Haciendo un personaje

Autor: Darío Ruiz Gómez
23 septiembre de 2019 - 12:05 AM

Santiago confiesa que desde hace tres décadas colaboraba con las Farc en su papel de experto en “Derechos de la guerra y los refugiados”

Medellín

Darío Ruiz Gómez

Mi papá me enseñó a tener una curiosidad atenta para descubrir en lo inesperado un dato clarificador sobre una trama social, sobre el devenir de unas conductas que no parecen intuir que están siendo observadas buscando el momento preciso para sorprenderlas in fraganti. A veces el investigador ha creído perder las pistas y diez años después por una fortuita circunstancia descubrir al responsable de un delito. De este modo se pudo detener a criminales nazis y soviéticos, sorprender a dobles agentes de espionaje. No es que quiera colocar en estas clasificaciones a Enrique Santiago el abogado español de las Farc sino que el deliberado silencio de los grandes medios de comunicación bogotanos “al servicio de la paz “respecto a él, despertó mi curiosidad, ya que nunca dejo de estar al tanto de la vida política de España. Una entrevista en el blog de izquierda gallego La marea me comenzó a arrojar luces sobre la personalidad de este militante del casi extinto Partido Comunista español. Una respuesta bastó para poner de presente su ideología estalinista: “España debería como lo hizo el gobierno colombiano con las Farc concederles la amnistía a los presos de Eta” –cito de memoria- Petición que, para cualquier víctima de esos terroristas, para cualquier mente democrática constituye una afrenta como lo comprueba la negativa de la justicia española a conceder amnistía a esos criminales. Santiago acaba de aparecer en la tv y en ciertos periódicos españoles como defensor de Podemos –un partido que en las últimas elecciones prácticamente se había extinguido- en su paradójico intento de acceder a unos ministerios en la formación de lo que debió ser el gobierno de Sánchez. A Santiago –un personaje de doble vida, revolucionario en Colombia y demócrata en España- no lo olvidemos se le deben recomendaciones tan siniestras como la de desmontar el Ejército colombiano y hacer nombramiento de los comandantes de las Farc en esas nuevas fuerzas militares, ya que en la Paz obtenida “las Fuerzas Armadas necesitaban de una nueva estructuración”, puro estalinismo que ni siquiera los más obstinados comunistas de Izquierda Unida podrían aceptar. En declaraciones para el periódico El español –día 7 de septiembre del año en curso- Santiago confiesa que desde hace tres décadas colaboraba con las Farc en su papel de experto en “Derechos de la guerra y los refugiados”. Precisamente en 1989 las Farc habían arreciado los desplazamientos de poblaciones enteras, sus ataques con cilindro bomba a poblaciones desprotegidas, los secuestros masivos y en la última década había justificado como “revolucionaria” su entrega al narcotráfico, su colaboración con los carteles mexicanos, etc. ¿A qué refugiados defendía entonces Santiago y bajo cuáles Derechos de Guerra? Santiago confiesa que fue Piedad Córdoba quien lo recomendó para hacer parte de la Comisión de Paz de la Habana. Cuatro años fue amigo de a. Márquez sobre cuya huida a Venezuela y la creación de un grupo narcotraficante, dice: “Se equivoca a. Iván Márquez, pero solo pide cumplir el acuerdo” Como si los alias Márquez, el paisa, romaña, Santrich fueran ajenos al narcotráfico ni Santiago en esos años de honda amistad no se hubiera enterado de los grandes cultivos de yerba en distintas regiones del país, de las rutas de la coca. “Las Farc, dice, fueron una guerrilla liberal”, “Las Farc son una guerrilla campesina” Y aclara su posición con esta “joya filosófica”: “Ni la guerra ni la paz se hacen por cuestión ética” se dan por lo tanto muertos buenos y muertos malos. “La Fiscalía buscaba hacer estallar el proceso de paz extraditando a Márquez y a Santrich” explicación seguramente comprensible para la cándida izquierda española que desconoce deliberadamente el proceso de investigación mediante el cual se llevó a cabo la detención de Santrich. Orondamente Santiago remata estas seguidillas de tergiversaciones de la verdad diciendo : ”Le aseguro que si Estados Unidos te pone el ojo encima y decide extraditarte da igual que seas culpable o inocente… a. Márquez llegó a la conclusión de que la intención era esa y tomó medidas de precaución” Una explicación al uso solamente de blandos mamertos pero que oculta la verdadera dimensión del aventurerismo político de este personaje durante treinta años, y cuyos hitos deberá investigar el Gobierno y no la Comisión de la Verdad. En las ciudades colombianas lo esperan millones de refugiados de la guerra.

Lea también: La constante totalitarista

 

 

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