La Institución Educativa Guillermo Aguilar en Yolombó (Antioquia) está trabajando en el proyecto de huertas escolares y es, hoy en día, ejemplo a seguir en la materia.
“Yo consideraba que un alimento era bueno para mi hijo porque su empaque decía que era natural, tenía fruta, fibra, vitaminas e imágenes que lo asociaban con algo saludable”, narró una madre de familia.
La información confusa o engañosa que reciben los padres y niños sobre los productos que se están consumiendo de las loncheras en los colegios es el principal detonante de la campaña en redes sociales #AbramosLaLonchera, que Red PaPaz (Red de Padres y Madres) y Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) están promoviendo como estrategia para eliminar las brechas de información de este tipo.
La movilización también utiliza los HT #TenemosDerechoALaInformación y #NoComasMásMentiras.
Y en esa discusión, el tema de las huertas escolares se ha convertido en un recurso de enseñanza y aprendizaje en los entornos educativos.
Para Laura Carolina Suárez Alonso, gestora de Incidencia de Red Papaz, cultivar y tener una huerta escolar en las instituciones educativas del país es una estrategia con dos fines en específico. El primero tiene que ver con entender en los colegios que la alimentación es un tema en forma transversal; es decir, para ella es un tasunto que se debe comprender en su totalidad como un producto que se consume, sin olvidar que detrás de ella hay todo un proceso.
Y en ese punto, entra a tomar parte el ejemplo de las huertas escolares de la Institución Educativa Guillermo Aguilar en Yolombó (Antioquia), en donde, según contó a EL MUNDO el rector, José Ovidio Narváez, con la implementación de ellas los maestros están aprovechando para enseñar temas relaciones con las áreas de matemáticas, biología, física, geometría, ética y valores y hasta para implementar estrategias que incentiven en los estudiantes el desarrollo de habilidades en la forma cómo se relacionan, promueven una sana convivencia y fomentan el trabajo en equipo.
Siguiendo con los fines educativos de las huertas, la gestora de Red Papaz reconoció que estas son una eficaz estrategia para garantizar que haya insumos para la preparación de alimentos sanos dentro de los colegios, ya que las tiendas contienen toda clase de bebidas azucaradas y productos ultraprocesados, en especial, gaseosas y snakes como chitos, papitas o rosquillas, que son los productos con mayor oferta, publicidad y visibilidad en las vitrinas de las I. E., según un estudio del grupo de investigación en socioantropología de la alimentación, adscrito a la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Antioquia.
Las huertas del colegio antioqueño Guillermo Aguilar, una institución conformada por once sedes, en el momento, están siendo operadas en su mayoría por los estudiantes que cursan la media técnica escolar, décimo y undécimo. El rector contó que hallaron su funcionalidad al concebirla, además, como una estrategia para fomentar el consumo de frutas y verduras, con el apoyo del proyecto institucional Fomento a Estilos de Vida Saludables.
Para su conformación, hace unos años el colegio designó unos recursos, para conseguir los insumos y las herramientas para todas las sedes. Luego, con el apoyo de los padres de familia, se adecuó un espacio en cada una para disponer allí la granja y así hoy en día cosechan, especialmente, frutas (naranjas, guayabas y piñas) y hortalizas (cebolla, tomate, cilantro, remolacha, maíz, yuca o plátano), las mismas que, una vez recogida la cosecha, cuya distribución da hasta para que los alumnos se llevan parte para sus casa, “en algunos casos ese se convierte en uno de los únicos alimentos que tienen las familias para consumir”, contó Narváez.
“Además, ellos (los estudiantes) participan en la recolección, la idea es surtir también el restaurante escolar, y que puedan llevar para sus casa, de acuerdo a lo que se produzca”, continuó el rector.
En Colombia, Red Papaz tiene registro de casos de exitosos de varias instituciones educativas con el tema de las huertas escolares, algunos de ellos son el colegio San Jorge de Inglaterra, una institución privada ubicado en zona urbana, en donde utilizan los insumos de la huerta escolar para abastecer su cafetería y tienda escolar; también la experiencia de Cerro Alto (Caldono Cauca).
Ahora, en lo que está trabajando la Red de Padres y Madres es en incentivar la implementación de este tipo de proyectos tanto en instituciones educativas públicas, como en las privadas, en las urbanas o en las rurales.
Para Carolina Piñeros Ospina, directora ejecutiva de Red PaPaz, es importante crear estrategias que cuiden la salud de los niños. “Por ello, estamos trabajando, decididamente, para tener una política pública que proteja el derecho de la niñez y la adolescencia a una alimentación sana, a la vez que impulsamos que familia y colegio hagan una alianza que favorezca la transformación de los espacios y las actividades escolares, de forma que dispongamos, promocionemos y ofrezcamos alimentos naturales, reales, frescos y autóctonos, a la vez que recuperamos nuestras tradiciones culinarias y volvemos a disfrutar del placer de alimentarnos bien”.
Según los estándares de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), muchos de los productos que se ofrecen como saludables e ideales para la infancia, dicen ser naturales y contener fruta o fibra, son en realidad altos en azúcares, sodio o grasas.
Para evitar que se reciba información confusa o engañosa, la invitación de Red PaPaz es a informarse y a firmar la movilización Abramos la lonchera: para saber realmente qué están consumiendo nuestros hijos. Usted puede unirse e invitar a otros a ser parte de esta iniciativa.
Con el apoyo de la ciudadanía, Red PaPaz le pedirá a la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) que investigue la veracidad de la información de los empaques y la publicidad dirigida a la infancia, de algunos productos comestibles ultraprocesados (paquetes, bebidas endulzadas y comida chatarra).