Nuestro amado gremio de la Prensa, el hotelero, el de turismo, el de la publicidad, los relacionistas públicos, la Cámara de Comercio de Medellín, las universidades, los sectores público y privado (y siga contando), le tributamos múltiples y bien ganados reconocimientos.
El pasado sábado 8 de junio de 2019, falleció el amigo, el colega, el periodista, el relacionista público, Jaime Tatis del Valle. Escribo la palabra “amigo”, antes que las de colega, periodista y relacionista público, por una razón sencilla: Jaime, era un profesional, un ser humano lleno de respeto y valoración por el otro; era un auténtico amigo. Él sabía de sus cualidades, de sus calidades y merecimientos. Nuestro amado gremio de la Prensa, el hotelero, el de turismo, el de la publicidad, los relacionistas públicos, la Cámara de Comercio de Medellín, las universidades, los sectores público y privado (y siga contando), le tributamos múltiples y bien ganados reconocimientos, por aquello de “…en vida, hermano, en vida”. Los disfrutaba, los compartía, y hacía de ellos una fiesta de todos. Y seguía igual de humilde, de generoso, de amigo, ¡como si nada!; nada lo envanecía; como Peralta, en el cuento de Carrasquilla: mientras más se le tributaba, más se achiquitaba.
No ha de faltar el ortodoxo a ultranza (no tanto del periodismo, más bien de la literatura), que reproche el que yo escriba con el corazón: lo cierto es que Jaime (nuestro Jimmy), hacía demostración a cada paso, en cada palabra, en cada saludo, en cada acción, de ser esencialmente un hombre bueno; una buena persona. Tal vez a esta cualidad le debemos sus 92 años bien vividos, bien logrados, bien disfrutados. Su vida, en esencia, fue cátedra del pensamiento de ese polaco, referente nuestro, el periodista Ryszard Kapuscinski, cuando en su libro Los cínicos no sirven para este oficio (el que más me gusta de su cosecha), escribió:
“Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina “empatía”. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”.
Como casi todos sus colegas, disfruté muchas veces de su saber; de su saludo afectuoso, sincero y cálido: a la hora de saludarnos, recuerdo, su mirada (que se centraba en mis ojos) hacía yunta con el abrazo fraterno, a la par que su inconfundible acento, claro, cálido y sonoro, pronunciaba el inolvidable “hola, Ivancho”.
Cartagenero de la más fina estirpe, llegó hace 60 años a Medellín como Jefe de relaciones públicas del histórico Hotel Nutibara; desde entonces se estableció una “relación amorosa” y productiva entre él, la ciudad y los gremios, a tal punto que se convirtió en el fundador de la Red Colombiana de Periodistas de Turismo, miembro fundador del Club de la Prensa de Medellín, miembro de su Junta Directiva en varias oportunidades, y estudiante aventajado en sus distintos diplomados y procesos académicos, que en buena hora promoviera Humberto López López.
Para finalizar esta dulce recordación, digamos que Jaime, como toda persona buena, amaba a su familia de forma entrañable; por ello, en su fiesta de celebración de los 90 años, el 5 de junio de 2017, urgido por ese amor filial y al calor de unos buenos vinos, pidió escuchar su mensaje, que casi fue una proclama ante la crisis de la institución familiar: “Mi mensaje no es otro distinto a que todos ayudemos a que se produzca un cambio en el organismo más importante de la sociedad, el núcleo familiar, la prueba de la importancia de la familia, me la están dando mis hijos, mis nietos, mis hermanos, mis sobrinos, mi cuñada; ustedes, amigos entrañables, en este día que marca mis 90 años de una vida llena de alegría”.
Feliz partida, amigo Jimmy: tu herencia de buena persona, de buen periodista, de excelente amigo, ha de perdurar en nuestro Gremio, en nuestra sociedad y en los corazones de los que gozamos con tu humildad, tu saber y tu amistad.