No fue Carlos Marx, como casi todo el mundo supone, quien señaló el camino de la filosofía como guía para la acción. Se le atribuye ese pensamiento recordando su postura en las Tesis sobre Feuerbach al sindicar a toda la filosofía anterior de solo aplicarse a la interpretación y no a la transformación de la realidad. Por supuesto que esto es un error craso pues antes que él los filósofos emprendieron diversos caminos para llevar sus posturas intelectuales a la práctica, unos más utópicos otras más realistas.

Lea también: Ciencia y creencia

Fue quizás Platón quién primero descubrió que el activismo extrañaba un riesgo para la actividad filosófica. Creo que fue el destino de su admirado maestro Sócrates quién lo conmovió inicialmente. Sócrates fue especialmente incisivo al llevar la filosofía a la calle para interpelar a sus conciudadanos sobre asuntos cotidianos, el mal, el bien, el poder, la forma como conocemos. Y ya se sabe cuál fue el fin de Sócrates cuando entró en conflicto con los poderosos de su momento quienes, como los de todos los tiempos, abusan de la fuerza y del poder de forma obscena. Esta fue la primera inspiración para Platón, pero creo que más decisiva fue su experiencia práctica intentando llevar a la realidad su propuesta del filósofo como sabio, capaz de dirigir los asuntos humanos. Esta segunda experiencia en Siracusa fue abandonada por Platón antes de que, en sus propias palabras, se cometiera otro crimen contra la filosofía. Hay algún relato según el cual terminó vendido como esclavo.

Es un punto central en este tema que la filosofía debería preservarse cómo espacio para la discusión y por su parte cada filósofo o su escuela, cada estudioso, con sus decisiones, puede tomar el camino que su mente le indiqué. Contemporáneamente este riesgo lo llamo el de la ideologización y es el camino de la filosofía cuando es supeditada a posiciones políticas, éticas, estéticas o inclusive marciales, que dejan en un segundo plano la discusión argumentada, para asumir posiciones radicales que llevan a acciones concretas al fragor de las cuales se pierde la actitud filosófica y nos embarcamos como seres humanos en el maremágnum de la acción qué busca fines y que supedita la actitud filosófica a un simple medio para lograrlos.

Lo invitamos a leer: El poder de la opinión

Este es el “gran dilema” que plantea Marx a toda la historia de la filosofía al llamarla a abandonar el ejercicio interpretativo y dialógico para asumir la acción por encima del pensamiento. Ya sabemos cuál ha sido el destino de las revoluciones que privilegiaron la acción sobre el pensamiento, sometieron a los intelectuales a la dominación ideológica por parte del partido único. Pero esa ideologización está también presente en muchos grupos de activistas extremos que van en esa misma dirección que Marx creyó estar inaugurando para el mundo occidental, olvidando que ya Platón, con su experiencia pensante y su incursión en la política, había caminado con resultados no sólo dispares sino de gran riesgo para la actividad del pensamiento sin el lastre de compromisos partidistas. También Heidegger, un gran pensador, terminó cediendo a las presiones de la filosofía para la acción e incursionó en la peor de las ideologizaciones de la filosofía: el fascismo como una tentación plenamente actualizada por las experiencias de un marxismo acartonado y mecanicista que ya ha destruido el futuro de millones de seres humanos.