Con esperanzas las gentes de la región esperan que Empresas Públicas de Medellín asuma la responsabilidad de lo que ha sido Electricaribe y corrija todas las fallas y lastres que trae el sistema eléctrico de la Costa Atlántica.
El coronavirus, mi edad y mis normales deficiencias en la salud, me obligaron a buscar un refugio que me brindara alguna seguridad frente a la pandemia. Presumo que lo único que lograré será retardar la llegada del mal. Por eso estoy en un lugar de la zona rural del municipio de Planeta Rica en Córdoba, donde algún cercano me brindó esa protección. Llevo algo más de treinta días y he podido observar varias cosas que quiero compartir con mis amables lectores.
El servicio de energía eléctrica que presta Electricaribe en este Departamento y en todos los de la Costa Atlántica, es absolutamente deprimente. No pasa un día sin que el fluido eléctrico se suspenda, así sea brevemente. Me correspondió durante los días 10 y 11 de este mes que los habitantes de la región donde estoy, casi todos campesinos laboriosos, se quedaran sin energía, con todas las consecuencias que el hecho puede traer para la población y las micro y macroempresas agropecuarias del sector, con la claridad de que los grandes empresarios, que los hay, tienen solución para ese mal que aquí ya consideran endémico. En todas las fincas y parcelas existen campesinos que se han especializado en buscar las deficiencias que hacen que la energía se suspenda, para repararlas o reportarlas a la empresa que administra este servicio y que ésta los repare, por la gravedad del daño.
Un aguacero fuerte, una tempestad generalizada, es aviso que evidencia los inminentes cortes severos de la luz. En esta región la llegada de la época de invierno, que debería ser tan esperada por su utilidad para la recuperación de los pastos, se ha convertido en la inminencia de los apagones. Con esperanzas las gentes de la región esperan que Empresas Públicas de Medellín asuma la responsabilidad de lo que ha sido Electricaribe y corrija todas las fallas y lastres que trae el sistema eléctrico de la Costa Atlántica.
El lugar donde me encuentro, no obstante estar a una hora de la ciudad de Planeta Rica, carece de señal de telefonía celular. Paliamos esta deficiencia con una antena de Wi Fi que nos permite comunicarnos con el mundo exterior. Cerca de la casa que habito transitoriamente, nos encontramos un lugar que recibe señal de teléfono celular, pero no la recibe de cualquier equipo, la recibe exclusivamente del Huawei, que es un teléfono de origen chino. Otras encopetadas marcas, que no cito, pero que son muy reconocida en el mundo occidental, sucumbieron ante este aparato de origen oriental. No ha sido la única anécdota que con esta marca tengo. Estando en la vereda Curadientes, del municipio de Frontino, hace algo menos de un año y requiriendo hacer una llamada, el único que dio señal fue el Huawei, propiedad de una de las damas que nos acompañaba. Simplemente doy crédito a lo que he vivido.
Por aquí, como en toda Colombia, los niños y jóvenes estudiantes están desescolarizados. Es lamentable, por falta de señal de internet y de computadores los niños de esta región no reciben sus clases en forma virtual y supongo, con toda la razón, que esa Colombia rural tiene totalmente paralizado su sistema educativo, profundizando más la brecha con los niños y jóvenes de las grandes ciudades, donde también existe discriminación entre ricos y pobres.