22 conciertos gratuitos en diferentes escenarios de la ciudad, 25 coros de Medellín y municipios cercanos, 4 coros internacionales invitados y cinco días de programación (a partir de este 25 de julio) son atractivos del XVII Festival Coral Internacional de Medellín José María Bravo Márquez.
Una unidad, ese es el fin que logran los intérpretes de música coral. Se trata del canto a dos voces, y luego a tres, y a cuatro, y así un grupo de personas actúan, o más bien cantan, en diferentes calibres como una unidad.
Ese es el arte que se exalta en el XVII Festival coral internacional de Medellín José María Bravo Márquez, cuyo principal atractivo para la gente es que va a ver a las personas cantando en coros sin acompañamiento ni instrumentos, “cosa que es muy extraña, que es como de extraterrestres”, consideró el director Jorge Hernán Arango, al lamentar que en Medellín no se reconoce, y tampoco en Colombia, el valor que tiene la música coral.
Para Javier Ibarz, director de coro y orquesta español, las razones se quedan cortas al justificar las bondades de las corales en la vida de los seres humanos.
Uno de los valores de esta música es la aceptación de la diferencia y de la sensibilidad social. “Dado que el arte es el eslabón más alto de la cultura, al ver un concierto de música coral se asiste a una obra de arte”, estimó Arango.
La música coral es una tradición que viene desde la Edad Media, cuando en los monasterios europeos los monjes cantaban música para alabar al Señor o para sus ceremonias. Más adelante, apareció la música profana, el barroco y sus grandes compositores, quienes la escalaron haciendo cantatas y oratorios con la música coral.
“No hay que olvidar que el Renacimiento fue la época de oro de la música coral. Es más, los grandes músicos de la historia de la humanidad, compositores, directores, instrumentistas, se han formado en los coros”, contextualizó el director del Festival.
Y es por eso que para exaltar el valor cultural de esta música, el Festival coral de Medellín trae coros de otros países y los pone a cantar junto a las agrupaciones de la ciudad.
“Nosotros creemos que si Medellín tuviera muchos coros y muchos conciertos de coros, para que las personas pudieran apreciar la música coral, lograríamos mucho más en convivencia, esa convivencia que no se salda con amenazas y que no se logra con coacción”, argumentó Jorge Hernán Arango.
Esta cita artística que le rinde honores a José María Bravo Márquez, compositor y director musical antioqueño, iniciará el próximo miércoles 25 de julio en el Teatro Lido, a partir de las 6:00 p.m., con las intervenciones en escena de la Corporación Coral Adventista Metropolitana, el Coro Música para Ver y Ars Canendi (invitados desde Paraguay).
Se destaca que este 2018 habrá más participación de coros locales y de municipios cercanos. En el Festival Coral actuarán 25 coros en total, procedentes de Barbosa, Sabaneta, Marinilla, Envigado y, por supuesto, de diferentes sectores de Medellín.
De los invitados internacionales falta por mencionar a Ensamble Vocal Bibani, de México; Vocálica, de Argentina, y el Coro de Cámara del Centro Municipal de Cultura de Stalowa Wola, de Polonia.
En esta Fiesta de voces se realizarán 22 conciertos con entrada gratuita en diferentes escenarios de la ciudad y de municipios cercanos, entre ellos el Teatro Lido, el Palacio de Bellas Artes, la Catedral de Caldas, el Claustro de Comfama, además de otras iglesias ubicadas en el área metropolitana.
La cita coral finalizará este domingo 29 de julio, a las 4:00 p.m., en el Teatro Metropolitano de Medellín José Gutiérrez Gómez. Allí compartirán escenario coros extranjeros junto al Ensamble Vocal de Medellín, anfitrión del Festival. (Vea la programación en detalle en el gráfico).
Si bien el movimiento coral de Medellín es de tipo vocacional, se destaca el que hayan en el territorio muchos coros particulares, que pertenecen a una corporación o a una fundación; otros que son aliados con una universidad o institución educativa, y otros de formación de instituciones musicales.
No obstante, destacó Mauricio Balbin, director de la Camerata Vocal de Medellín, el nuestro es un movimiento con igual calibre comparado con los de Latinoamérica, pues en los últimos veinte años las agrupaciones de la ciudad han representado una “tradición de mucho valor y de mucha importancia”, precisó.
“Muchos de los coros de Medellín han tenido la oportunidad de ir a concursos o festivales fuera de Colombia, siempre hemos quedado muy bien”, respondió por su parte el director Arango.
Parte de esa tradición se le debe al maestro Rodolfo Pérez González, quien, a su vez, recibió ese espíritu de formación de coros que tenía José María Bravo Márquez, a quien se le hace homenaje en este Festival.
Bravo Márquez, a partir de 1932, en las escuelas y en las fábricas formaba coros, y esa herencia le quedó por varios años a Coltejer, Pintuco, Isa o Suraméricana, que tuvieron coros y ya no los tienen.
La tradición coral de Medellín se originó porque este pueblo era muy religioso antiguamente, y las personas que estudiaban en el seminario con curas o monjes españoles recibían la música coral, porque ellos estaban formados en esa estructura, “por esa razón se generó un espacio muy bonito para la música coral en la ciudad”, expresó Jorge Hernán.
En un coro cantan negros, blancos, doctores, gente que no ha estudiado, gente de otras religiones, de partidos políticos distintos, diversidad de personalidades, y al final el resultado de las voces de ese grupo es la unidad coral.
En recientes estudios con cantantes de coros de todo el mundo, el Instituto Clift reveló los seis mecanismos del canto por los que este puede impactar en el desempeño emocional y en la salud de las personas.
El primer argumento es que el canto coral facilita la felicidad y un espíritu elevado, lo que contrarresta los sentimientos de tristeza y depresión; como justificación del estudio se consideró que cantar implica un enfoque de la concentración, lo que bloquea la atención a las preocupaciones, cuando la gente se concentra en algo que le está aportando cerebralmente, entonces esa persona bloquea las preocupaciones.
Le sigue como tercer hallazgo que el canto coral genera un control profundo de la respiración y eso contrarresta la ansiedad; como cuarto beneficio el canto coral ofrece un entorno de apoyo social y de amistad, cuando la gente va a un coro, mejora los sentimientos de aislamiento, de soledad, porque encuentra nuevos amigos. Javier Ibarz consideró que estar en un coro es sentirse profundamente unido a otros por un amor común, “descubrir las maravillas que surgen cuando unimos nuestras capacidades, nuestras sensibilidades, nuestros esfuerzos, por algo que vale la pena”, justificó.
El quinto argumento es que la práctica coral implica educación y su aprendizaje mantiene la mente activa, lo que contrarresta el declinar de las funciones cognitivas. Jorge Hernán Arango declaró que “cuando se está cantando en un coro se aprende de música, se aprende a escuchar a otras voces, las personas deben mejorar la afinación, mejorar el ritmo, y eso todo tiene un desarrollo cognitivo a nivel cerebral, que es inimaginable al alcance, ni siquiera la educación formal alcanza lo que alcanza la coral”.
Y como última conclusión de la investigación, se halló que la práctica coral, el pertenecer a un coro, desarrolla un compromiso regular para asistir a los ensayos, lo que genera un hábito de disciplina.