Se trata de Al mar nada le pesa, de Lucía González y Hope, de Sebastián Fonnegra, las cuales serán inauguradas este sábado 4 de noviembre, a las 11:00 a.m., en el Claustro de San Agustín, en el centro de Bogotá.
Los proyectos de Lucía González y Sebastián Fonnegra, que resultaron ganadores de los 16 Salones Regionales de Artistas, estarán abiertos para el público a partir de este sábado y hasta el 4 de febrero de 2018 en el Claustro de San Agustín, ubicado en la Carrera 8 # 7-21.
La primera de estas muestras es Al mar nada le pesa, de la artista plástica Lucía González, un proyecto que hace una exaltación al recuerdo, debido a una fuerte obsesión por no ser olvidada y un miedo a olvidar las cosas que la hacen ser quien es.
“Perder mi pasado me aterrorizaba, así como perderme en el pasado de los otros, de hecho, aún lo hago. Lucho contra ello en mi vida diaria y en mi proceder artístico, pero fue una pérdida, un duelo, lo que me hizo entender la necesidad de olvido en el fluir de la existencia humana. Resistir en el tiempo, que el olvido implica, es esencial para aligerar pesos que nos atan al pasado y nos inmovilizan”, sostuvo la artista.
La obra consta de una instalación y un video. La primera tiene el objetivo de envolver al espectador en una oscuridad a la cual el ojo debe acostumbrarse y tomarse el tiempo para ver la gran montaña de sal diluyéndose paulatinamente, con el objetivo de señalar el tiempo que no nos pertenece.
Entre tanto, el video de una mano desnuda luchando violentamente por deshacerse de un terrón de sal cristalizada busca reconocer una acción desesperada por desaparecer un pasado construido por el tiempo.
Por su parte, Hope de Sebastián Fonnegra, segundo ganador por la Región Centro, es una exposición que inicia en un viaje a la isla de Providencia, Colombia, un lugar desconocido para el artista, pero referenciado por diferentes personas como paradisíaco.
“Con el anhelo de conocer ese paraíso decidí viajar a la isla sin preguntarme a qué se refiere cada persona con la palabra paraíso. Este término encontró un sentido diferente al momento de recorrer la isla y sentir la calma del lugar en medio de múltiples ruinas que lo habitan. No había asociado lo providencial o paradisíaco con el abandono. En ese momento pensé que el progreso y el bienestar en una ciudad puede ser el paraíso que un citadino espera encontrar y ese paraíso alberga un imaginario colectivo de opulencia y acumulación, tanto de bienes, experiencias y logros. Pero aquí, en esta isla, lejos del ruido, el bienestar tiene que ver con el desapego y la renuncia a los ideales de acumulación”, aseguró Fonnegra.
Desde los primeros salones regionales y nacionales que vio el artista, tuvo un gran interés por la posibilidad de realizar una exposición individual debido a la libertad que podía tener en su propio espacio.
“Si bien las exposiciones colectivas son interesantes, las individuales otorgan más libertad y la posibilidad de plantear toda una narración completa que pueda envolver al espectador en una experiencia activa”, aseveró.
Sobre los artistas
Lucía González:
El trabajo de esta artista plástica, egresada de la Universidad Nacional, reflexiona constantemente sobre las emociones humanas y los procesos de memoria que están sujetos a un desvanecimiento a través del tiempo. Ha expuesto en espacios como el Centro Colectivo Textura (2016), el Museo de Arte de la Universidad Nacional en Bogotá (2016); el Centro Cultural Guillermo Barney Materón (2016), en Palmira, y el Centro Cultural Jorge Luis Borges (2017), en Buenos Aires.
Sebastián Fonnegra:
Estudió su pregrado en artes plásticas en la Universidad Nacional de Colombia, con profundización en escultura y una maestría en Artes para el Espacio Público y Nuevas Estrategias del Artes en la Universidad de la Bauhaus Weimar en Alemania.
En 2008 le fue concebida una beca de creación y participación en el taller internacional de artes plásticas en Panamá por parte de la fundación José Félix Llopis. En 2011, recibió la mención de honor en el Cuarto Salón de Arte Joven de la Embajada de España-Colsanitas; mientras en 2015, se hizo merecedor al primer premio del Salón de Arte Joven 2015, del Programa Distrital de estímulos de Bogotá, de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño.