Historia de Medellín a cuentagotas 9

Autor: Luis Fernando Múnera López
4 agosto de 2019 - 10:04 PM

Un siglo después de descubierto, el valle de Aburrá se había convertido en una región apetecida para establecerse, había atraído una población variada de peninsulares, criollos, mestizos, negros y mulatos

Rionegro

Luis Fernando Múnera López

Poblamiento del valle de Aburrá

Fundadas Santa Fe de Antioquia, Cáceres y Zaragoza, las tres con abundante riqueza de oro en sus vecindades, la atención de los conquistadores y colonos españoles se centró en ellas.

Lea también: Historia de Medellín a cuentagotas 8

El valle de Aburrá, carente de esos atractivos, no volvió a despertar interés en los españoles durante más de tres décadas, hasta enero de 1574 cuando Gaspar de Rodas solicitó al cabildo de Antioquia que le adjudicara en ese valle cinco leguas de tierra para fundar hatos y sembrados para producir comida que abasteciera las poblaciones y las regiones mineras. Aún no era gobernador de Antioquia. Le fueron concedidas tres leguas, “cada una de tres mil pasos de cinco pies”, a lo largo del río y hasta el filo de la montaña a ambos lados del valle.

Para la dotación e instalación de esos hatos y sembrados los españoles contaban con cerdos y gallinas, así como semillas de cereales, hortalizas y frutales, que trajo el conquistador Jorge Robledo. Poco después empezaron a llegar vacas, cabras y ovejas que entraban por el río Magdalena. Manuel Uribe Ángel dice que desde 1570 existía en el valle de Aburrá el poblado La Tasajera (hoy Copacabana), donde se producía tasajo (carne seca) para abastecer la región minera del norte. El historiador Álvaro Delgado habla de que para el año 1575 existían “vastas dehesas de ganado en el valle de Aburrá, encargadas de surtir las zonas mineras de Antioquia y Chocó”.

Unos años más tarde Gaspar de Rodas fue nombrado gobernador de Antioquia y recibió de la Corona española facultades para repartir tierras y nombrar encomenderos. En desarrollo de esas facultades, en 1582 ya había adjudicado tierras en el valle de Aburrá a algunos compañeros militares suyos y a vecinos de Santa Fe de Antioquia, entre ellos a Antonio Machado y Pedro de Aldana. En 1589 hizo lo mismo con su hijo Alonso de Rodas Carvajal y con Juan Rodríguez Angulo, a quien entregó una extensión de una legua de largo por media de ancho.

Existe información de que el gobernador Rodas entregó en 1596 títulos de propiedad a los pocos indios que aún habitaban el valle de Aburrá. En sólo sesenta años después del descubrimiento, la abundante población indígena prácticamente había desaparecido de este valle.

Después de la muerte de Gaspar de Rodas, en 1607, sus tierras y hatos pasaron a manos de sus hijos Alonso y Ana María. El marido de ésta, Bartolomé Suárez de Alarcón heredo la gobernación por voluntad de su suegro y se dedicó a desarrollar el sector de Hato Viejo (hoy Bello).

En 1616 se conformó el resguardo de indios San Lorenzo de Aburrá, al cual nos referiremos en el acápite siguiente.

Al sur de ese resguardo, en terrenos de Itagüí y del Ancón de los Yamesíes, a doña María de la Quesada le fueron adjudicadas tierras que iban “desde la quebrada que llaman de Doña María de Quesada, quebrada abajo a dar el río de Aburrá, hasta el monte de Sinifaná”.

En 1619, al capitán y regidor de Santa Fe de Antioquia, Juan Jaramillo, encomendero de los indios caramantas, le fue adjudicado un lote de terreno en el Hatillo una estancia para formar una caballería, una ganadería y cultivos de pan llevar.

En 1630 se presentó una crisis en la producción minera de la región lo cual movió a los empresarios mineros de Buriticá, Zaragoza, Cáceres, el Valle de los Osos y Guarne a desplazar sus esclavos negros y sus capitales al valle de Aburrá, para diversificar sus inversiones con el establecimiento de hatos ganaderos y cultivos. Esta crisis también provocó la migración de población asalariada de las zonas mineras hacia el valle de Aburrá.

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Así las cosas, un siglo después de descubierto, el valle de Aburrá se había convertido en una región apetecida para establecerse, había atraído una población variada de peninsulares, criollos, mestizos, negros y mulatos, y se había constituido en el principal abastecedor de alimentos para las regiones mineras. Se aproximaba la fundación de Medellín.

Fuentes de consulta:

Álvarez, Víctor “Poblamiento y población en el valle de Aburrá y Medellín, 1541-1951”, en Jorge Orlando Melo, editor, “Historia de Medellín” dos tomos. Compañía Suramericana de Seguros, Medellín, primera edición 1996, tomo 1 páginas 57 a 61.

Continuará.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-08-05 08:14:54
La colonización es historia fascinante, sin duda.

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