La disidencia contra la aún palpable influencia del exrector Néstor Hincapié fue derrotada en su intento de provocar un revolcón interno estatutario en esa universidad.
Un nuevo pulso o round entre las dos tendencias en que hoy están fracturados los poderes internos en la Universidad de Medellín, se registró en la reciente asamblea extraordinaria de delegatarios, en la cual fracasó rotundamente o mayoritariamente la reforma de estatutos y que datan desde 1993.
Esta asamblea se llevó a cabo el pasado 30 de junio, luego de los fuertes movimientos registrados en el último año en este importante claustro de estudios superiores, que llevaron a la renuncia después de 20 años de gestión del rector Néstor Hincapié Vargas, quien con su dimisión facilitó la transición hacia la nueva rectoría del administrador César Guerra Arroyave.
Como se sabe, la U. de M. aún está inmersa en un sonoro escándalo mediático, de ribetes hasta nacionales, también dentro de su comunidad universitaria y ante la justicia, que surgió a la luz pública por las denuncias de supuesta favorabilidad para la graduación exprés como abogado del senador Julián Bedoya Pulgarín, lo que llegó y aún permanece en los estrados de la Fiscalía y de la Justicia, y por lo cual se registran todavía ataques y contraataques jurídicos entre los involucrados.
La anterior situación dejó al descubierto la polarización interna de poderes, tanto en su Asamblea de delegatarios, como en la Consiliatura que es una especie de consejo directivo en otras universidades, y ambas instancias son los máximos órganos de dirección de este centro de estudios del barrio o de la gran comuna de Belén.
Después de las dos décadas de rectoría del abogado Hincapié Vargas, dentro de la U. de M. se mueven varios sectores de poder. El más cohesionado por ser el más fuerte es el que sigue las directrices de este exrector y también político liberal, y quien durante su largo mandato transformó y modernizó el campus de Los Alpes, en Belén, creó nuevos programas académicos, y paralelo a su labor como rector gestó un importante grupo liberal que ha elegido curules en el Concejo de Medellín, la Asamblea de Antioquia y en el Congreso de la República.
Pero al mismo tiempo el estilo de Hincapié también le generó una fuerte oposición entre un grupo de directivos, que ha sido minoría, pero que con los problemas y su retiro, quiere inyectarle otra dinámica a esta universidad de carácter privado, con enorme influencia académica en Antioquia y con reconocimiento nacional.
Otra tendencia de poder son los llamados “Umea”, que son los egresados abogados de su Facultad de Derecho, la de más incidencia en su vida universitaria, donde hay seguidores y disidentes de Hincapié.
Igual situación ocurre con el llamado grupo de “Los independientes”, del cual hacen parte administradores, economistas y un grupo de abogados. De esta tendencia proviene el nuevo rector.
También figuran los “federados” de ingenierías y de contabilidad, considerados como muy institucionalistas, y apoyan a los que estén en el poder.
Estatutariamente el organigrama administrativo de la U. de M. desde su reforma en 1993 lo conforma su Asamblea de Delegatarios, donde participan y toman las decisiones cien egresados, que son los que eligen la Consiliatura, integrada por once directivos, seis de ellos egresados y cinco como voceros de los fundadores, de los que sólo queda vivo Absalón Estrada Vélez, pero por su avanzada edad, su familia cedió su voto.
La Consiliatura es la encargada de elegir al rector y en ella hay tres muy fuertes disidentes al modelo de Hincapié, que son José León Jaramillo, Édgar Arrubla y Joaquín Guillermo Gómez. Ante estos y los demás consiliarios fue que dimitió Néstor Hincapié para frenar la crisis interna que afectada a la U. de M. y ante ellos asumió en febrero pasado, antes de estallar la grave pandemia viral mundial, Guerra Arroyave, lo que tranquilizó los ánimos y refrescó la administración.
En desarrollo de la Asamblea ordinaria de delegatarios del 2019, y cuando aún era rector Néstor Hincapié, la disidencia logró que se aprobara una proposición de reforma de estatutos, que tras la elaboración de su proyecto de texto, se pusiera a consideración en una asamblea extraordinaria prevista para la mitad de este 2020, tal como se llevó a cabo el pasado 30 de junio en forma virtual como consecuencia del caos provocado por el covid-19 y que ha impedido realizar certámenes masivos presenciales.
El espíritu o trasfondo de la enmienda estatutaria estaba dirigido a que la U. de M. contara con una arquitectura normativa más incluyente, que le diera cabida a las nuevas generaciones que ya hacen parte de su comunidad universitaria en el nuevo siglo, tal como lo exigía la oposición.
Fue así como se delegó la redacción del proyecto de reforma en una comisión, que estuviera integrada con voceros de las dos tendencias enfrentadas. Cuatro de ellos representaron a diversos estamentos universitarios de la pasada administración y dos a la disidencia.
El sexteto de integrantes de dicha comisión comenzó a trabajar en la elaboración del proyecto de reforma estatutaria desde febrero pasado. Este grupo estuvo presidido por el profesor de la
Facultad de Derecho, Mauricio Bocanumen, quien fue propuesto por el presidente de la Consiliatura, José María Berdugo.
Aunque las tendencias de poder en la U. de M. reconocen que la reforma incluye temas positivos para mejorar y actualizar la gestión académica y administrativa del claustro, también se escucharon observaciones que habían propuestas con nombre propio, como que los mayores de 75 años ya no podían hacer parte de la asamblea de delegatarios, lo que estaba dirigido a sacar a Néstor Hincapié. O que ningún egresado que fuera elegido en cargos de elección popular hiciera parte de los órganos de dirección, lo que iba en contra de Aura Marleny Arcila, actual concejal de Medellín.
Así las cosas, nunca hubo un consenso entre los miembros del comité sobre el proyecto de reforma, pero decidieron firmarlo y que fuera la Asamblea extraordinaria la que tomara la última palabra.
Y así fue. De los cien asambleístas 67 votaron negativamente, 26 positivamente, hubo cuatro votos en blanco y tres ausencias por vacancia.
Por tal motivo continúan rigiendo los estatutos de 1993, al tiempo que los perdedores alegaron que les aplicaron la aplanadora y los ganadores que triunfó la democracia de las mayorías.