Nació en una pequeña y fría población del centro de Holanda, Haaften; pero desde niña el calor caribe la arropó a través de la música latina que coleccionaba su padre. La melodía traía en la sangre: André, su abuelo, era compositor y autor de algunos libros de educación musical. Por eso no fue sorpresa que a los nueve años quisiera integrar la banda del pueblo, aunque en cierto modo fue accidental que escogiera la trompeta como su instrumento. Hoy por hoy, parece una extensión de su cuerpo.

Lea también: La voz común

Se me antoja que Maite Hontelé es una colombiana nacida en Holanda, una mujer caribe escondida en la figura rubia y esbelta de 1,80 metros que parece tímida, pero se vuelve arrolladora cuando suena el instrumento. Vive en Medellín, sobre todo, habita la ciudad. Es fácil encontrarla rodando en bicicleta por Laureles como protagonizando siempre una película de amor.

Aquí llegó a participar del Festival Internacional de Jazz, cuando descubrió que la ciudad era su escenario. Por eso, sentimos tan nuestro el premio Cubadisco Internacional que acaba de recibir en La Habana, por su producción titulada Cuba Linda, que fue grabada en la propia isla en los Estudios Egrem, mezclada y masterizada en Medellín, en su casa, los estudios de Merlín Producciones. Este premio es considerado el Grammy Cubano y a él aspiran los más importantes talentos latinos.

Es el reconocimiento al trabajo arduo, disciplinado y juicio de Maite que ya le había merecido una nominación al Grammy Latino en 2014 y la mención artista del año de la Radio Nacional de Colombia en 2013. Pero, sobre todo, que le ha granjeado el cariño de un púbico que la sigue, así como el respeto de importantes músicos de la región que han optado por grabar con ella y disfrutan su compañía en el escenario.

En Cuba Linda, su quinto álbum, trabajó con la producción y el talento de Alaín Pérez y del gran Juancho Valencia, el mismo de Puerto Candelaria y la República que es como una especie de Lucho Bermúdez de la época. Además, recibió la colaboración de artistas de la talla de Gilberto Santa Rosa, Vicente García, la tradicional Orquesta Aragón, Goya la vocalista de Chocquibtown, William Borrego, Osaín del Monte y Robertón, con quienes celebró el premio. Para ellos también es el reconocimiento del Premio que en su versión 23, como cada año, significa un homenaje para los artistas y celebra la música hecha con calidad, con pasión, con respeto por el público y por la música.

Es bueno recabar en que Maite encontró en Medellín el público y el ambiente para su rumba, para su trabajo, sin necesidad de enconcharse ni alejarse del mundo. Al contrario, sus colaboraciones con los grandes de la salsa y su presencia en los más importantes festivales del mundo nos hacen visibles también a nosotros y nos involucran con una escena musical más amplia. Su decisión de radicarse aquí no tiene nada que ver con la idea parroquial de un mundo nuevo, es la verificación de que cada vez hay menos diferencias reales entre los pueblos y es más posible una cultura universal, llena de matices, pero más asequible para todos.

Le puede interesar: La función política del arte

Asumimos como propio el reconocimiento que hoy recibe y dejamos constancia de que esta ciudad que parece no cansarse de contar muertos y abrir nuevas heridas, es capaz también de bailar a otro ritmo, cuando sabe escoger quién guía la partitura.

Comentarios:

EDWIN
2019-05-31 00:24:19

Rara vez se ve tanta belleza y talento juntos. Felicitaciones para Maite.

Comente esta noticia