El decrecimiento de la industria y la prevalencia del sector terciario en la economía de Medellín ha tenido un impacto negativo grande en la generación de empleo y en la concentración de la riqueza en la ciudad
Economía en Medellín en los siglos veinte y veintiuno
Durante el siglo veinte la composición de la economía de Medellín sufrió cambios muy significativos. Atrás se dijo que a principios de ese siglo la ciudad concentraba los recursos provenientes de la minería, el comercio y el café, con una participación incipiente del sector bancario que empezaba a nacer. La industria tenía poca participación.
A partir de la década del treinta, la industria manufacturera creció de manera sostenida y elevó su participación en la economía local, hasta la mitad del siglo. Para 1960, la industria aportaba cerca de la mitad del producto interno bruto de Medellín. Sin embargo, se estancó y luego empezó a decrecer. En el año 2010, su participación descendió a un tercio del total, y para 2019 se situó aproximadamente en un sexto del PIB.
El retroceso de la gran industria en Medellín y en el valle de Aburrá empezó en la década del setenta. Paulatinamente fueron desapareciendo o disminuyendo su tamaño empresas de los sectores textil (Tejicóndor, Coltejer, Fabricato, Pantex, Colibrí, Telsa, Pepalfa), químicos (Sintéticos, Pintuco), alimentos (Nacional de Chocolates), vidrios (Peldar), cigarrillos (Coltabaco), metalmecánico (Simesa). Algunas trasladaron sus instalaciones a la sabana de Bogotá, la costa Atlántica o el oriente antioqueño, otras disminuyeron el tamaño de sus instalaciones o simplemente desaparecieron.
Con algunas excepciones muy representativas, la industria manufacturera de Medellín se caracteriza hoy, al inicio del siglo veintiuno, por su baja generación de valor agregado y por servir principalmente el mercado local.
Las causas del decrecimiento industrial de Medellín son básicamente tres. La renta de la tierra, pues el área urbana vale más para centros comerciales o urbanizaciones que para fábricas. La protección ambiental, pues las industrias que no podían controlar sus emisiones contaminantes tuvieron que salir del valle de Aburrá. La competitividad en el mercado, porque la apertura económica de 1990 y los tratados de libre comercio han incentivado en Colombia más la importación de bienes de consumo que de bienes de producción, y la exportación de recursos naturales no procesados, como petróleo, carbón, café y flores, que bienes manufacturados.
En la actualidad, principios del siglo veintiuno, el sector que más aporta al producto interno bruto de Medellín es el de los servicios financieros, la banca y los seguros, con una participación superior a un tercio del total del PIB. El resto del sector terciario de la economía (que agrupa el comercio, la construcción, las telecomunicaciones, la salud, el suministro de personal, el transporte, la educación, el entretenimiento, la consultoría y otros) muestra un crecimiento rápido y sostenido, y totaliza un poco más de la mitad del producto interno de la ciudad.
Empresas Públicas de Medellín, la principal empresa de la ciudad, hace un aporte muy importante tanto a la calidad de vida de la población, con los servicios públicos que presta, como a la economía local.
El decrecimiento de la industria y la prevalencia del sector terciario en la economía de Medellín ha tenido un impacto negativo grande en la generación de empleo y en la concentración de la riqueza en la ciudad Con excepción del ramo de la construcción, las empresas de comercio y servicios generan menos empleo que la industria. Medellín es una de las ciudades con mayores índices de desempleo, de inequidad social y de concentración de la riqueza en Colombia.
Fuentes de consulta
Ramírez, Juan Mauricio, Zubieta, Iván y Bedoya Juan Guillermo. “Productividad y competitividad del sistema de ciudades” Fedesarrollo, Bogotá, agosto de 2014. https://www.repository.fedesarrollo.org.co/bitstream/handle/11445/202/Productividad_S%20de%20C_Informe%20Final.pdf?sequence=2&isAllowed=y
Nieto, Javier. “Así fue como Medellín dejó atrás grandes fábricas y se transformó” El Tiempo, Bogotá, 8 de septiembre de 2019, página 7.
Continuará.