El papa Francisco advirtió de que sobre el uso y posesión de armas nucleares la humanidad está "al límite de la licitud", durante la rueda de prensa en el vuelo en el que regresaba de su visita a Birmania y Bangladesh al Vaticano.
"Las armas nucleares sirven para vencer destruyendo, y esto está al límite de la licitud", aseguró Francisco al contestar a las preguntas de los periodistas que viajaron con él.
Al ser preguntado sobre qué había cambiado desde que Juan Pablo II, en plena Guerra Fría, expresó que era aceptable el rearme nuclear a la total condena por parte del Vaticano, Francisco explicó que la diferencia es la actual "irracionalidad".
Y señaló que ahora "con estos arsenales nucleares tan sofisticados, arriesgamos la humanidad, o al menos de parte de la humanidad".
"El aumento de las armas nucleares cambió. Son sofisticadas, e incluso crueles, son capaces de destruir a las personas sin tocar a las estructuras. Estamos al límite", subrayó.
Para Francisco, es necesario "dar un paso atrás" para poder salvar "la Creación", y recordó la destrucción que causaron el siglo pasado las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó en Hiroshima y Nagasaki (Japón).
Dijo que el peligro se ve también cuando no se tiene el control de la energía nuclear, como se vio en accidentes como el de Chernobil, en Ucrania.
Los musulmanes bangladesíes se mostraron satisfechos con el respeto del papa Francisco hacia el islam durante su visita de tres días al país, si bien algunos echaron en falta una actitud más explícita sobre los rohinyás y la discriminación contra los fieles de la religión en general.
"Creo que la generosidad que tiene hacia otras religiones se extenderá a sus seguidores, especialmente en estos tiempos en que el odio y los conflictos cierran las mentes de la gente", dijo el presidente del grupo de académicos islámicos Bangladesh Jamiatul Ulama, maestro Fariduddin Masoud.
El erudito destacó cómo el papa permitió el viernes a un musulmán rohinyá dirigir las plegarias durante un encuentro interreligioso en el Arzobispado, donde se reunió con un grupo de miembros de esta minoría y utilizó por primera vez en su visita la palabra rohinyá.
Sin embargo, desde el partido islamista Movimiento Islámico de Bangladesh esperaban más del papa en cuanto a la defensa de los derechos de esta comunidad, de la que más de 600.000 miembros han llegado a Bangladesh en los últimos tres meses huyendo de la violencia en Birmania (Myanmar).
"Damos la bienvenida a sus comentarios sobre Birmania, pero sobre el discurso que dio aquí, esperábamos más de él ya que tiene una fuerte influencia sobre Estados Unidos", lamentó en declaraciones el portavoz de la formación, Atikur Rahman.
El islamista hubiera preferido que el papa ejerciese presión sobre Washington para que intervenga en favor de los rohinyás y cree que el pontífice tiene, de hecho, la capacidad de desarrollar un papel "muy efectivo" en este sentido.
En esta línea, también el portavoz del partido extremista Hefazat-e-Islam, Azizul Islam, aludió a que el pontífice no protagonizó un papel "muy fuerte" sobre la crisis rohinyá.
"Fue a Myanmar pero allí ni siquiera pronunció la palabra rohinyá, lo hizo en Bangladesh pero sólo una vez durante tres días de estancia", criticó Islam en declaraciones, al agregar que, además, se rodeó de monjes budista contrarios a la idea de acoger a los refugiados de esta minoría.
El secretario general del partido Alianza Islámica Unida, Muftí Faizullah, por su parte, cree que las personas que visitan Bangladesh tienen mucho que aprender de la armonía religiosa en el país y deben denunciar ante el mundo las torturas sufridas por los musulmanes en general.
Entre los jóvenes, Francisco dejó una importante huella durante su discurso ayer en la Universidad de Notre Dame en Dacca.
"Nos dijo cómo prosperar en nuestra vida con paz y armonía, estamos muy animados por sus palabras", dijo uno de los estudiantes del centro, Rafid Islam, un musulmán de 18 años.
El papa Francisco concluyó ayer su viaje a Bangladesh, que comenzó el 30 de noviembre, con una visita a la Casa Madre Teresa de Tejgaon, donde se ayuda a los más necesitados de uno de los países más pobres de Asia, y con un encuentro con los jóvenes.
Un 90 % de la población profesa el islam en Bangladesh, un país tradicionalmente musulmán moderado, con un 0,4 % de población cristiana y poco más de 450.000 católicos.