“La paz vendrá del campo y mientras haya hambre nuca habrá paz”, ese es el postulado que mueve el quehacer de los Hogares Juveniles Campesinos, donde se trabaja por fortalecer el campo mediante su filosofía fundamentada en la paz desde la zona rural de Colombia.
La Fundación de Hogares Juveniles Campesinos está cumpliendo 55 años de labor ininterrumpida en pro de la defensa de los derechos de los jóvenes y niños campesinos del país, además, su labor se enfoca en encaminarlos hacia la productividad y conservación del campo colombiano como política de paz desde la ruralidad.
En entrevista con EL MUNDO, el Pbro. Jaime Alonso Quiceno Guzmán contó detalles de lo logrado en estos años y de las miradas hacia al futuro que perfila la fundación.
lo más gratificante para la fundación es su número de egresados, más de 247.000 personas que han pasado por acá y que hoy ocupan, incluso, cargos altos en las comunidades y trabajan por ellas.
Aunque no se trata solamente de las personas que han pasado por nuestros Hogares, también de los campesinos que han pasado y se han formado con nosotros.
Hogares Juveniles Campesinos lo que busca es ser el eje de mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades campesinas de Colombia.
Hoy estamos en doce departamentos. Se han cerrado algunos Hogares, y eso también hay que contarlo, con nostalgia pero también con alegría de saber que fue que no cumplieron su objeto, desviaron el servicio a la comunidad, se quedaron en un simple internado o albergue o residencia estudiantil, cuando el Manual de Hogares Juveniles Campesinos, escrito hace 55 años por monseñor Iván Cadavid, Q.E.P.D., se dicta que lo que se busca es ser mucho más abierto, de muchas maneras, a la comunidad.
Dice el Manual: “es una infraestructura al servicio de todas las entidades copartícipes del Estado, la Iglesia y la sociedad, buscando un acercamiento”.
Entonces, los que se quedaron, de pronto, en una residencia, en un albergue, en una sola partecita, perdieron ese objeto. De hecho, hoy se están liquidando algunos, por problemas judiciales, pero nosotros creemos necesario y justo darlo a conocer.
Hay que decir que la organización Hogares Juveniles Campesinos como tal está fortalecida, gracias a Dios, por la misma comunidad, al trabajo de mis antecesores, al mismo trabajo del equipo al frente de la fundación.
Hay unos Hogares prestando un servicio, de verdad, admirable en esas comunidades. Aquí en Antioquia es de resaltar a Jardín, San Carlos, Pueblorrico, Úrrao, ahora con un templo-comedor, allí se alimentan más o menos doscientas personas de lunes a viernes.
A cada Hogar le vamos buscando un servicio a la comunidad, de acuerdo a sus mismas condiciones y necesidades.
Formamos a la comunidad, algunos me dicen: “Pero si se llaman es Hogares Juveniles Campesinos”, no importa, damos formación a toda la comunidad, creemos que la juventud no se lleva ni en la cédula ni en los años, sino en el corazón y en las energías que uno le ponga a la vida.
Los ejes principales para nosotros son el respeto; la autonomía, porque en cada una de esas casas en alguno de esos rincones de Colombia, esas casas son autónomas, financiera y administrativamente. Lo que somos es unos compañeros, unos coequiperos y buscamos que en ese servicio se fomente el respeto por la naturaleza, por la comunidad, por la persona, esos son los pilares que buscamos cada día en Hogares Juveniles Campesinos.
Nuestra filosofía radica en lo cristiano, lo agropecuario y lo recreativo, lo CAR.
La filosofía CAR forma en valores, si son niños, si son jóvenes, si son adultos, si están en la universidad, en el Sena, en fin, en cualquier espacio buscamos la formación en valores.
En lo cristiano queremos darle un valor agregado a lo agrícola, porque ese espíritu se va perdiendo, tratamos desde lo posible que los Hogares tengan su granja, pequeña o grande, aunque hay algunos que tienen una finca envidiable.
En lo recreativo aspiramos a que los jóvenes su tiempo libre lo entretengan o lo ocupen en formación.
Llegan a través de la comunidad. Nosotros no llegamos ni en caída ni en parapente; llegamos mostrando lo que se tiene, lo que se hace.
Son las mismas comunidades las que van despertando ese interés. Lo repito, y lo digo muchas veces, no somos internados, ni centros de rehabilitación de beneficencia. Son entidades sin ánimo de lucro prestadoras de servicios.
Los servicios son los que la comunidad a bien busca como Hogares Juveniles Campesinos, ese gran nombre que a lo largo de la historia ha marcado a algunas comunidades, a algunas personas.
Nos quedó muy claro que ‘la paz vendrá del campo’ y que “con hambre no habrá paz”. Llevamos 55 años insistiendo y sembrado paz.
La paz la traemos es desde el campo a la ciudad. Por eso nuestro gran interés es seguir llegando a estas comunidades con nuestras publicaciones.
A lo largo de la historia se ha conocido el Manual de Hogares Juveniles Campesinos, el Manual de La Granja Integral Autosuficiente y los Manuales Agropecuarios, nosotros seguiremos insistiéndole a la gente esa mirada hacia el campo.
¿Cómo llegó usted a liderar la fundación?
Yo nunca fui alumno de Hogares Juveniles Campesinos, soy de Urrao, donde nació la obra en 1963, tenía un leve conocimiento de lo qué es y hace.
Allí en Urrao crecí, hice mi primario y bachillerato en la Normal Superior Sagrada Familia y de allí fue al Seminario de Santa Fe de Antioquia y me ordené sacerdote en 1995, trabajé en el 96 en Cañasgordas y luego me enviaron a Urrao.
Era un sacerdote joven, lleno de muchos años y me enviaron a mi propia tierra y allí empiezo a hacer un trabajo de comunidad, muy en la parroquia, muy en el Centro Bienestar del Anciano.
Luego, me vinculo al magisterio y me pongo de maestro de Religión, Filosofía, Ética. Estoy como maestro unos cinco años y luego me trasladan a Santa Fe de Antioquia, estando allí la gente me pide que los acompañe en la alcaldía; pido una licencia, me retiro, me lanzo a la Alcaldía de Urrao, soy alcalde de Urrao 2004-2007, hago mi trabajo de la mano de mi Dios y de la gente y en el 2008, cuando ya no soy alcalde ni estoy ejerciendo el sacerdocio, el señor arzobispo me pide hacer una revisión de lo que ha pasado y me envía a una casa de retiros, y en el 2009, por accidente, diría yo, el sacerdote que estaba en Hogares Juveniles Campesinos me dice que necesitaba a alguien que lo acompañara, y el arzobispo me autoriza ayudarle y a los seis meses ese sacerdote se retira y quedé yo, desde julio de 2009 como director nacional de Hogares Juveniles Campesinos y acá voy.
Me encanta el campo, soy de los que los sábados siempre estoy en una finca, en una parcela con los animales, con la granja, con los cultivos, en vacaciones ese es mi descanso y entonces le pongo la parte espiritual también para que el creador nos ayude a saber cómo es que vamos.