Futbolistas profesionales colombianos y el cáncer de piel

Autor: Alejandro García Gómez
14 diciembre de 2018 - 09:03 PM

Les cierran las fuentes de trabajo de todos los equipos, tal como si existiera un inhumano y cínico pacto entre los llamados dirigentes o empresarios de todas esas empresas llamadas equipos de fútbol

Hace unas semanas esta columna se ocupaba de las mal llamadas bebidas energéticas o energizantes. Decíamos que realmente no lo son, porque energéticos (o si se prefiere energizantes) son los azúcares –en sus formas monómeras como la glucosa o polímeras, como el almidón- los cuales finalmente se transforman en glucosa en los organismos animales (y humano) para que, al desdoblarse bioquímicamente en bióxido de carbono y agua por medio del oxígeno de la de la respiración, produzcan la energía vital que necesitamos todos los animales. Actualmente los fabricantes de esos productos mal llamados energéticos (o energizantes) utilizan esa palabra para camuflar lo que verdaderamente son: estimulantes artificiales del sistema nervioso, con todas sus implicaciones en la salud. El camuflaje persiste; las propagandas en televisión –con actores o comediantes reconocidos acá- continúan; mientras, la gran masa del pueblo –que es la que ve televisión y sigue otros medios- recibe el mensaje y se apropia de él como si fuera una verdad celestial (o científica, hoy el otro cielo)… Y aquí, hasta ahora no ha pasado nada. ¿Y Los entes competentes gubernamentales? Nada ¿Temor a alguna trasnacional?

Lea también: ¿Publicidad engañosa?: ¿¡Son “energizantes” o “estimulantes”!?

Quizá lo mismo va a ocurrir con el tema que voy a tratar hoy. He explicado en columna anteriores sobre cómo el fútbol pasó de ser un juego entretenido personal o grupal a un entretenimiento primero colectivo y luego masificado. De ahí a convertirlo en algo similar a otra alienación del siglo xx sólo fue un paso, y a los nuevos mercaderes del sentimiento humano no los demoró nada hasta transformarlo en uno de los negocios más rentables del mundo de hoy. Quizá algún día sabremos hasta dónde va la fábula y la realidad sobre la cantidad de dólare$ de las transaccione$ por cada deportista. Frente a esas fabulosas cantidades con unos poquísimos futbolistas, el resto –que son la inmensa mayoría- son trasladados de una estantería a otra, como si fueran pan o huevos o tornillos, y ¡ay, si chistan! Les cierran las fuentes de trabajo de todos los equipos, tal como si existiera un inhumano y cínico pacto entre los llamados dirigentes o empresarios de todas esas empresas llamadas equipos de fútbol. Tampoco en esto las autoridades competentes han hecho nada. Si no fuera por la valentía, inteligencia y dinamismo de personas como el señor Carlos González Puche, estaríamos en la prehistoria del trato a los futbolistas profesionales. Pero tampoco esto es lo que me ocupa hoy.

De lo que necesito hablar es de su trato por los empresarios –llamados la dirigencia del fútbol nacional e internacional- en la que abusan de la salud e integridad de ellos, sus trabajadores, los futbolistas profesionales. Tuvo que ocurrir la muerte de algunos de ellos bajo una tormenta de rayos eléctricos para que se suspendiera este abuso en partidos oficiales y entrenamientos. Hoy ni juegan ni entrenan bajo tormenta eléctrica, pero siguen soportando la perpendicularidad de los rayos solares de nuestra Zona Tórrida a horas cercanas y aun del medio día con todas sus consecuencias cancerígenas que conllevan, por ser las más peligrosas para recibir estos rayos, según lo prescribe la medicina dermatológica. Nuestro país cuenta con unos horarios extendidos a veces desde el mismo medio día -o casi-. Todo esto se ha dado por el matrimonio entre las empresas –llamadas deportivas- de transmisión de televisión y las empresas dueñas del espectáculo, también deportivas. Esos contratos -al parecer sagrados- pasan por encima del interés de la salud e integridad de sus empleados –sus jugadores profesionales-. Aunque estoy seguro de que a este artículo, esos empresarios y todos aquellos quienes devengan sus ganancias del espectáculo, le prestarán la misma importancia que el que se le proporciona a un suspiro a la medianoche, lo hago con la plena convicción de que debemos empezar a despertar la conciencia por estos compatriotas, muchos de ellos quizá adormecidos por el falso sueño de sentirse dioses en su cuarto de hora.

Sería muy importante que los entes estatales reguladores del trabajo y del deporte en nuestro país le pongan el estate quieto a este alto riesgo no sólo laboral sino de indignidad humana.

Lea también: Fútbol profesional ¿otra vez ganarán los dueños?

Nota de cortina de humo-naufragio.- A estas alturas, con una reforma tributaria granuja e inhumana, con una Fiscalía cuestionada y un extraño Fiscal ad hoc y más perlas, otra vez aparece el tesoro del Galeón San José.

 

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