La Academia El Candombe guarda veinte años y hablo de tiempo, porque si la unidad de medida fuera en tangos, no podría decir cuántos.
“Úrsula se dio cuenta de pronto que la casa se había llenado de gente, que sus hijas estaban a punto de casarse y tener hijos, y que se verían obligados a dispersarse por falta de espacio. Entonces sacó el dinero acumulado en largos años de dura labor, adquirió compromisos con sus clientes, y emprendió la ampliación de la casa. (…)”
“La casa nueva, blanca como una paloma, fue estrenada con un baile (…)” Úrsula encargó “un invento maravilloso que había de suscitar el asombro del pueblo, y el júbilo de la juventud: la pianola.” La casa importadora mandó a Pietro Crespi, un italiano para que la instalara y enseñara a bailar la música de moda.
La primera vez que se puso a funcionar todos llegaron hasta la sala y José Arcadio Buendía “pareció fulminado no por la belleza de la melodía, sino por el tecleo autónomo de la pianola, e instaló en la sala la cámara de Melquíades con la esperanza de adquirir el daguerrotipo del ejecutante invisible”.
Este fragmento de Cien años de soledad lo he tomado como alegoría para hablar de la llegada del baile a la vida de una ciudad y de sus gentes, y qué mejor ejemplo que el de la Academia El Candombe, que guarda veinte años y hablo de tiempo, porque si la unidad de medida fuera en tangos, no podría decir cuántos.
Se podría decir que la vocación de su fundador salió de unos versos entonados por Jorge Luis Borges:
“¿Quién se lo dijo todo al tango querenciero
cuya dulzura larga con amor me detuvo (…)”
Se trata de Jhonny Blandón, bailarín, coreógrafo, director artístico y director de la academia, quien desde muy temprano supo que su destino era ser bailarín, y de tango. Ha compartido escenario con diferentes parejas en los concursos que se dan en los festivales, y se llevó los primeros puestos; también estuvo representando al país en el Festival de tango en Argentina, con muy buen desempeño.
Sería por lo mismo, por ser conocedor de su destino, que empezó esta tarea y que fue escogido para representar el personaje central de la novela Aire de Tango, del escritor Manuel Mejía Vallejo, que fue llevada al teatro y acogida por todos.
Alentado Jhonny con la actividad teatral, acudió a los poemas de Evaristo Carriego, poeta argentino, y presentó el musical Un tango por un poema: Homenaje a Evaristo Carriego en una convocatoria de la Alcaldía de Medellín, recibiendo un galardón. El espectáculo fue de buen recibo en universidades y distintos sitios de la ciudad, del departamento y del país, después sería invitado al Festival de Tango de Granada (España).
Exhortado por muchos y por la acogida de sus presentaciones tomó el cuento Hombre de la esquina rosada de Jorge Luis Borges y lo adaptó para teatro y baile, en esta oportunidad también recibió el premio de la Alcaldía y fue presentado en varias oportunidades. La crítica ha dicho que pocos se comprometen con un trabajo de semejante estatura, y así quedó, grande y bello.
En su faceta de director y coreógrafo ha montado además de las obras mencionadas, los espectáculos En clave de tango y Tango que fuiste y serás, el último estuvo invitado al Festival de tango de Melilla (España).
Por otra parte, el elenco de la academia El Candombe se ha hecho presente en los eventos culturales y musicales de la ciudad, pues su participación es reclamada por la excelente factura de las coreografías y por la expectativa que despierta en el público.
Ahora bien, en el recorrido de estas dos décadas están escritos los nombres de los maestros bailarines de Medellín, y de quienes han actuado en el elenco, las distintas academias de baile y los profesores comprometidos con este proyecto que se llama El Candombe.
Se suma a esta lista el alumnado, querido sobremanera por Jhonny, y sus padres y hermanos, cuyo respaldo ha sido fundamental.
Casi siempre en las listas faltan personas importantes, pero seguro que son de grata recordación.
Para cerrar esta relación aparece con letras grandes el nombre de Dora Ramírez, a quien asemejo con aquel personaje de la época del emperador Augusto, amigo de Virgilio y de Horacio, “Patrón de las artes”, Mecenas, eso fue Dora para toda esta historia.
Ahora bien, pensemos que el baile no ha sido de mención reciente. En el Canto III de La Ilíada, leemos lo siguiente: “Afrodita tomando la figura de una anciana de avanzada edad, y que hacía bellas manufacturas de lana, le dijo a Helena: “Ven aquí, te llama Alejandro para que regreses a casa. Allí está él, en el tálamo y en los torneados lechos, destilando belleza del cuerpo y del vestido. No dirías que viene de pelear con un hombre, sino que va a la pista de baile o que se acaba de sentar, nada más dejar la danza”.
Voy a contar una anécdota: He sido su alumna, y alguna vez en una clase me dijo que escuchara un tango para recordarlo a él, yo le contesté que siempre lo veía bailando esa pieza en mi imaginación, entonces Jhonny: por tanto tiempo, tanto amor y tanto tango “¡Derecho viejo!”.