Úrsula Ochoa

Si como espectadores del arte superamos el reduccionismo que condiciona nuestro criterio a los aspectos formales de las obras, entenderíamos que la actividad creadora y con ello las condiciones de recepción de las obras constituyen un desafío. Más allá de ver, algunas obras nos invitan a observar y a indagar, porque no corresponden a un arte exclusivamente para el deleite, sino también para estimular el conocimiento. No importa qué tanto se hable de la subjetividad o del desencanto en el arte contemporáneo, este puede ser un tributo formal al pensamiento racional y no simplemente una expresión subjetiva de las sensaciones. 
Ahora bien, si hablamos de conocimiento, podemos remitirnos a las ciencias exactas. ¿Habría una posibilidad de que el cálculo sea arte y de que el arte surja de una expresión matemática? En efecto. Para Bertrand Rusell, las matemáticas poseían una belleza suprema; el estudio de la proporción de la forma y la armonía en el arte y en el universo tiene como principio el logaritmo matemático conocido como la sucesión Fibonacci: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13… secuencia que entre otros logaritmos, ha sido aplicada en las obras de la exposición Espacio inflacionario del artista John Mario Ortiz, quien nos señala en ella las posibilidades plásticas que generan estas dos disciplinas aparentemente lejanas.
La muestra toma como concepto primordial el “espacio” entendiéndolo no solo como aquel que desde la física posee tres dimensiones -refiriéndonos aquí al propio lugar de exhibición- sino como el espacio que supone cada una de las superficies sobre las cuales se han realizados dibujos, que, además, hacen alusión al espacio cósmico; siendo la serie Modelos de expansión espacial un perfecto ejemplo de ello. Así mismo, el conjunto de obras se fundamenta en la geometría, la reina de las matemáticas y una aliada indiscutible de las construcciones arquitectónicas; en este sentido el artista sustrae componentes visuales que se relacionan con el espacio de exhibición y los aplica en sus dibujos como en la serie Diagramas logarítmicos, que tuvo su inicio durante una residencia en Berlín en el año 2016.

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En cuanto a la disposición de las obras, denota que se realizó un trabajo lúcido donde los diagramas así como el resto de dibujos que componen la exposición, amparan la premisa “las partes son el todo” propiamente inducida en la teoría de conjuntos, por lo cual, esta no es una muestra de piezas aisladas, sino que todas ellas constituyen un conjunto armónico que se complementa con la intervención titulada Paneles ondulatorios realizada en malla de fibra de vidrio y tubos de led, para las vidrieras de la sala.
La obra de Ortiz es compleja, en tanto que la búsqueda del sentido de las piezas puede ser un reto para el espectador. Éstas, aunque tienen un atractivo visual, no son menos complejas en su contenido conceptual logrando un balance entre contenido y forma. ¿Qué el arte es principalmente apariencia? Es claro, pero esa apariencia, solo seduce o distrae a aquellos que por mal hábito evitan todo tipo de indagación, asumiendo lo artísticamente referenciado al pie de su simple apariencia. Espacio inflacionario obliga a preguntarnos tanto por el sentido específico de cada una de las obras, como por las nociones que han de tener en una galería, para el espectador, las obras de arte.