La nueva directora, que tiene 61 años, trabajó durante 33 años como agente encubierto y sólo en las últimas semanas la CIA ha divulgado el destino de algunas de sus misiones.
El Senado de Estados Unidos confirmó a Gina Haspel como próxima directora de la Agencia Nacional de Inteligencia (CIA), tras semanas de reticencias por sus vínculos con un programa de torturas practicado durante el Gobierno de George W. Bush (2001-2009).
Los senadores republicanos Rand Paul y Jeff Flake se pusieron del lado de la mayoría de los demócratas al votar en contra de Haspel, un rechazo apoyado también por el senador republicano John McCain, quien fue torturado durante la Guerra de Vietnam, pero no asistió debido al cáncer cerebral que sufre.
Sin embargo, varios demócratas votaron a favor de su nombramiento, como Mark Warner, el vicepresidente del Comité de Inteligencia; y los senadores Joe Donnelly, Joe Manchin y Heidi Heitkamp.
La nueva directora Haspel se enfrentó a una dura audiencia en el comité de Inteligencia del Senado, donde los demócratas trataron de arrancarle el compromiso de plantar cara al presidente Donald Trump si este le pide reanudar el programa de torturas, tal y como prometió el gobernante durante la campaña para las elecciones de 2016.
"No creo que el presidente me pidiera eso", llegó a decir Haspel para frustración de los demócratas.
No obstante, aseguró que "su código moral" es fuerte y que, si Trump le pone en esa disyuntiva, no reanudaría el programa de interrogatorios instaurado por Bush y en el que se incluían técnicas de ahogamiento simulado, humillaciones, privación de sueño y golpes.
Por lo que más preocupación expresaron los senadores fue sobre el papel que Haspel jugó en 2002 cuando se encargó de supervisar una cárcel secreta que la CIA tenía en Tailandia y donde fueron interrogados dos sujetos acusados de pertenecer a Al Qaeda: Abu Zubaida y Abd al Rahim al Nashiri.
La CIA cerró la prisión de Tailandia en 2002 y Haspel pasó a trabajar para José Rodríguez, director de los Servicios Clandestinos de la agencia de inteligencia.
En 2005, a petición de Haspel y sin el visto bueno de la Casa Blanca, Rodríguez ordenó la destrucción de las 92 cintas de video en las que se documentaron las torturas.
Ante estos episodios, la agente ha tenido que asegurar en diversas ocasiones a los legisladores que no volvería a respaldar una práctica similar estando al frente de la CIA, lo que ha dilatado su confirmación final.