Bajo inconfesados intereses, estos líderes tratan de congelar el proceso histórico de sus comunidades hacia su redención, aislándolas
En su comunicado el Cric amenaza al Gobierno , recordando que si ahora “a puesto a temblar al país”, no vacilará en volver en hacerlo de nuevo cuando lo consideren necesario mediante las mismas vías de hecho o sea recurriendo al terrorismo. La historia del Cric responde en principio a reivindicaciones que esencialmente son aquellas que las minorías indígenas oprimidas reclamaron, recordemos a Quintín Lame, pero al cual el Cric actual permeado ideológicamente por las doctrinas revolucionarias de los movimientos guerrilleros, incorpora formas de lucha propias del leninismo fariano. Y un lenguaje que, como lo comprobamos en la fraseología de sus dirigentes, de sus comunicados, cae inevitablemente en los mismos tópicos pequeño burgueses de las minorías que hoy en la ciudades insisten en imponer un modelo supuestamente socialista, completamente desfasado ante las nuevas realidades sociales, ante el hecho de que algunas minorías étnicas tal como la afrodescendientes, ya se incorporó plenamente al reto de crear una nueva sociedad plural, mientras bajo inconfesados intereses, estos líderes tratan de congelar el proceso histórico de sus comunidades hacia su redención, aislándolas bajo falaces conceptos sobre una “autonomías territorial” que, curiosamente, les permite recibir cuantiosas ayudas del gobierno pero no rendir cuentas por el destino de estas ayudas. El reconocimiento de la ciudadanía, como lo recuerda Rousseau, nos convierte en ciudadanos integrados con los mismos derechos y deberes que los demás, precisamente para eliminar la tendencia al paternalismo, que es, otra disimulada manera de seguir considerando al otro como un ser inferior. Y este es el error del Cric al usurpar la vocería de diversas comunidades indígenas que cuentan con sus propias teogonías, con formas de vida diferentes que exigen un respeto a sus propias vías reivindicatorias que el terrorismo viola de manera despiadada. Si la Iglesia Católica comprendió los errores que conllevaba la llamada “catequización de infieles” a cuyo nombre se justificaron tantas tropelías ¿Por qué los adoctrinadores blancos de la guerrilla no tuvieron respeto alguno para estas culturas y disfrazados de redentores al imponer a estas comunidades el uso de la llamada violencia revolucionaria, les negaron su espiritualidad? ¿No los están degradando al convertirlos en narcotraficantes imponiéndoles formas de violencia inaudita y enfrentándolos – como sucedió con los Awá- ofendiendo así las voces de sus antepasados? ¿Hubiera permitido Quintín Lame que los sagrados recintos del Cauca se convirtieran en el territorio de la coca? La aculturación de una comunidad, y este es el problema que todas las comunidades indígenas de Latinoamérica siguen afrontando, conduce inevitablemente a la destrucción de sus valores de referencia, a que el indígena se preste a convertirse en una caricatura de su raza, en objeto de antropólogos tercermundistas, a que se le niegue el derecho a confrontar sus conocimientos ancestrales con la tecnología agrícola, por ejemplo, con la ciencia, y a ser condenado eternamente a quedarse en las artesanías, en la pobreza, utilizados como comparsas y no como protagonistas. Incentivar el odio étnico es una actitud repulsiva. Pero hay algo más importante y es el hecho de que el Cric no es el único portavoz de todas las comunidades tal como lo ponen de presente dirigentes indígenas que los han denunciado por su totalitarismo, por su corrupción. Desconocer esas otras vocerías ha sido parte del plan de la llamada oposición para desestabilizar el gobierno de Duque.
P.D. ¿Dónde está el informe detallado sobre sus inmensos territorios, sobre sus planes educativos, sobre el rescate de sus lenguas, sobre la salud?