Héctor Abad Gómez, inolvidable

Autor: Mariluz Uribe
24 octubre de 2017 - 12:08 AM

Sin embargo hay quien hoy día dice que mi matrimonio fue “arreglado”. Qué mentes desarregladas y fáciles de seducir. ¡Y eso conociéndome!

Maravilloso el programa de Caracol “Los Informantes”, especialmente el del domingo 15 de octubre.

Este programa fue del periodista Luis Alirio sobre el que fue uno de mis grandes amigos en la U. de A. Héctor Abad Gómez. Creo que lo que presentaron, con la colaboración de toda su familia, y especialmente de su esposa, de su hijo Héctor Abad Faciolince, el escritor, y de Daniela, cineasta reconocida, hija de éste, había sido filmado hace ya rato pues aparece Carlos Gaviria, quien también ya se fue.

El programa narra la vida y también la muerte de Abad Gómez, acaecida precisamente por sus razones para vivir.

Lea sobre el homenaje a Héctor Abad

Quiero escribir algo en su recuerdo y en mi cariño permanente por Cecilia Faciolince mi inolvidable compañera de colegio, y también vecina pues por cosas del destino, se puede decir que ella y su hermana Victoria, “vivían” en el Palacio Arzobispal, esa bella casa blanca de La Playa (que derruyeron) donde reinaba su tío, el Arzobispo García Benítez, hermano de su adorada mamá bien llamada doña Victoria.

Por cierto que Cecilia asistió a mi matrimonio en representación de todas las compañeras de clase, pues fue un sencillo "desayuno” a las 10 de la mañana, con toda mi familia, incluida mi niñera Nana y toda la familia Pombo, porque la familia Holguín no asistió al matrimonio. No estaban de acuerdo, porque yo era antioqueña, liberal y universitaria, los tres pecados capitales. ¡Ah, y trabajaba!

Sin embargo hay quien hoy día dice que mi matrimonio fue “arreglado”.

Qué mentes desarregladas y fáciles de seducir. ¡Y eso conociéndome!

Pero todo esto era para contarles de cómo me encontré en la vida con Héctor Abad Gómez.

Creo ya había comentado que las alumnas de la Presentación -muy bien presentadas- éramos amigas de los estudiantes de Medicina de la Universidad de Antioquia, porque casualmente varias compañeras tenían hermanos mayores estudiando allí.

Una noche en la fiesta de grado de bachillerato de las niñas Faciolince, estaba uno de los más conocidos estudiantes de Medicina, Héctor Abad, el ya entonces famoso novio de Cecilia.

Ese día, yo vestía un traje blanco de organdí con un gran cinturón de velos verdes, los colores de la bandera de la Universidad de Antioquia. Y qué pasó: Seguramente atraído por esos colores, cierto caballero me sacó a bailar; gran conversador, futuro médico especializado en salud, y futuro héroe: Héctor Abad Gómez.

Con el tiempo yo también entré a la Universidad de Antioquia, Facultad de Filología. Cuando eso Héctor tenía un periódico universitario llamado “U 235” (la fórmula del Uranio). Me invitó a que colaborara en él, cuando supo cómo me interesaban los derechos de las mujeres, guiada en ese aspecto por mi papá, Ricardo Uribe Escobar, graduado en Derecho en la misma Universidad de Antioquia y por cuya tesis “Apuntes feministas” lo quiso excomulgar el anterior arzobispo Caycedo. (Buscar y leer, si lo encuentran, pues los libros prohibidos eran recogidos).

Yo feliz y lanzada acepté la invitación a escribir y aquí me tienen ustedes, que por influencia de Héctor Abad me metí en el periodismo, seguí en EL DIARIO de Medellín, pasé por REALIDADES ECONÓMICAS Y SOCIALES, y ahora estoy aquí con EL MUNDO.

Nunca se supo realmente quien había mandado asesinar a Héctor, una persona tan necesaria para nuestro país, muchas sospechas por muchos lados, por ser él un hombre inteligente, moderno, viajado, cultivado, que sembraba inquietudes, que hacía abrir los ojos, que no se arredraba ante nada.

Los invencibles son odiados. (Leer historia universal y de Colombia, claro.)

Me sentí honrada y feliz de que él y Cecilia hubieran bautizado a su primera hija con mi nombre.

Lea también: Recuerdo de vida y demanda de justicia para Héctor Abad

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