Triunfo patriota en la batalla de Boyacá

La violencia de la reconquista española y del régimen de terror generaron la reacción de grupos populares que hicieron resistencia a los españoles. Estos patriotas encontraron refugio en la provincia de Casanare, en los Llanos Orientales. Adolecían de falta de unidad, pues los caudillos actuaban según su criterio sin un ordenamiento general.

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Francisco de Paula Santander, que se encontraba entre ellos, visualizó la posibilidad de organizar un gobierno patriota en el exilio. Bolívar comprendió la importancia de esta iniciativa, lo nombró jefe supremo de la provincia de Casanare, y le encargó organizar un ejército. Cuando estuvieron listos, emprendieron la campaña contra el virrey Juan de Sámano, saliendo de Casanare, cruzando la cordillera de los Andes por el páramo de Pisba y entrando al altiplano cundiboyacense.

El 25 de julio, el ejército libertador obtuvo una importante victoria sobre las tropas realistas en el Pantano de Vargas. Ambas fuerzas se encontraron finalmente el 7 de agosto de 1819 en el Puente de Boyacá, sobre el río Teatinos, donde los patriotas obtuvieron la victoria definitiva.  El virrey Juan de Sámano huyó y Bolívar entró triunfante en la capital. El ejército libertador ocupó Santa Fe de Bogotá y los territorios vecinos en el centro del país.

Sin embargo, los españoles establecieron un gobierno provisional en Cartagena, desde donde continuaron controlando el río Magdalena, el río Atrato, la provincia de Antioquia, la costa Atlántica, gran parte de la costa Pacífica y las provincias del sur. Su intención era emprender una acción envolvente sobre la Nueva Granada para recuperarla nuevamente.

Liberación de la provincia de Antioquia

Antioquia era un enclave estratégico para los patriotas, en su necesidad de despejar el bajo Magdalena del dominio español y conquistar los puertos del litoral Caribe. Con esta visión, Simón Bolívar nombró gobernador de Antioquia al teniente coronel José María Córdova, oriundo de esta provincia, quien contaba sólo veinte años de edad, y le encargó liberarla para consolidar desde allí la Independencia.

Córdova libertó su tierra natal sin disparar un solo tiro, pues el gobernador español, Carlos Tolrá, huyó hacia Cartagena el 19 de agosto, cuando supo que las tropas patriotas se dirigían hacia Medellín. Córdova entró a Medellín el día 30 de agosto, donde se posesionó como gobernador y emprendió el control militar de la provincia, mientras que José Manuel Restrepo se hacía cargo de la administración civil.

Durante el resto del año 1819, las tropas realistas continuaron con sus esfuerzos para recuperar Antioquia, pues era un enclave estratégico para controlar las rutas terrestres y fluviales entre Cartagena, que estaba en su poder, y Santa Fe de Bogotá. En octubre de ese año, Carlos Tolrá invadió Zaragoza. Córdova envió para enfrentarlo al capitán mayor Carlos Robledo con treinta soldados. Tolrá fue derrotado y abandonó la ciudad.

Córdova se dio cuenta de la situación de caos en que se encontraba la provincia de Antioquia. Los principales hechos que debió enfrentar fueron:

Una profunda anarquía. Grupos armados atacaban y saqueaban poblaciones.

Negligencia y corrupción entre los funcionarios de la corona. Al oficial realista Antonio del Valle lo fusiló después de encontrar un faltante que presentaban sus cuentas.

Permanencia de militares armados que seguían apoyando la reconquista y reconocían a Fernando VII. Capturó y fusiló a varios de ellos.

El clero estaba divido entre monárquicos y republicanos, lo cual sembraba gran desconcierto entre los feligreses, que no lograban diferenciar entre la doctrina cristiana que predicaban y sus posiciones políticas.

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Córdova se vio obligado a aplicar mano dura para establecer el orden y consolidar la independencia en Antioquia.

Fuentes de consulta:

Duque Betancur, Francisco. “Historia de Antioquia”. Asamblea Departamental de Antioquia. Medellín, 1967.

Sierra García, Jaime “Independencia de Antioquia” en Jorge Orlando Melo, director general. “Historia de Antioquia”. Suramericana de Seguros, Medellín, primera edición, 1988, páginas 90 a 100.

Continuará.