Después de la gestión decepcionante de Federico Gutiérrez, tenemos la oportunidad de corregir el rumbo. Sin embargo, siento que los candidatos y sus propuestas se quedan cortos
Una de mis definiciones favoritas es: “La política es el arte de repartir insatisfacciones”. Me gusta porque desmitifica a los líderes y al mismo tiempo nos recuerda que el mundo es complejo y que las soluciones nunca son fáciles. Yo quiero una cosa, usted quiere otra, y el político que administra nuestra plata tiene que definir que hacer con ella para darle gusto a millones de personas con intereses y problemas distintos. Todos vamos a quedar bravos con algo, porque un líder perfecto solamente existe en un culto.
Por eso un político (es decir, un líder imperfecto y encartado) tiene que tener visión global, serenidad y criterio, cosas que generalmente llegan con la experiencia. Para que lo elijamos, va a tratar de seducirnos con propuestas de campaña (cosas tan vacías) que nos muestran un poco cómo piensa, cómo entiende el mundo, o qué cosas son más importantes para él. A veces hay candidatos fuertes en momentos históricos precisos, a veces no.
En Medellín, esta carrera a la Alcaldía ha sido particularmente desalentadora. Después de la gestión decepcionante de Federico Gutiérrez, tenemos la responsabilidad de corregir el rumbo. Sin embargo, siento que los candidatos y sus propuestas se quedan cortos ante los retos de manejar esta ciudad. Nadie me emociona ni me convence. Por el contrario, varios me asustan. Vámonos uno por uno:
Empecemos por Santiago Gómez, “El de Fico.” Tiene experiencia en administración pública ya que fue secretario de Gobierno, y sabe como se maneja una alcaldía porque participaba en todas las decisiones. Esto dicho, jamás le daría mi voto. Esta alcaldía cerró el diálogo ciudadano, nombró secretarios sin experiencia, paró Parques del Río, fue incapaz de hacer el tranvía de la 80, dejó obras atrasadas, y su mayor logro ambiental son los corredores verdes: jardineras muy publicitadas que no agregan ni un metro cuadrado de espacio público.
La evaluación en seguridad es vergonzosa: El secretario de seguridad estuvo encarcelado por hacer tratos con los combos, el alcalde se dedicó a armar shows de sheriff, y los homicidios aumentaron en los últimos 4 años.
Además, desde hoy hay sospechas de participación política y de presión a los contratistas para apoyar la campaña de Gómez. De ser cierto, esto es corrupción pura y dura. ¿Vamos a ser permisivos con esto?
Sigamos con Alfredo Ramos. Me gusta que haga parte de un partido, creo que los políticos “independientes” pueden ser ruedas sueltas que se alejan de las líneas ideológicas y el control interno de los partidos. Sin embargo, su partido es la razón que me impide votar por él. El Centro Democrático se opone activamente a la implementación de los acuerdos de paz, y yo no puedo votar por alguien que tenga esa postura, y que dijo abiertamente militarizaría de nuevo algunas zonas de la ciudad. ¿Acaso nunca ha ido a la Comuna 13 a escuchar como se vivió la Operación Orión? Para hablar de militarización hay que ser o muy indolente o muy enajenado.
Me preocupa que Ramos conozca poco la ciudad, que no tenga experiencia pública en la rama ejecutiva, y que únicamente haya pasado (sin mucho brillo) por el Congreso. Hace un año, el Centro Democrático impulsó a un novato a la Presidencia que no ha podido plasmar una idea de país, y que no está dando la talla en los temas más sensibles. ¿Nos vamos a arriesgar a tener lo mismo en Medellín?
Continuemos. Me gusta mucho Valderrama por su energía, Beatriz por su conocimiento urbanístico y Víctor Correa por su enfoque social. También valoro la experiencia de Juan Carlos Vélez. Estos candidatos me gustan, pero juntos. No pudieron unirse para lograr una candidatura sólida, a pesar de los muchos llamados de la ciudadanía para que lo hicieran. Al ser incapaces de llegar a consensos, perdieron mi voto.
Finalmente, llegamos a Daniel Quintero, un “independiente” que se dio a conocer después de un manejo tremendamente irresponsable e incendiario del tema de Hidroituango en sus momentos de mayor crisis. Sin embargo, Quintero tiene experiencia a nivel de viceministerio y tiene claras las oportunidades de transformación social que vienen con la cuarta revolución industrial. Además, de quienes lideran la carrera, es el único que abre la posibilidad de que Parques del Río continúe.
Si no se puede votar con ilusión, hay que hacerlo con racionalidad (y con dolor de estómago). Esto nos pone en una situación muy compleja, votar sabiendo que las insatisfacciones llegarán desde el principio.
En este escenario de desesperanza, mi voto está entre Quintero y el Voto en Blanco. No me he podido definir y Quintero no me genera confianza, pero creo que es tremendamente inconveniente que Ramos o Gómez lleguen a manejar mi ciudad. Si llego a votar por Quintero, lo hago advirtiéndole que la ciudadanía va a ser inquisidora de todas sus decisiones.
Ojalá que la insatisfacción temprana nos sirva para salir del aletargamiento político que tuvimos en Medellín estos últimos cuatro años.
Después de esta diatriba, les cuento cuales son los votos que tengo claros:
Al Concejo voy a votar por Daniel Duque, #1 del Partido Verde, para que haga control político y siga impulsando temas que me interesan: movilidad sostenible, calidad de aire y la continuidad de Parques del Río.
A la Gobernación voy a votar por Aníbal Gaviria. Tiene la visión global, la serenidad y el criterio que necesita un buen gobernante. Ya lo hizo bien en el pasado, y estoy confiado en que lo hará bien en el futuro.
A la Asamblea, votaré por la lista de las Farc. No me gustan, pero hay que premiar a quienes escogieron el camino de la paz y que puedan hacer control político para que los acuerdos se cumplan en Antioquia.