Las dinámicas del desarrollo empresarial y la del bienestar social deben estar articuladas
El economista austro-estadounidense Joseph Shumpeter (1883-1950), definió la innovación, en la década de los años 40 del s. XX, como: “introducción de nuevos bienes y servicios en el mercado, el surgimiento de nuevos métodos de producción y transporte, la consecución de la apertura de un nuevo mercado, la generación de una nueva oferta”.
A partir de allí varios autores han venido complementado el concepto, en el que se ha llegado a un acuerdo en que la innovación es significativa e impactante cuando tiene una utilidad y es aceptada por el mercado, es decir, se comercializa, de lo contrario, queda como una invención; pero, a su vez, el proceso innovador en las empresas surge a partir de la detección de necesidades y deseos insatisfechos por parte de las personas (naturales o jurídicas)
En los últimos años, gracias a las dinámicas del desarrollo socio-humano, se empezó a acuñar y a desarrollar el concepto de innovación social, el cual surge de actividades como el emprendimiento social, la responsabilidad social empresarial, economía colaborativa, entre otras.
Dicen Hernández-Ascanio, J., Tirado-Valencia, P., & Ariza-Montes, en su artículo “El concepto de innovación social: ámbitos, definiciones y alcances teóricos” (2016), entre varios autores citan a Weeks, quién en 1940 definió la innovación social como “La innovación social se refiere a nuevas formas, técnicas, procedimientos, leyes y acuerdos, llevados a planes en educación, justicia, profesiones, economía, comercio y negocios internacionales que propenden por órdenes sociales más equitativos y justos.
La Cepal en 2008 la definió como: “nuevos procesos, prácticas, métodos o sistemas para llevar a cabo procesos tradicionales o tareas nuevas que se hacen con participación de la comunidad y de los beneficiarios. Para otros también incluiría aquellas iniciativas originales que mejoran la eficacia de la acción pública. Muchos identifican la innovación social con las aplicaciones sociales de la innovación tecnológica e incluso la parte de ésta que corresponde a la participación y la gestión del talento humano”.
La Ocde en 2009 expresó: “El término ‘innovación social’ se utiliza para describir el desarrollo e implementación de ideas nuevas (productos, servicios y modelos) para satisfacer las necesidades sociales. Al igual que en otros campos, la innovación social es distinto de ‘mejora’ o ‘cambio’, lo que sugiere cambio sólo incremental y de la ‘creatividad’ e ‘invención’, que son a la vez vitales para la innovación, pero omite las etapas de aplicación y la difusión que hacen nuevas ideas útiles. La innovación también es distinta de la iniciativa empresarial, ya que es posible ser emprendedor sin ser innovador. Sin embargo, existe una considerable superposición entre la innovación y la mejora, el cambio, el espíritu empresarial y la creatividad”.
Con base en las concepciones anteriores de innovación social, se puede concluir que las dinámicas del desarrollo empresarial y la del bienestar social deben estar articuladas en aras de mejorar la competitividad de las empresas pero a su vez no debe ser excluyente, sino involucrar procesos conducentes a mejorar las condiciones de bienestar, equidad e inclusión social (resultado de la innovación social), pero es perentorio dejar de lado la concepción de Estado paternalista, hacia un Estado coadyuvador del desarrollo integral comunitario. No significa esto adoptar el modelo del Socialismo del Siglo XXI, ni del capitalismo salvaje sino buscar un modelo de desarrollo integrador “socio-capitalista”, en el que quepan las dos perspectivas del desarrollo humano integral y sostenible.