Conozca un compendio de la historia de la institución que ha propiciado un crecimiento social y cultural en Medellín a través de la caridad.
Fue un 14 de febrero de 1868 cuando el Papa de la época, Pío IX, decretó que la sede del obispo de Santa Fe de Antioquia fuera trasladada a la creciente ciudad de Medellín.
Este mandato se dio ante las condiciones topográficas y climáticas que se presentaban en Santa Fe de Antioquia y que complicaban las labores de evangelización que la diócesis de realizaba allí.
Pese a las controversias entre quienes se opusieron al traslado de la casa del obispo, y por ende de la Iglesia, el decreto papal se concretó con la visita de Vicente Arbeláez, arzobispo de Bogotá, el primero de agosto de aquel año que certificó que la ciudad ya era una diócesis creada.
“De ahí en adelante no fue más sino esperar que cuatro meses después, el 8 de diciembre de 1868, asumiera como obispo monseñor Valerio Antonio Jiménez”, comentó el padre Diego Alberto Uribe, vicepresidente de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica.
Así fue que inició toda una construcción social y cultural que con el pasar de 150 años se configuró en “el alma y el corazón de la ciudad”, según añadió el religioso.
Leonardo Martínez García, vicario episcopal de Pastoral de la Arquidiócesis de Medellín, se sumó a esta afirmación al expresar que “pese a que nuestra gente conoce muy poco de la obra de la iglesia, siempre se ha trabajado mostrando una respuesta de la caridad a situaciones sociales concretas que han formado esta institución y esta ciudad”.
Hogares de San José, creado en 1910, fue una de esas primeras respuestas comunitarias a los resultados sociales que dejó de la Guerra de los Mil días.
Allí, la Iglesia formó un lugar para proteger a los niños huérfanos de la violencia al ofrecer un techo, educación, comida y cariño a los menores más necesitados. En la actualidad más de mil menores reciben la protección en las sedes de esta centenaria obra.
Luego vendría el proyecto de la Gota de Leche, que consistió en ayudar a las madres pobres que trabajan lavando ropa en la quebrada Santa Elena y tenían que ubicar sus bebés entre las piedras del afluente.
Tal ayuda consistió en servir de cuidado a estos menores al darles alimentación y educación mientras sus madres trabajaban. Hoy el proyecto continúa tras 100 años de haberse iniciado con el mismo principio y quehacer. Ambos proyectos efectuaron de punto de partida a una labor por la ciudad.
Juan Ricardo González, delegado arzobispal para las comunicaciones, añadió al relato de la historia de la Iglesia de Medellín que “uno de los puntos más fuertes en 150 años fue la construcción de la nueva catedral, que concluyó el 11 de agosto de 1931”.
La Catedral Metropolitana de Medellín es hoy la construcción más grande el mundo en adobe pequeño cocido en el mundo. “Y aunque hoy parece esconderse entre los edificios de una gran ciudad, en su momento a fue la estructura más imponente de la ciudad”, añadió.
Y gracias a ese crecimiento material la Iglesia pudo se consolidó como sede del Gran Congreso Eucarístico de 1935, evento que reunió personas de todo mundo para realizar un trabajo de evangelización en la ciudad y el mundo.
Además, la Arquidiócesis fue sede de la segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano en 1968, un evento que reunió a todos los obispos del continente y que fue inaugurado desde Bogotá por el papa Pablo XI, quien no puedo venir propiamente a Medellín en la primera visita de un papa a continente americano.
Sin embargo, dos visitas papales tendrían lugar en la ciudad. La primera fue la del papa Juan Pablo II en 1986: “En el orden material esa visita no dejó mucho físicamente, pero en lo espiritual dejó un ánimo de iglesia, un compromiso de fe y todo un derrotero para orientar la vida de la Arquidiócesis basado en unas exigencias de compromiso social”, aseveró el vicario Martínez.
La segunda, fue el año pasado cuando el papa Francisco visitó la ciudad para brindar una misa frente a más de un millón de personas. De nuevo, presencia de un Sumo Pontífice sirvió como una recarga espiritual frente a la labor de la Iglesia y su rol de cara a los procesos de paz en el país y en la misma Medellín que ha sufrido de cerca los embates de la violencia.
La institución, que durante todo 2018 celebrará sus 150 años, cuenta hoy con cerca de 340 parroquias bajo su jurisdicción, 722 sacerdotes diocesanos, 2.671 religiosas y 143 religiosos más bajo la dirección de Monseñor Ricardo Tobón, quien ocupa el cargo de Arzobispo de Medellín desde el 2010.
Asimismo, desde Pastoral Social desarrollan programas para beneficiar a poblaciones vulnerables con atención humanitaria, formación de comunidades jóvenes, resolución de conflictos y reinserción de la mano del proceso de paz, ayuda en alimentos con más 40 mil raciones de comida al mes, entre otras obras.
Ante la importancia de la Arquidiócesis para la ciudad, Martínez fue contundente al expresar que “si la sociedad suprimiera a la Iglesia en Medellín, la ciudad colapsaría pues nosotros atendemos lo que muchas otras instituciones no atienden y lo hacemos por principio y valor caritativo”.