Falta convicción

Autor: Henry Horacio Chaves
7 abril de 2017 - 12:09 AM

Ha faltado liderazgo y convicción para afrontar la crisis ambiental del Valle de Aburrá, que otra vez debería estar en alerta naranja

Aunque tuvo algún eco en las redes sociales y fue bien calificada por un sector de la prensa regional, la verdad es que la iniciativa de la concejala Daniela Maturana, para adelantar un día sin carro voluntario, no convenció a muchos. Una idea plausible a la que le faltó un impulso importante de los sectores de opinión y un espaldarazo decidido de la Administración, que en lugar de eso, decidió que era mejor negar la gravedad de la crisis ambiental y optar por una postura criticada en el pasado de enarbolar la preocupación por la imagen de la ciudad a partir de las informaciones de prensa. 
Desde hace más de un año hemos reclamado en este Memento un canal de comunicación entre las entidades del gobierno local y el Área Metropolitana para afrontar la crisis ambiental con medidas de largo aliento, que aunque no sean populares resulten eficaces. Pero esas determinaciones, además de un soporte técnico, requieren de la convicción que ha faltado. 
No hubo convicción en la jornada voluntaria del día sin carro porque muchos ciudadanos siguen pensando, como el secretario de Gobierno, que la crisis ambiental es un asunto de titulares de prensa. Desafortunada declaración hecha (como alcalde encargado) precisamente el día en que se convocaba a dejar el vehículo particular como contribución voluntaria al ambiente, y mientras las estaciones de monitoreo incrementaban sus registros de contaminación, tanto que en pocas horas se elevaron los niveles a naranja, aunque no se declaró la alerta. 
La crisis ambiental requiere, hay que insistir, diferentes medidas y muchos esfuerzos. Incluye por ejemplo, gestiones como las que se han venido haciendo desde la administración de Salazar para exigirle a Ecopetrol una gasolina menos contaminante. Paradójicamente mientras el alcalde encargado negaba la crisis, el presidente de la petrolera se comprometía a mejorar el producto atiendo el reclamo de la administración que tendrá que hacerle seguimiento al compromiso. Ese mismo día, el Ministerio de Minas y Energía hizo pública una resolución en la que señala que la mezcla de bioetanol en la gasolina aumentó del 6 al 8 por ciento en el departamento de Antioquia “como parte de las soluciones al problema de contaminación que afecta a Medellín”. Una decisión respaldada por Asocaña como un aporte al peligro ambiental de nuestra ciudad “ya que el bioetanol es un oxigenante para la gasolina, que es renovable y sostenible”. 
Tampoco hubo mucha convicción de la secretaría de Movilidad que pudo haberse sumado a la iniciativa de día sin carro, sin quitarle el carácter de voluntario, entregando reportes de reducción de vehículos, estimulando el uso del transporte público (que aún con sus limitaciones es el más articulado del país), y promoviendo otras alternativas de movilidad. Como pudo haberse sumado de manera más decidida la secretaría de Cultura Ciudadana. Impulsar y apoyar, también pudo hacer la diferencia. 
Pero ha faltado decisión en temas tan puntuales como la conexión en ciclorruta del circuito de Laureles con el Parque de Belén y Metroplús. Entre las calles 30 y 33 falta un lazo de vía segura sobre la carrera 76, que integraría el sistema de bicicletas con el de transporte masivo. Aunque son pocas cuadras se anunció que se haría por etapas, pero varias veces se ha aplazado el inicio del proyecto, mientras muchos nos preguntamos por dónde están los kilómetros de ciclorruta de que habla el balance del primer año de gobierno.
Convicción que nos ha faltado como sociedad para afrontar un problema que no es cosmético ni tiene nada que ver con el respaldo o la oposición a un gobierno local. Incluso hay  ciudadanos que aunque entienden que es real la crisis ambiental, tienden a pensar que es el gobierno quien tiene la única responsabilidad de solucionarla. Entonces les falta convicción para dejar el carro, por lo menos para reducir su uso y buscar con mayor frecuencia medios alternativos de transporte, cambios de horario cuando es posible o recorridos más racionales. Suelen ser los mismos que lamentan la sequía, pero siguen “barriendo” las aceras con manguera o gastan agua en abundancia sin ninguna pena, afincados a la idea de que como la pagan, tienen derecho a hacerlo.
La crisis es real, nos guste o no, y demanda que todos, sin excepción, hagamos contribuciones y sacrificios para superarla. Más que negar los problemas, hay que entender que gobernar es liderar y convocar para buscar las soluciones.

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