fertilizantes nanoestructurados, biosensores y hasta plantillas para cuidar los pies de las personas que arriesgan sus vidas para desactivar minas, convirtiendo estas iniciativas en herramientas concretas para la paz.