En los años 90 fue concejal de Medellín durante tres periodos y este año retornó al Cabildo Municipal como secretario General.
Jorge Mejía volvió al Concejo de Medellín como secretario General durante todo este año.
Uno de los hechos políticos en Medellín con que comenzó este 2019 fue el retorno al Concejo Municipal del dirigente liberal Jorge Mejía Martínez.
Y obviamente no regresó como concejal, pero sí como su secretario General de una corporación en la cual fue protagonista central en la década de los años 90 y en el comienzo del nuevo siglo como corporado y enfrentando cruciales decisiones sobre temas de ciudad.
Con absoluta seguridad se puede afirmar que este político liberal, con vocación de izquierda moderada, ha sido espectador, pero también protagonista de los últimos años de la vida de Medellín como ciudad con dificultades, pero también con soluciones.
Jorge Mejía se desahogó de su pasado y de su presente, en un kilométrico relato que no cabe en esta nota, pero que sintetizamos para centrarnos en su importancia política como concejal y funcionario.
Y el detalle que marca gran parte de su existencia es su activo ejercicio y vinculación durante más de 30 años con el sector público de Medellín y del territorio.
“Lo público ha sido la escuela de mi vida” reflexiona, para ratificar aún más que en ese escenario creció, se reprodujo y forjó un futuro para asegurar su jubilación.
Pero a esta seguridad personal llegó tras un largo trajinar y peregrinaje social, sindical y político que se fue moldeando primero en el bachillerato del Liceo Antiqueño y luego en la secundaria del Liceo de Unaula, en los cuales tuvo sus iniciales contactos con la formación política de izquierda, que comenzando los años 80 lo atrajeron y lo hicieron interrumpir sus estudios.
Completamente influenciado por las tesis de la revolución cultural maoísta, su vida a los 18 años dio un giro y se transformó en obrero como lo planteaba el famoso libro Rojo.
Y no solo fue activista sindical en una de las filiales de Coltejer, sino también militante político prochino, pero nunca dio el paso hacia la lucha armada, sino al trabajo sindical nacional en el que invirtió diez años de su vida.
Ya casado y con una hija, de pronto como él mismo exclama “aterricé y me di cuenta que el camino no era por ese lado y porque tenía a la familia aguantando hambre”.
Además delante de su propio rostro se fue desdibujando dramáticamente y en forma muy real el gran anhelo que tenía en su mente de que la revolución ya venía o ya estaba en las goteras de El Picacho, el cerro que lo vio nacer y crecer en la popular comuna Noroccidental y por las callejuelas y laderas de los barrios Castilla, Doce de Octubre y Robledo.
“Yo viví y sufrí todo ese sueño de los jóvenes y activistas de los años 80”, dice con alguna nostalgia y frustración.
El Concejo de Medellín
A partir de ese momento, a los 26 años de edad, la vida cambió radicalmente para Jorge Mejía.
Se tuvo que poner a trabajar ya en el sector público y a terminar el bachillerato de noche, estudió electrónica y luego economía, pero admite que nunca fue un buen estudiante.
A la política partidista llegó en el afán de asegurar un puesto público y fue en la época en que conoció a Darío Londoño Cardona, asesinado años después cuando era senador, a Argiro Giraldo un abogado de izquierda exiliado en España y a Darío Robledo, quienes le marcaron la ruta que lo llevó a militar en el Partido Liberal dentro de un sector del Directorio Liberal de Antioquia, que en ese momento era la agencia política regional más importante de Colombia y de Suramérica en movilización electoral al mando de Bernardo Guerra Serna, donde ellos celebraron por primera vez un primero de mayo.
O sea del libro Rojo de Mao pasó al sector rojo guerrista, donde los recibieron como un sector de izquierda democrática, al cual luego llevó a Omar Hoyos Agudelo y ambos se interesaron por un líder comunitario que había sacado la máxima votación para la JAL del Doce de Octubre llamado el médico Fabio Rivera.
A partir de allí los tres han caminado juntos en política, primero como ediles y luego como coordinadores políticos del guerrismo en esos tres barrios de la Comuna Noroccidental.
Ese accionar barrial lo ayudó como puente para ser por primera vez candidato al Concejo de Medellín, pero el trato que recibieron de Bernardo Guerra les impidió lograr la curul, pues lo pusieron de quinto renglón y el Diliberal sacó cuatro curules.
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Esto causó un cisma en ese directorio y ellos tres, junto a Armando Estrada y Darío Londoño, se marcharon del guerrismo y fundaron Participación Liberal, matiz con el cual fue elegido en 1995 por primera vez concejal de la ciudad, de los tres periodos seguidos en que mantuvo la curul hasta el 2003, porque cada uno era de tres años.
Durante la alcaldía de Sergio Naranjo dio la batalla contra la privatización de EPM, y en la segunda administración de Juan Gómez le tocó el movimiento contra la valorización de la 76 en Belén, cuya promesa de devolver la plata a los contribuyentes ayudó a la posterior victoria de Luis Pérez como alcalde.
Ya por fuera del Concejo de Medellín, Jorge Mejía siguió activo en los últimos quince años como candidato a la alcaldía, pero chocó contra el fenómeno fajardista, y colaboró como secretario de Gobierno y de paz en los gobiernos regional y municipal de Aníbal Gaviria.
Este año regresó al Concejo de Medellín, pero ya en calidad de secretario General, luego de superar raspando las duras pruebas académicas exigidas y tras el cumplimiento de los compromisos políticos.
La ciudad y el Concejo
Jorge Mejía manifestó que se considera un espectador y protagonista de todas las vivencias ocurridas en los últimos 40 años en Medellín.
Fenómenos como la expansión urbana, la violencia del narcotráfico sobre lo cual reclama que Medellín no ha sido reparada colectivamente por el Estado, ver a Pablo Escobar entregando balones y uniformes en la cancha de Castilla, la complejidad social de la ciudad, sus problemas y soluciones, y la guerra y los procesos de paz urbana.
Y sobre el Concejo afirmó que los corporados de antes eran más deliberantes en el análisis y debate de los problemas, puesto que le correspondió observar a Darío Londoño, a Álvaro Uribe, a Óscar Peña y a Orlando Vásquez enfrentados por temas de Medellín.
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