Iglesia católica llama a la reflexión y a una vida de servicio

Autor: Redacción
5 abril de 2020 - 06:54 PM

En el comienzo de la Semana Santa, el mensaje es a fortalecer la familia y a vivir en la presencia del Señor, sirviendo a los demás sin egoísmos y sin mentiras.

Medellín, Antioquia

Aprender a vivir con fe y esperanza en la verdad, sin engaños y sirviendo a los demás con amor, con humildad, con el deseo permanente de hacer el bien, como hoy lo hacen todas aquellas personas que luchan y arriesgan hasta su propia salud y la de sus familias en favor de quienes están infectados por el covid-19, especialmente el personal médico y de salud de clínicas y hospitales de todo el mundo, porque esa es la mejor manera de darle un verdadero sentido a la vida.

Con ese mensaje, el papa Francisco, desde el Vaticano y Monseñor Ricardo Tobón, en Medellín, celebraron hoy Domingo de Ramos el inicio de la primera Semana Santa que invita a la unidad espiritual y no presencial en los templos católicos de todo el mundo.

Lea: Semana Santa en familia

En la celebración Eucarística de este Domingo y de la Pasión del Señor, el Pontífice invitó al mundo a “redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve” y a no traicionar ni abandonar lo que de verdad importa.

A los jóvenes les llamó a tomar como ejemplo a los verdaderos héroes de hoy y a jugarse la vida como ellos sirviendo a los demás: “Queridos jóvenes. Mirad a los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino los que se dan a sí mismos para servir a los demás”, exclamó desde la Basílica de San Pedro durante la XXXV Jornada Mundial de la Juventud.

Celebró Francisco que Dios nos salvó “sirviéndonos” y que nos sirvió “dando su vida por nosotros” porque “él nos ama, puesto que pagó por nosotros un gran precio”, y además nos perdona después de “experimentar las situaciones más dolorosas de quien ama: la traición y el abandono”.

Recordó que “Jesús sufrió la traición del discípulo que lo vendió y del discípulo que lo negó. Fue traicionado por la gente que lo aclamaba y que después gritó: Sea crucificado”.

Por eso, al invitar a “un examen de conciencia”, el papa Francisco nos pone delante de esta imagen para que pensemos en las traiciones pequeñas o grandes que hemos sufrido en la vida: “Es terrible cuando se descubre que la confianza depositada ha sido defraudada”, dice el papa, pues “nace tal desilusión en lo profundo del corazón que parece que la vida ya no tuviera sentido”. Francisco explicó que esto nos sucede porque “nacimos para amar y ser amados” y es por ello que lo más doloroso es “la traición de quién nos prometió ser fiel y estar a nuestro lado”.

Ante esto, el Santo Padre invitó a que nos examinemos interiormente: “Si somos sinceros con nosotros mismos, nos daremos cuenta de nuestra infidelidad. Cuánta falsedad, hipocresía y doblez. Cuántas buenas intenciones traicionadas”.

Y refiriéndose al abandono, a esa dolorosa sensación que sufrió el Señor en la cruz, el papa señaló que, pese a todo, “en este tiempo de pandemia Dios no nos deja solos”.

Explicó que “en el Evangelio de hoy, Jesús en la cruz dice una frase, sólo una: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Es una frase dura”, aseguró el papa, pues Jesús sufrió el abandono de los suyos, que habían huido, pero  -puntualiza- “le quedaba el Padre. En el abismo de la soledad, por primera vez lo llamó con el nombre genérico de Dios”. Y le gritó el ¿por qué? más lacerante: “¿Por qué, también Tú, me has abandonado?”.

Francisco detalló que Jesús experimentó ese abandono precisamente para servirnos una vez más: “Para que cuando nos sintamos entre la espada y la pared, cuando nos encontremos en un callejón sin salida, cuando parezca que ni siquiera Dios responde, recordemos que no estamos solos.

Hoy, frente al drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan y con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón: “Jesús nos dice a cada uno, ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene”, aseguró el papa.

 

Aprender a vivir

En su Homilía, desde la Catedral Metropolitana, el arzobispo de la Arquidiócesis Medellín, Ricardo Tobón Restrepo, invitó a la comunidad a “aprender a vivir” en estos tiempos difíciles de pandemia.

“Los invito a todos a acoger a Cristo. Pienso que el Señor nos tiene concentrados en nuestras casas no solamente para liberarnos de una epidemia; para controlar un virus. Nos tiene, como en un retiro espiritual, para enseñarnos a vivir”, dijo al recordar que “Jesús es el hijo de Dios, el que ha venido de parte del Padre a traernos la salvación, porque él es el que rescata la dignidad del ser humano, él es el que liberta nuestra libertad, él es quien nos muestra el camino de la verdad para que no andemos engañados detrás espejismos y falacias, buscando siempre una alegría que no nos llena plenamente”.

El arzobispo también invitó a la reflexión, porque “es necesario descubrir quiénes somos, por qué estamos en este mundo, cómo se asume la vida, hacia dónde caminamos”, y en ese sentido destacó que lo esencial es aprender a vivir, “porque de qué nos vale ganar todo el mundo si finalmente perdemos la vida”, se preguntó.

Apuntó que el Señor nos ha puesto en una situación en que ha limitado nuestras salidas, nuestras relaciones y nuestra capacidad de trabajo (y lo ha hecho precisamente durante el final de la Cuaresma y de la Semana Santa), para que nos encontremos con lo fundamental de nuestra vida, para que nos encontremos con él que es el modelo de una existencia humana, para que le abramos el corazón a él que nos trae la verdad y la vida.

Por eso llamó a mantenernos en la verdad, “porque hemos construido un mundo desde el engaño y desde la mentira.  Nos parece que podemos burlarnos, que podemos jugar, que podemos entretenernos con los demás diciendo cualquier cosa para provecho o diversión propia”.

Tobón Restrepo invitó a buscar la “libertad auténtica”, porque hoy estamos ante “tantas esclavitudes que nos subyugan, que nos quitan la capacidad de ser, que nos privan del gozo de la vida”, que extravían el camino, por lo que llamó a “aprender a vivir en la esperanza que no se finca en lo que podemos ver, tener y hacer, sino en Dios mismo, la roca en la que nos apoyamos, el Padre en quien confiamos con todas las fuerzas de nuestro corazón".

 

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