La nueva fuerza laboral, especialmente en la industria textil, empezó a tener más mujeres que hombres. Muchas eran jóvenes campesinas solteras. Para ellas se crearon instituciones que les brindaban hospedaje, alimentación, formación moral estricta, instrucción técnica y capacitación en los oficios domésticos
Formación de la clase obrera en Medellín
El arranque definitivo de la industria manufacturera a principios del siglo veinte en Medellín encontró una clase trabajadora formada en la minería, el comercio y la artesanía, capacitada en las destrezas propias de los oficios, bien dispuesta y acostumbrada a la disciplina del trabajo.
Sin embargo, la oferta laboral disponible muy pronto fue copada por los requerimientos de las nuevas empresas, lo cual incentivó la migración de población campesina a la ciudad para incorporarse como nueva fuerza laboral. Este fenómeno requirió adaptación de lado y lado. Las familias que llegaban tuvieron que acomodarse a las costumbres y forma de vida citadina, y la ciudad tuvo que prepararse para la formación y capacitación de estos grupos humanos. Era necesario educar los campesinos inmigrantes en hábitos de higiene, principios de convivencia y normas morales. La prosperidad económica de la ciudad permitió que tuvieran condiciones de vida relativamente buenas.
La nueva fuerza laboral, especialmente en la industria textil, empezó a tener más mujeres que hombres. Muchas eran jóvenes campesinas solteras. Para ellas se crearon instituciones que les brindaban hospedaje, alimentación, formación moral estricta, instrucción técnica y capacitación en los oficios domésticos. Se aplicaba una vigilancia rigurosa sobre sus actividades, controlando en detalle su tiempo libre. Era frecuente que se llegara al extremo de fomentarles la soltería.
Se crearon los patronatos, instituciones privadas de asistencia social, promovidos en buena parte por el clero y las instituciones católicas. También, las casas de menores para albergar los hijos de las mujeres trabajadoras. La iglesia fue pionera en la fundación de estas instituciones, y así tomó liderazgo en la intervención moral y doctrinaria de la naciente clase obrera. Algunas empresas también tomaron la iniciativa para organizar patronatos.
La figura que inicialmente respaldaba estas asociaciones eran las agrupaciones mutuales o de apoyo recíproco entre sus miembros para calamidades domésticas. Estos grupos se reconocían como sindicales por la precaria legislación del momento. Así nacieron, entre 1910 y 1920, la Acción Social Católica, la Congregación de Obreros de San José, la Unión de Artesanos y Obreros y la Unión de Carreros, respaldados por la iglesia católica. El partido Liberal, para hacer contrapeso al control clerical, promovió entre 1913 y 1919 la Mutualidad del Pueblo, la Sociedad Los Aliados, la Unión de Artesanos y Porvenir de Familias.
El movimiento socialista también participó en la creación de las agrupaciones mutualistas. En 1918 surgió en Medellín, la Sociedad de los Luchadores, una cooperativa secular conformada por artesanos, respaldada por intelectuales progresistas. Compraron una imprenta y publicaron el periódico El Luchador, dedicado a la educación de la clase obrera.
Basado en las propuestas laborales defendidas por Rafael Uribe Uribe antes de su trágica muerte, se creó en 1916 el Partido Obrero, con seccional en Medellín.
En la época también se organizaron sociedades de temperancia, para combatir el alcoholismo.
Se fortaleció la educación en tecnologías y ciencias aplicadas, en instituciones tales como las ya mencionadas Escuela de Artes y Oficios y Escuela de Artes y Maquinaria. También se crearon establecimientos de comercio, como la Escuela Remington y el Colegio Central de Señoritas. Las empresas, muy especialmente las textiles, abrieron secciones de capacitación técnica en los asuntos propios de su especialidad.
Fuentes de consulta:
Saavedra, María Claudia. “Tradición laboral y capacitación, 1900-1940”, en Jorge Orlando Melo, editor, “Historia de Medellín” dos tomos. Compañía Suramericana de Seguros, Medellín, primera edición 1996, tomo 2, páginas 379 a 390.
Farnsworth-Alvear, Ann. “Las relaciones cotidianas en el trabajo industrial, 1910-1935”, en Jorge Orlando Melo, editor, “Historia de Medellín” dos tomos. Compañía Suramericana de Seguros, Medellín, primera edición 1996, tomo 2, páginas 391 a 398.
Mayor Mora, Alberto. “Ética, trabajo y productividad en Antioquia”. Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, segunda edición, 1985.