Tras el paso del huracán Harvey, los damnificados comenzaron a regresar a sus hogares, muchos de los cuales aún se encuentran inundados.
Los habitantes del área metropolitana de Houston (Texas) iniciaron este domingo el camino a lo que las autoridades prevén como un largo proceso de recuperación y poco a poco retornan a sus hogares para evaluar los daños causados por el paso del huracán Harvey.
En el Condado Harris, donde se asienta Houston y que contabiliza por lo menos 130.000 estructuras afectadas por las inundaciones, aún hay zonas bajo orden de evacuación obligatoria en otras localidades y sus habitantes empiezan a remover escombros y muebles inservibles de sus casas.
"A nosotros, los que estamos cerca del retiro, la casa es el patrimonio familiar que nos da seguridad durante nuestra vejez, y a pesar del deterioro no nos queda otra que la renovación", señala Johnny Meyberg, natural de Colombia y residente de la ciudad de Katy, al este de Houston.
Este maestro de escuela otea los escombros y restos que se acumulan en la acera de su vivienda, en montículos de láminas de yeso enmohecidas, aislantes y pedazos descoloridos de muebles de sala, comedor y alfombras que solían reposar en los tres dormitorios del inmueble.
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Meyberg se ha dedicado a la reconstrucción de su vivienda, adquirida hace 18 años y que la semana pasada recibió más de 3 pies (unos 900 milímetros) de agua, una labor para la que ha contado con la ayuda de una cuadrilla de voluntarios de la Iglesia Bautista de Kingsland que tocaron a su puerta ofreciendo ayuda.
"Ellos han colocado nuevas láminas de yeso y todo lo que eso conlleva, desde clavos especiales hasta la pasta para unirlas", explica, mientras sus vecinos también arrojan escombros de los jardines de sus fachadas.
Lo que ocurre en Katy se replica en otras partes del área metropolitana de la devastada Houston, la cuarta ciudad más poblada de Estados Unidos y que el sábado recibió por segunda vez la visita del presidente estadounidense, Donald Trump, y de la primera dama, Melania, quienes estuvieron en un refugio en el centro de la ciudad.
A 20 millas al suroeste de ahí, en el vecindario de Meyerland, Carolina Medina, una pequeña empresaria de origen mexicano, retorna al complejo de apartamentos en el que reside desde hace dos años sólo para escuchar que todavía no puede pasar la noche en su hogar.
"Vivimos en una zona propensa a las inundaciones y hemos tenido muchos problemas en el pasado, pero nada parecido a lo que hemos vivido desde hace una semana", reconoció en declaraciones.
Relata que cuando las autoridades municipales emitieron una orden de evacuación obligatoria, decidió refugiarse en una iglesia local con su familia y sus mascotas porque "temía lo peor".
“Nos han dicho que no es posible (regresar) por la gran cantidad de moho presente, ya que podría existir algún tipo de inseguridad ambiental", comenta Fernando Palomino, un mexicano que trabaja como guardia de seguridad y que no ha podido regresar al trabajo, entre otras razones porque su automóvil quedó bajo el agua.
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Palomino no ha percibido remuneración en los últimos siete días y se debate entre si lo poco que tiene ahorrado lo destina a pagar el alquiler, que se venció el pasado 1 de septiembre, o a comprar víveres para su familia.
"Lo peor es que no sé si hay opciones para gente como nosotros", se pregunta Medina, cuya situación migratoria es irregular.
La lucha contra los efectos de Harvey, que el pasado 25 de agosto tocó tierra en Texas como huracán de categoría 4, de un máximo de 5 en la escala de intensidad Saffir-Simpson, prosigue también en localidades como Beaumont, al este del condado Harris y cuyos habitantes no cuentan con agua potable debido a que el desborde del río Neches estropeó las bombas y la planta de tratamiento.