Hace cuatro años atrás la Gobernación de Antioquia la disputó un trío que representaba el momento político y electoral que vivía la región en ese 2015.

Los partidos políticos rodeando la aspiración de Luis Pérez Gutiérrez con su proyecto seccional “Pensando en grande”, enfrentando al debutante Centro Democrático o uribismo con el exdiputado Andrés Guerra y al fajardismo en ese momento en el poder con la aspiración de Federico Restrepo, quien utilizó las firmas para constituir el movimiento Compromiso por Antioquia y remedar la idea electoral, creada por su mentor Sergio Fajardo, y denominada Compromiso Ciudadano, con la que a comienzos del siglo derrotaron a la clase política antioqueña en Medellín, pero que ha venido perdiendo fuerza con el transcurrir de los años.

Esas tres corrientes persisten en el actual debate electoral para la elección del noveno mandatario departamental, pero con algunas variantes y diferencias.

La diferencia más notoria, basada en la realidad que han arrojado las estadísticas electorales, es que dos de ellas son las más opcionadas y una tercera, según las matemáticas, no entraría en el juego como favorita.

Así las cosas, la competencia democrática por la Gobernación quedaría reducida a dos candidatos, aunque el resto de integrantes del abanico de aspirantes le inyectaron mucho interés a la campaña, no tanto por sus posibilidades, sino por las ideas aportadas en favor del territorio y por la rebeldía e independencia mostrada a lo largo de la temporada preelectoral.

Según las encuestas de las empresas reconocidas por el CNE, los candidatos Aníbal Gaviria y Andrés Guerra son los llamados a ser los finalistas que disputarán en las urnas la oportunidad de conducir a Antioquia otro cuatrienio más.

Es decir, un exgobernador y un excandidato a ese cargo serán los encargados de medir fuerzas, dentro de un grupo de distintas alternativas que complementan otros cinco candidatos, para ajustar siete, un número poco usual por lo alto para este tipo de certámenes. Por ejemplo, en el 2015 sólo fueron cinco.

Gaviria y Guerra

El uribismo repite aspiración con Guerra quien hace cuatro años sucumbió frente a Luis Pérez, un muy fuerte rival en las urnas, como también es igual hoy o mucho más complicada para él la candidatura del exmandatario regional en el 2004 Aníbal Gaviria.

Gaviria, quien llegó por la vía popular a esa posición para seguir el legado de su hermano asesinado por las Farc y apoyado hace doce años por el Partido Liberal, ahora presenta una opción combinada de apoyos ciudadanos y coavales políticos.

Empleó esta modalidad para conseguir el apoyo de personas sin partido mediante el proyecto programático “Es el momento de Antioquia” y también de militantes de organizaciones partidistas como la Liberal, un sector del Partido de la U, casi todo el conservatismo y un matiz mayoritario y muy representativo de Cambio Radical. Los partidos conservan aún mucha vigencia electoral en las subregiones, que contrasta con la crisis de militantes en las grandes urbes.

Ambos aspirantes también pueden mostrar un gran apoyo entre los demás candidatos a alcaldías, a diputados y a concejales, lo que precisamente los hacen más competitivos frente a las posibilidades de los otros cinco émulos.

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A lo largo de la actual campaña Gaviria ha liderado los sondeos publicados por los grandes medios de información nacional y regional, y también hasta los contratados por algunas de las campañas de sus competidores. En todos supera a Guerra y de lejos a los otros aspirantes.

El fajardismo que fue opción con fuerza electoral en el 2015 en medio de la Gobernación de Sergio Fajardo, pero fracasó estruendosamente, esta vez presentó la aspiración de otro soldado de esa tendencia, pero Mauricio Pérez no ha logrado cuajar estadísticamente, pero se hará contar, en lo que muchos analistas vaticinan como otra y dura debacle en las urnas para las huestes del excandidato presidencial, no sólo en Antioquia, sino que se extendería a su cuna Medellín, donde el panorama para ellos está también muy oscuro, de cara a las presidenciales del 2022.

Entonces, la estrategia de mezclar votos políticos con ciudadanía se enfrenta al uribismo con algunos socios, que podría acumular una segunda gran derrota, dificultando una vez más sus planes expansionistas de lo nacional a lo regional, en lo que no han tenido un avance positivo en el Ejecutivo desde la gestación del CD.

Los otros candidatos

Entre tanto, el quinteto conformado por otras alternativas que matemáticamente vienen rezagadas en las temibles encuestas, contribuyeron a darle altura al debate con propuestas e ideas, al tiempo que dos de ellos arreciaron al final de la campaña en sus ataques a los opcionados, con la muy difícil estrategia de intentar cambiar una realidad, que todo indica se materializará este domingo entre Gaviria o Guerra.

Pero para el futuro quedará la participación electoral de una generación de prospectos, en el difícil campo de la lucha y del liderazgo democrático en las urnas, del profesor Rodolfo Correa, del impetuoso Mauricio Tobón y del rebelde Juan Camilo Restrepo.

Comenzando por este último hay que decir que estuvo en el lugar equivocado, pues su interesante campaña debió hacerla en un grupo significativo de ciudadanos por firmas, y no a través de un partido político como el Conservador, en el que se manejan muy fuertes intereses por el poder y donde lo dejaron solitario cuando su aspiración no tuvo eco estadístico y, además, su nominación fue más una imposición bogotana que de las entrañas de los azules antioqueños.

Los casos de Tobón y Correa son muy claros. Se harán contar sin ataduras políticas para establecer hasta dónde sus planteamientos, figuras y luchas se materializarán en votos, lo que les indicará si tienen o no porvenir electoral.

Y lo más extraño de esta temporada fue que la izquierda democrática, que siempre ha animado los comicios para la Gobernación con candidatos de su propia entraña, esta vez participó con un persona muy preparada, pero que nunca ha sido contestataria como Juan Felipe Palau, quien ha sido más fajardista y gavirista que dialéctico.

Un poco más de dos millones de antioqueños decidirán el gobernador y el interés radica si por primera vez un candidato alcanza la meta del millón de sufragantes, para adquirir una fuerte legitimidad como gobernante.