En nuestros municipios nariñenses (¿en toda Colombia?) no es si no comparar el grueso dinero que sus alcaldes gastan en días y noches de fiesta de licor y tablados, con el avaro que destinan a la lectura
Entre 24 y el 29 de septiembre pasado, se desarrolló la Feria Internacional del Libro en Pasto. Aunque se viene ejecutando desde 2007, en 2016 se juntaron esfuerzos con la capital del Carchi, Tulcán (ya con algunas editoriales ecuatorianas), para la primera feria internacional. Toda esta actividad la ejecuta un selecto batallón, que aúna su esfuerzo personal en fundaciones, como Quilqay dirigida por una guerrera cultural del sur, Mariela Guerrero, otra más de nuestras modernas, bellas y valientes guaneñas de jeans, saco de lana o chaqueta y botas, para contrarrestar las modernas batallas contra la ignorancia y contra los vientos que bajan del Galeras. Mujeres “verracas” como ella hay otras que –injustamente por el espacio- me es imposible mencionar a cada una.
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A raíz de la publicación de mi libro Sur, donde las rocas secretamente florecen. Crónicas, por la Alcaldía de la ciudad de Pasto este año, fui invitado a presentarlo junto con otras obras más, publicadas por la misma institución. Desafortunadamente para mí, inconvenientes de última hora, me impidieron viajar. Ese es un retorno al que mi corazón se prepara alborozado siempre, como un niño, siempre. De la Feria sé que fue un éxito, aunque siempre habrá conspicuas personas que piensen que éste sólo lo miden los miles de millone$ en venta$. ¡Qué le vamos a hacer!
La aceptación de la lectura -como costumbre vital del espíritu- es un proceso largo, que sólo algunas ciudades la han comenzado. Ese vicio –a la larga- también incrementará el negocio de los libros, claro. En nuestros municipios nariñenses (¿en toda Colombia?) no es si no comparar el grueso dinero que sus alcaldes gastan en días y noches de fiesta de licor y tablados, con el avaro que destinan a la lectura: ¿millone$ vs cero? Y quisiera que mi Sandoná no estuviera entre los del cero, pero...
Con el debido respeto, deseo hacer tres propuestas en relación con esta feria y con la lectura:
1.- Convertirla en un punto de encuentro familiar y de amistad. Que los espacios gratuitos de su programación se conviertan en los ansiados lugares anuales para el palique y la reunión informal de amigos y familia, alrededor de los libros. Innegablemente las autoridades deberán ampliar los presupuestos.
2.- Erigir un stand donde se puedan intercambiar libros leídos (o usados, si lo prefieren). Éstos abarcarían todos los géneros de la literatura, la historia, las biografías, etc. No libros técnicos ni escolares. Que el intercambio sea un libro por otro no importa su tamaño, costo, etc. Todos deberán ser legales, es decir publicados bajo los pasos de la ley. Con el tiempo se podría pensar en una institución o fundación que, con algún apoyo institucional, tome para sí el trabajo de hacer una sede (o biblioteca) de estos libros donde cada lector vaya e intercambie lo que necesita, hasta cierto límite –por día o semana, etc-, durante todo el año. Algunas instituciones como la Biblioteca de la Universidad Eafit, de Medellín, tiene una larga y brillante experiencia en esto.
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3.- (Quizá más difícil por los egos políticos), que entre la Alcaldía de Pasto, su Concejo, la Gobernación de Nariño y su Asamblea, juntaran esfuerzos, voluntades y pre$upue$to para crear -en un acto jurídico- un Fondo Editorial (Nariñense) para una colección anual de autores nariñenses, nativos y “adoptivos” con arraigo reconocido. Que ese fondo posea herramientas jurídicas para comercializar una parte de las obras, aquellas que no se destinen al beneficio de los colegios, universidades y bibliotecas públicas del Departamento de Nariño y del Estado, para distribuirlas por medio de editoriales u otras ferias. Que no esté sujeta a la bonhomía del mandatario de turno (p ej. ahora con la alcaldía del profe Pedro Vicente Obando, y en el pasado con la del profe Raúl Delgado). Que se convierta en norma institucional a cumplir. Que los jurados para la escogencia a la anual convocatoria sean -a toda prueba- confiables: éticos y competentes. Que además se contemple que si el jurado, en su sabio saber y entender, declarara desierta la convocatoria (por falta de calidad, a su juicio), se respete la decisión.
La única beneficiaria de estas propuestas sería la sociedad nariñense y colombiana, es decir, una parte de la humanidad, es decir, la humanidad misma.