El término ciudad inteligente, es la evolución de lo que se llamó en su época ciudades digitales. Hoy con la tonelada de información que se genera por segundo en cada ciudad, cruzado con las veces que cada uno de nosotros se conecta a una red satélite de un parque o de un café, con la certificación de la compra en un almacén donde usamos un datafono, las cientos de cámaras de reconocimiento facial , entre otros, casi estamos viviendo un súper gran hermano, donde el escenario es el planeta entero.

La inteligencia artificial, esa gran big data que da cuenta de cada segundo de nuestras vidas, ha llegado al punto de reconstruir el recorrido con pelos y señales de un milenial, (que han estado más del 90% de su vida expuestos en las redes sociales) reportando gustos, lugares visitados, tipos de afectaciones en salud, estados de ánimo, en fin, con los que las empresas de moda, los bancos, inclusive, las mismas redes, sugieren con extrema precisión, que atuendo podría venir con su personalidad o que persona podría estar interesada en ser su amigo. Estamos hoy siendo proveedores de millones de datos, de los que no tenemos conciencia y que nos está llevando cada vez más a exponer vulnerablemente ante el mundo todas nuestras fortalezas, y también todas nuestras angustias.

La ciudad inteligente, es el tema de esta semana en “Una semana para TIC” una propuesta de la biblioteca de la fundación epm en la que se reflexionará a cerca de las intervenciones tecnológicas en las ciudades y las formas de alfabetización digital a los ciudadanos para enfrentar esta nueva forma de gestionar las ciudades. Parece extraño, pero cientos de personas llegan todos los días a pedir que les enseñen a usar las redes sociales, a conocer las aplicaciones de mayor uso, cómo se pide un domicilio, o un taxi o simplemente como se pasa al siguiente nivel de un juego. Un trabajo que con toda la paciencia del mundo los funcionarios de la biblioteca han venido realizando por más de 15 años y que nos aporta cantidades en esta misión de consolidarnos como una ciudad inteligente.

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Pero el escenario ideal, es caminar hacia una ciudad consciente, donde la formación ciudadana sea tan fuerte, que las acciones básicas de gestión, las haga el habitante que frecuenta las intervenciones. Que se encargue de recoger el desorden que hace y de limpiar si ensucia, que este pendiente de regar los jardines y de reparar los asuntos que por simple sentido común se tienen que mantener por que se desgastan con su uso. Una ciudad para la gobernanza, para el encuentro, para la ponderación de los valores de convivencia, en síntesis, una ciudad inteligente, que piensa en el otro, que lo hace consciente. París, New York, Londres, Tokio, son referentes de ciudades inteligentes en el mundo, y no debe ser nuestro objetivo parecernos a ellas, ni el los procesos implementados, ni en las tecnologías puestas a la disposición de los ciudadanos y visitantes. Tenemos que crear nuestro propio concepto de ciudad inteligente, a la medida de las necesidades de la población de Medellín, a la medida de nuestras capacidades y de las capacidades de los ciudadanos.