El encuentro entre el presidente estadounidense Donald Trump y Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, y luego con Mahmud Abás, presidente de Palestina, hizo resurgir el tema de las negociaciones con respecto al conflicto entre las dos naciones orientales. El líder palestino declaró el pasado 9 de mayo en una rueda de prensa que “hemos renovado nuestro compromiso con la paz basada en la justicia y las resoluciones de la ONU para coexistir con Israel”. Agregó que estaba dispuesto a que las conversaciones con su vecino israelí se hicieran “bajo el auspicio” del presidente estadounidense. 

Estas declaraciones llegaron en un momento peculiar: Israel celebró el pasado 2 de mayo su día de la independencia, 69 años después del fin del mandato británico. Los palestinos igualmente conmemoran ese evento pero con una connotación diferente: el día de la Nakba (literalmente “catástrofe” en árabe), que se celebra el 15 de mayo. Jihane Sfeir, docente en historia contemporánea de la Universidad Libre de Bruselas detalló que en el imaginario árabe, “la Nakba continúa mucho después de 1948 en los campamentos y al interior de los territorios palestinos. El evento histórico se transforma para designar una realidad cotidiana reflejando la condición precaria de los refugiados y la realidad de la política israelí de colonización y división”. De modo que el conflicto está inscrito profundamente en la identidad de ambas naciones, lo que complica las negociaciones pacíficas y explica sus múltiples fracasos en la historia. El último fue en 2014, bajo la administración de Barack Obama.

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¿Un paso adelante?

Las declaraciones de Abás dan un poco de esperanza al avance de los diálogos. Incluso Benjamin Netanyahu afirmó el 4 de mayo que está “deseando debatir con el presidente Trump las mejores opciones para avanzar hacia la paz (con los palestinos)”. La visita del magnate estadounidense al Medio Oriente podría darle inicio a una nueva fase de las relaciones entre los dos pueblos. Trump debería visitar a los principales concernidos a finales de mayo. Todos son conscientes de la dificultad que representa brindarle una solución a este conflicto que ha durado más de medio siglo. No obstante, el presidente de EE.UU. mostró optimismo ante la posibilidad de posicionarse como mediador de las conversaciones: “Haré todo lo que sea necesario para facilitar un acuerdo, para mediar o arbitrar cualquier cosa que ellos quieran hacer. (...) Me encantaría ser un mediador o un árbitro, o un facilitador. Y lo vamos a conseguir”, afirmó Trump en una rueda de prensa durante la visita de Mahmud Abás. El político ya se había destacado meses antes en cuanto a su posición sobre el conflicto israelopalestino. Afirmó no descartar la solución de un Estado, cuando antes EE.UU. siempre había insistido en que no habría otra conclusión que la creación de dos países. El empresario adoptó una política menos intransigente, al declarar que “me gustará la (solución) que le guste a las dos partes. Puedo vivir con cualquiera”.

¿Verdaderas motivaciones?

No obstante, se podría cuestionar la igual motivación de ambas partes conociendo los parámetros de esta compleja situación. Mauricio Jaramillo, docente de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, planteó el hecho de que no era imposible retomar los diálogos, siempre y cuando haya “un impulso desde afuera muy fuerte, hacia Israel especialmente. Palestina siempre ha querido negociar porque tiene mucho que perder. Si EE.UU. es capaz de ejercer su presión sobre Israel y Europa y actores de la región, como ocurrió en la conferencia de Madrid, se puede abrir una negociación.” 

Negociaciones complejas

Marcos Peckel, docente de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, subrayó que “obviamente la gran dificultad está en la división del liderazgo palestino. Vemos a Abás que gobierna en Cisjordania pero el Hamás gobierna a Gaza y acaba incluso de aparecer con una nueva visión política, pero sigue sin reconocer a Israel. Mientras esto no se dé, jamás van a poder llegar a un acuerdo de paz con Israel, por lo tanto el panorama sigue igual de difícil y Trump va a tener que tomarlo en cuenta.” Parte de la compleja situación en la que podrían emprenderse negociaciones, es la firme posición de Israel sobre sus colonias y el estatuto de Jerusalén. Reuvén Rivlin, presidente de la nación judía, aseguró que Jerusalén “es la capital de Israel (...). Es el momento de acabar con este absurdo y reconocer Jerusalén como la capital.” Efectivamente, ambas naciones pelean continuamente para tomar a la ciudad sagrada como capital.

Las fronteras de ambos territorios son claramente el punto clave que podría asentar la paz si se llegara a un acuerdo. Peckel detalló que “hay un paradigma que ya está establecido sobre el intercambio territorial. Está incluso avalado por la Liga Árabe. Se trataría de determinar las fronteras de manera tal que Israel, en las fronteras definitivas, queda con la mayoría de los asentamientos construidos en Cisjordania y Jerusalén, a cambio de entregarle a los Palestinos un territorio de igual tamaño”. Otro punto que resaltó Jaramillo, sería el reconocimiento mutuo de ambos Estados. Actualmente el Hamás y Abás afirmaron que defendían las fronteras de 1967, otra cosa es que Netanyahu esté de acuerdo. El docente de la Universidad del Rosario agregó que la explotación de los pocos recursos, el agua en particular, era también un punto imprescindible de las conversaciones. 

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Un contexto difícil

Peckel, explicó que el panorama actual en la región está marcado por “un estancamiento en el proceso político y de negociación desde el fracaso del plan de paz de John Kerry en el año 2013. De todas maneras los temas de la negociación son muy complejos. Por lo tanto sería plausible pensar que si el presidente Trump decide comenzar un proceso de paz, es porque van a tener bastante cocinado antes.” Además, Mauricio Jaramillo recalcó “la radicalización de la política israelí por la forma en que gobierna Benjamin Netanyahu. Hay pocas posibilidades de reconocimiento a los palestinos. Recientemente, a finales del año pasado, un proyecto de colonización autorizó nuevos asentamientos en Cisjordania, lo que por supuesto enfureció a los palestinos.”

¿Qué son las intifadas? 

Las Intifadas son literalmente levantamientos, rebeliones contra Israel. Ciudadanos palestinos multiplicaron los ataques contra israelíes a causa de la ocupación de sus tierras. La primera intifada fue conocida como la de las piedras, ya que se apedreaba a los israelíes y generó una fuerte represión. La segunda, aún más violenta, se llevó a cabo con armas y atentados suicidas por el Hamas. Más de 4.000 muertos palestinos y unos 1.000 israelíes resultaron de esos dos sucesos. En 2015 finalmente estalló la tercera Intifada, conocida como la de los cuchillos. Sin embargo, no sólo se usaron puñales, sino también dispositivos explosivos y armas.