La experta presenta al letrista y periodista uruguayo Federico Silva a través de algunas de sus creaciones inmortales.
Bandoneón, hace tiempo que quería escribir algo, de cuando me quedó lejos el botón de la grabadora para apagarla, y fue en el momento en el que acababa de despedir a mi hija que viajaba para seguir sus estudios. Entonces me senté frente al computador para intentar escribir , y encendí la grabadora que estaba a mi lado- como si fuera una compañía-, en ese instante anunciaban un programa de tango uruguayo y el primero que sonó fue Hasta siempre amor de Federico Silva, interpretado por la orquesta de Donato Racciatti, y cantaba Olga Delgrossi.
Si bien es cierto que la letra del tango es arrobadora, la música que le puso Racciatti también habla y dice con notas las mismas palabras y la misma tristeza que escribiera Federico Silva, no me imagino estas líneas con otra música. Fue por la nostalgia que viajaba desde este tango hasta mi soledad de esa vez, que quise oprimir el botón y aunque la pieza alude al adiós de dos amantes, yo hablo de la separación de un amor filial y fue el primer verso y las primeras notas, las que me conmovieron: hasta siempre amor.
Estuve invitada a Uruguay en 2017 en el centenario de La cumparsita y cuando hablé en Villa Yeruá, Rita Racciatti, la hija del maestro asistió y me fue presentada, le comenté que me encantaba la versión que de La cumparsita hizo su padre y el efecto y mi afecto por Hasta siempre amor.
Ahora voy a hablar de mi convidado de hoy, y para empezar traigo una nota de Jorge Luis Borges, que recuerda a Plotino: “Quisieron hacerle un retrato y se negó: ‘Yo mismo soy una sombra, una sombra del arquetipo que está en el cielo. A qué hacer una sombra de esa sombra’”.
Pues bien, esta anécdota me ha puesto a pensar en lo difícil que es escribir sobre una persona, ya que los datos sobran y sin embargo, es de los datos de los que no quiero hablar, no obstante, abordaré a Silva desde algunas de sus letras, como si fueran la proyección de su sombra.
Fue ante todo periodista y escribió libros sobre Julio Sosa, Aníbal Troilo y Carlos Gardel, siendo uruguayo, siempre se alineó a la nacionalidad francesa de Gardel y afirmaba que Doña Berta era su madre.
De los títulos de Silva seleccioné Así era mi barrio y voy a transcribir algunas líneas.
“…La luna parpadeando en el charquito,
nostalgia que la vida me dejó
de otro tiempo feliz, de otro paisaje,
¡y la novia que siempre me esperó! (…)”
Es evidente la influencia de Homero Manzi en esta composición, la luna y los charcos del barrio, la nostalgia del pasado y la espera de la novia, en un paisaje muy semejante al del tango Sur.
Escritor uruguayo Federico Silva (5 enero 1920 - 4 febrero 1986)
Pasando a otros tangos, intento hacer una comparación entre las dos Estercitas, la primera de su compatriota Samuel Linnig, Milonguita (Estercita) de 1920, considerado el tango fundador del género de las milonguitas, que empieza contando la vida de una mujer que es a su vez una niña.
María Ester podestá –cantante- que lo estrenó en 1920, dice “un tango que hoy todavía da de qué hablar por la trascendencia que el testimonio social de la época, ha dado al contenido del tango”
Leamos:
…”Estercita,
hoy te llaman Milonguita,
flor de noche y de placer,
flor de lujo y cabaret.
Milonguita,
los hombres te han hecho mal
y hoy darías toda tu alma
por vestirte de percal. (…)”
La estrofa anterior, nos remite a Ezequiel Martínez Estrada cuando habla del cabaret en Radiografía de la pampa: “Se baila y se bebe, como se podría hacer otra cosa; porque al cabaret se va a bailar y a beber. Las mujeres cumplen una tarea que no las divierte; se ganan su pan bailando y bebiendo. No tienen hombres que las mantengan y la vida es ruda, sobre todo si hay hijos que sostener. No tienen por qué estar alegres. Los hombres tampoco se divierten; simplemente van a divertirse y como se va a eso todo tiene un aspecto de indiferencia, de cosas compradas y vendidas:”, por eso la sentencia de Linnig “hoy darías toda tu alma/ por vestirte de percal (…)”.
Por lo que toca a Otra vez Estercita de Federico Silva, (1968), la ubica en un contexto de la urbe agitada, en la que toma el tren- como cualquier mujer- pero sigue igual Estercita, sin corazón de niña y la noche de la vida viviendo dentro de su cuerpo, el traje de percal que está afuera, y ya no importa, aunque sus sueños siguen intactos.
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Veamos:
“Sigue siendo Esthercita
pero no usa más percal,
ni sueña con champagne,
ni rueda al cabaret,
ni despierta piropos de tranway.
Sigue siendo Esthercita
usando "estrich" como percal
viniendo en subte a Santa Fe, con fe.
como si la verdad
pudiera venderse en galerías.(…)”
Ya terminando el artículo, ofrezco un tango que ha sido muy celebrado, Qué falta que me hacés, y los versos:
…”Desear
tus labios despintados,
como luego de besarlos... (…)”
Fray Luis de León, exégeta de El cantar de los cantares, entre otros libros, interpreta el beso, como un modo de recuperar el alma que la persona amada te ha robado a través del aliento, que uno recupera en el beso.