Esas intervenciones hidrofóbicas que canalizaban y tapaban los ríos, que arrojaban los desechos a él, son justamente las que se están devolviendo en el tiempo y tratando de reparar
La ruta urbana en estos tiempos esta dirigida a restablecer los ecosistemas ambientales transformados en asfalto y regresarlos lo más cercano a su estado original. Esas intervenciones hidrofóbicas y botanofóbicas que canalizan y tapan los ríos, que arrojan los desechos a él, que sustituyen plantas y paisajes por grandes atrios, son justamente las que se están devolviendo en el tiempo y tratando de reparar, creando el escenario para que se de la mejor simbiosis posible entre el medio ambiente y la ciudad. Esta lógica de conectividad ecosistémica, es la que se reactivó hoy en día para la planificación de los territorios.
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Milton Santos, el gran geógrafo brasilero hablaba del “territorio usado”, y su vida fue entregada a generar una metodología para planear, dicho en sus palabras, una; “inteligencia territorial”, a darle un estatus científico a la teoría del territorio que él planteaba, entre otras, respaldada por muchos otros intelectuales del mundo. Esta visión, muy compartida por urbanistas y planeadores urbanos de todas las corrientes e implementada principalmente en Europa y América Latina, nos trae de nuevo la acción de reparar, como principal y nos pide que miremos como subsidiaria la de descartar, muy interiorizada en este milenio y muy dañina si miramos a futuro lo que sería del planeta si continuamos como vamos. Esta combinación de ríos, paisajes y ciudades, llenas de gente a su alrededor, necesitan una forma de construcción diferente para estas nuevas ciudadanías, y además con las dinámicas actuales.
Hoy todos los eventos se cubren mientras suceden y nadie se puede dar la oportunidad de equivocarse, porque antes de que termine, ya hay amigos y detractores aportando y descalificando todo en tiempo real. Cada intervención, cada obra que inicia y se publicita, genera un sinnúmero de reacciones que se multiplican en un teléfono roto una y otra vez, acabando con el momento de construir ciudades para el futuro. Se necesitan ciudadanos con más acción que intención, con más realidad que virtualidad. Todos tenemos la culpa por haber apartado la mirada de la naturaleza y haber pensado que la civilización era evitar el ingreso del agua, las plantas y los insectos a la ciudad. La critica es para nosotros, claramente somos el problema. O cambian las grandes urbes su ensimismamiento frente a la realidad de los países y se articulan de manera creativa a la generación de un orden más justo, más equilibrado, o serán las responsables de la cada vez más inoperancia, intolerancia y polarización de sus habitantes, que delinquen todo el tiempo en virtud de la rigidez de sus reglas, que en muchas ocasiones benefician lo particular sobre lo general, contrario a todo principio normativo. No solamente organismos como la ONU Hábitat recopilan las reflexiones del mundo en torno a la necesidad de re-pensar las ciudades, también una cantidad impresionante de colectivos que todo el tiempo nos están diciendo: “No somos de dos bandos diferentes los que gobiernan y los que no”. La gobernanza del agua, del paisaje, de las ciudades, es un llamado a construir para lo que viene. Es más que obvio que el presupuesto que se aprueba en una ciudad en crecimiento tendrá que ser el más alto siempre, Si somos una ciudad multipublicitada, es evidente que tendrá cada vez más gente. Es innecesario hacer ese ruido. Seguir compitiendo con superlativos absurdos y con lo mínimo básico elemental sin resolver, es seguir dándole la espalada al planeta, seguir destruyendo los bosques, pavimentando los ríos. Es la misma actitud narcotraficante de presumir que tanto se ha criticado, pero con el poder como el alucinógeno más potente. Una ciudad en la que todos puedan volver a conversar con la naturaleza como escenario, con la honorabilidad como principio, con el respeto como valor.
Volver al origen, reparar, presumir menos, aportar más, el resumen de una gobernanza para potenciar lo bueno, para reconciliarnos con la naturaleza y construir una nueva ciudad que sea amiga del medio ambiente también.