La Comisión Corográfica respondió a las necesidades de estructurar un proyecto nacional descentralizado, un país de regiones, esencia del federalismo surgido en la Convención de Rionegro de 1863.
La Comisión Corográfica (CC), el más importante proyecto científico adelantado en nuestro país en el Siglo XIX, tuvo como misión hacer una completa descripción e inventario del patrimonio natural y cultural de la Nueva Granada, así como el levantamiento de una carta geográfica general y mapas cartográficos de cada una de sus provincias. El proyecto se originó en una ley del Congreso del 27 de mayo de 1849, cuando expiraba el mandato del presidente Tomás Cipriano de Mosquera, puesto en marcha por el siguiente gobierno del General José Hilario López. La CC tuvo una duración de nueve años (entre 1850 y 1859) y estuvo dirigida por el ingeniero militar y geógrafo italiano Agustín Codazzi, con Manuel Ancízar como secretario entre 1850 y 1852, encargado de la descripción geográfica del territorio y en especial del patrimonio cultural del país; José Jerónimo Triana, el botánico de la CC, recolectó cerca de 60.000 especímenes de unas 8.000 especies diferentes de la flora nacional, formando lo que hoy se considera como la mejor y más importante colección botánica existente en Colombia, ilustrada con láminas a la acuarela, obra de los pintores y cartógrafos Carmelo Fernández, Enrique Price y Manuel María Paz, que se conserva en la Biblioteca Nacional.
Al retiro de Ancízar de la CC en 1852, llamado del Gobierno Nacional para atender misiones diplomáticas en el exterior relacionadas con asuntos limítrofes, el cargo de secretario fue ocupado por Santiago Pérez, mas tarde Presidente de los Estados Unidos de Colombia.
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En esta columna presentaré fundamentos políticos e institucionales de la CC, dejando para una próxima entrega un resumen de la vida y obra del intelectual y hombre público que fue Manuel Ancízar, “el Padre Alpha”, como respetuosamente lo llamaron sus contemporáneos. Para este propósito, contaré, entre otros, con el libro “Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada en 1850 y 1851” de Ancízar, reeditado hace poco por la Universidad Nacional de Colombia, como homenaje a quien fuera uno de sus fundadores y primer rector
A raíz de la disolución de la Gran Colombia en 1827 se empezó a tomar conciencia de la necesidad, sentida por todos los mandatarios de la Nueva Granada, de desarrollar un proyecto de construcción de nación. El primer paso consistió en levantar el mapa del país, que permitiera conocer el territorio y sus bienes naturales, físicos y humanos, propósito que se materializó con la CC que, además de empresa científica, fue el eje y soporte de las reformas que impulsó el radicalismo liberal, movimiento surgido a mediados del Siglo XIX cuando éramos uno de los países más atrasados de América Latina. Entre otras reformas, el radicalismo nos legó la libertad absoluta de los esclavos, la libertad de prensa y de opinión y del derecho al sufragio, la abolición del diezmo, la separación de la Iglesia y del Estado, la libertad de industria y comercio: “libertad en todo”, como anota el historiador Efraín Sánchez en su ensayo “Codazzi, la Comisión Corográfica y la construcción de la Nación”.
La estructuración del proyecto político radical que hiciera posible salir del atraso generalizado y entrar en la modernidad, se basó en cuatro estrategias principales, a saber: 1). Construcción de caminos para comunicar entre sí las provincias y éstas con los puertos. 2). Mejoramiento y democratización de la educación y 3). Hacer un inventario de los bienes naturales del país, que permitiera conocer su localización, cantidad y posibilidades de aprovechamiento y 4) Atraer inmigrantes extranjeros experimentados y emprendedores, para desarrollar la agricultura y la manufactura. Todas estas expectativas se cifraban, en primer lugar, en los conocimientos aportados por la CC, pero avances concretos sólo se logaron en unas pocas regiones, en especial en el Estado Soberano de Antioquia, con los gobiernos que dirigió y orientó Pedro Justo Berrío.
La CC respondió a las necesidades de construir un proyecto nacional descentralizado, un país de regiones, esencia del federalismo surgido en la Convención de Rionegro de 1963. La diversidad física y socioeconómica del territorio nacional fue un elemento crucial en la fundamentación filosófica de la CC, pero concebida dentro del concepto de unidad nacional, que permitiese consolidar sólidos estereotipos regionales y de identidad del pueblo colombiano. Metodología de análisis que integrara la diversidad geográfica de cada provincia, incluyendo pobladores y bienes naturales, bajo el concepto holístico de nación.
Es así como en los trabajos de la CC se encuentran diferentes elementos que se hacen partícipes en la construcción del imaginario de nación. Primero, hay una constante y emotiva representación del paisaje animada a despertar sentimientos de identidad con el territorio, mostrada en la magistral pluma de Manuel Ancízar y por las hermosas y evocadoras acuarelas, obras de los artistas de la CC. Tanto los textos de Ancízar, verdadera literatura geográfica, como las láminas en acuarela resaltan la variedad de climas, la exuberancia de la fauna y flora y la naturaleza diversa de los pobladores: exaltación sublime de la variedad natural, nuestra gran riqueza nacional.
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Otro aspecto presente en los trabajos de la CC es la idealización del pasado como nostalgia, como una pérdida o negación de una identidad amputada por el yugo español. Por esto, en los relatos y láminas se relaciona la Colonia como un periodo oscuro de nuestra historia, asociada con la barbarie de la inquisición. Así, el pasado prehispánico se afirma como el verdadero origen de nuestra nacionalidad, en un intento de reivindicación indigenista, como lo muestran las múltiples acuarelas con el indio en primer plano y las varias investigaciones sobre sitios arqueológicos y asentamientos indígenas.
Una última reflexión, ahora que estamos en tiempos de conmemoración de los doscientos años de la Batalla de Boyacá. Aunque algunos historiadores ven el proceso de independencia como la gran cruzada liberadora de las cadenas del oscuro pasado colonial, la realidad muestra que las instituciones coloniales, en parte, todavía se conservan y son las mayores causantes de nuestro subdesarrollo.
P.S: Encomiable la donación hecha por el historiador Álvaro Tirado de su biblioteca y archivos personales a la Universidad Nacional-Sede Medellín. Aunque el emperador filósofo Marco Aurelio sentencie que somos seres para la muerte y el olvido, el libro es una de las maneras más nobles de prolongarnos en el tiempo.