El Informe sobre Desarrollo Humano 2019 destaca que Colombia ha logrado grandes avances, pero advierte que el mundo debe plantear políticas que eviten nuevos factores que agranden la brecha entre quienes tienen más y quienes tienen menos.
La desigualdad, que en el mundo de hoy se mide no sólo por el ingreso monetario entre una persona y otra, es el origen de las protestas y manifestaciones que actualmente agitan al mundo entero, pues aunque se reconocen los esfuerzos por cerrar la brecha que separa a unos y otros en los niveles básicos de la vida, como salud y educación, la necesidad de progresar y tener mejores expectativas de vida también es cada vez mayor, y desde allí se generan nuevas exigencias.
Así lo explica el Informe de Desarrollo Humano (IDH) 2019, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), titulado “Más allá de los ingresos, más allá de los promedios, más allá de hoy: desigualdades en el desarrollo humano en el siglo XXI”.
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“Diferentes factores desencadenantes están llevando a las personas a las calles: el costo de un boleto de tren, el precio de la gasolina, las demandas de libertades políticas, la búsqueda de equidad y justicia social. Esta es la nueva cara de la desigualdad”, dijo el Administrador del Pnud, Achim Steiner”.
“Este Informe de Desarrollo Humano establece cómo las desigualdades sistémicas están dañando profundamente a nuestra sociedad y por qué”, apuntó Steiner: “La desigualdad no se trata sólo de cuánto gana alguien en comparación con su vecino. Se trata de la distribución desigual de la riqueza y el poder: las normas sociales y políticas arraigadas que están llevando a las personas a las calles hoy en día, y los factores desencadenantes que lo harán en el futuro a menos que algo cambie. Reconocer la verdadera cara de la desigualdad es un primer paso; lo que sucede después es una elección que cada líder debe hacer”.
En ese sentido destacó que contar con un Informe, que va más allá de los promedios e invita a avanzar en una batería de indicadores para poder medir e informar las decisiones de política, es una oportunidad para revisar cómo las inequidades a lo largo del ciclo de vida están impactando el futuro de las personas, incluso antes de nacer, y sirve como hoja de ruta para lograr un desarrollo más justo y equitativo, en donde las oportunidades lleguen a todas las personas y todos los territorios sin dejar a nadie atrás.
Nuevas desigualdades
En esa línea, el IDH 2019 revela, además, que se está abriendo una “nueva generación de desigualdades, en torno a la educación, tecnología y cambio climático: dos tendencias que, sin control, podrían desencadenar una nueva gran discrepancia en la sociedad”.
En países con un desarrollo humano muy alto, por ejemplo, las suscripciones a banda ancha fija están creciendo quince veces más rápido y la proporción de adultos con educación terciaria está creciendo más de seis veces más rápido que en países con bajo desarrollo humano.
“Cosas que antes se consideraban un lujo, como la oportunidad de ir a la universidad o el acceso a banda ancha, son cada vez más importantes para el éxito. Cuando las personas tienen sólo lo básico, la gente siente que los peldaños se han eliminado de su escalera hacia el futuro”, argumenta Pedro Conceição, director de la Oficina de IDH, la cual es pionera en una forma más integral de medir el progreso de los países y toma en cuenta otros factores además del crecimiento económico.
El Informe agrega que estas brechas están aumentando en todo el planeta. Lo mismo sucede con el cambio climático, agravado por el hecho de que los países que más sufren sus efectos no son los causantes de este. Por ejemplo, precisa, América Latina y el Caribe son altamente vulnerables al cambio climático, y en las ciudades costeras como Cartagena que están en riesgo por el incremento en el nivel del mar, o en La Mojana o La Guajira, donde los fenómenos meteorológicos extremos aumentan en intensidad y frecuencia, generando mayores inundaciones y sequías que afectan a las personas más vulnerables.
“Hoy en día tenemos ante nosotros la cresta de una ola de desigualdad. Lo que ocurra a continuación dependerá de las decisiones que tomemos. La desigualdad comienza en el momento del nacimiento, define la libertad y las oportunidades de los niños, adultos y personas mayores y se transmite a la siguiente generación. De igual modo, las políticas destinadas a prevenir las desigualdades también pueden seguir el ciclo vital,” señaló el Administrador del Pnud.
Buen avance
Colombia, uno de los países latinoamericanos más dinámicos, y sede por primera vez del lanzamiento global del IDH en la región, ha tenido grandes transformaciones en las últimas décadas, evidenciado en la reducción a la mitad de su incidencia en pobreza monetaria, la cual pasó de 49% en 2002 a 27% en 2018. “Esto sin lugar a duda es un avance que se confirma con el Índice de Desarrollo Humano”, destaca el informe.
Según el informe, Colombia se encuentra en el puesto 79 entre 189 países, lo cual ubica al país en la categoría de Desarrollo Humano Alto. Entre 1990 y 2018, el Índice de Desarrollo Humano del país pasó de 0.600 a 0.761, un aumento notable del 26.9%. La expectativa de vida al nacer incrementó 7.4 años, mientras los años de escolaridad aumentaron 2.9, y el promedio de escolaridad aumentó 5.5 años. Asimismo, el ingreso per cápita aumentó 74.5% (pasando de 7.392 a 12.896 PPP$). No obstante, cuando el Índice se ajusta por desigualdad, Colombia, México y Brasil registran caídas significativas de su desarrollo humano, lo que quiere decir que hay una marcada concentración de riqueza y poder.
América Latina continúa siendo la región más desigual del mundo, poniendo de manifiesto un desafío estructural acumulado por los últimos decenios.
“Si comparamos este Informe con el del año pasado, se produjo un “cambio total” de 11 posiciones, desde el lugar 90 al 79, utilizando datos actualizados sobre desarrollo humano en Colombia. Usando estos mismos datos actualizados, Colombia ha mejorado su posición en 16 lugares entre 2003 y 2018, pasando desde el puesto 95 al puesto 79”, por lo que subrayó que Colombia representa una historia sobresaliente de progreso en Desarrollo Humano.
A su vez, el presidente Iván Duque destacó que “Colombia muestra que progresa; Colombia muestra que es capaz, en 30 años, de aumentar el promedio de vida, de aumentar la cobertura de servicios sociales, de aumentar el ingreso per cápita”.
Y recalcó que “sin ser un país rico o pretencioso, es un país que en su historia más reciente, en el último siglo, no ha tenido un solo incumplimiento de sus obligaciones crediticias. Colombia es un país que, en los últimos 30 años, pasó de ser visto como un país en riesgo institucional, a ser hoy visto como un país respetado en muchos lugares del orbe”.
Más allá del ingreso
El IDH 2019 analiza la desigualdad en tres pasos: más allá de los ingresos, más allá de los promedios y más allá de hoy, por lo que plantea una serie de recomendaciones políticas para evitar que la inequitativa distribución de los niveles de educación, salud y vida obstaculicen el progreso de los países.
Entre esas políticas se recomienda pensar más allá de los ingresos:
• La inversión en la infancia y durante toda la vida: la desigualdad comienza incluso antes del nacimiento y puede aumentar, amplificada por las diferencias en salud y educación, hasta la edad adulta.
• La productividad: tales inversiones deben continuar durante la vida de la persona, cuando ganan en el mercado laboral y posteriormente. Los países con una fuerza laboral más productiva tienden a tener una menor concentración de riqueza en la cima, un ejemplo, son las políticas que apoyan sindicatos más fuertes, establecen el salario mínimo correcto, crean un camino desde la economía informal a la formal, invierten en protección social y atraen mujeres al lugar de trabajo.
• Los gastos públicos e impuestos justos: el informe argumenta que los impuestos no se pueden considerar por sí solos, pero que deberían ser parte de un sistema de políticas, que incluya el gasto público en salud, la educación y alternativas a un estilo de vida intensivo en carbono.
Más allá de los promedios
Los promedios a menudo ocultan lo que realmente está sucediendo en la sociedad, dice el IDH, y aunque pueden ser útiles para contar una historia más amplia, se necesita información mucho más detallada para crear políticas que aborden la desigualdad de manera efectiva. Esto es cierto al abordar las múltiples dimensiones de la pobreza, al satisfacer las necesidades de quienes se quedan más atrás, como las personas con discapacidad, y al promover la igualdad de género y el empoderamiento.
Por ejemplo:
• Igualdad de género: según las tendencias actuales, tomará 202 años cerrar la brecha de género solo en las oportunidades económicas, cita el informe. A pesar de que se rompe el silencio sobre los abusos, el techo de cristal para que las mujeres progresen sigue intacto. En cambio, es una historia de parcialidad y reacción violenta. Por ejemplo, en el momento en que se pretende que el progreso se acelere para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, el Índice de Desigualdad de Género de 2019 del informe dice que el progreso en realidad se está desacelerando.
Un nuevo “índice de normas sociales” en el Informe dice que en la mitad de los países evaluados, los prejuicios de género han crecido en los últimos años. Alrededor del 50 por ciento de las personas en 77 países, dijeron que pensaban que los hombres eran mejores líderes políticos que las mujeres, mientras que más del 40 por ciento sentía que los hombres eran mejores ejecutivos de negocios. Por lo tanto, las políticas que abordan los prejuicios subyacentes, las normas sociales y las estructuras de poder son clave. Por ejemplo, las políticas para equilibrar la distribución de la atención, particularmente para los niños, son cruciales, dice el informe, dado que gran parte de la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres a lo largo de su ciclo de vida se genera antes de los 40 años.
Más allá de hoy
Mirando más allá de hoy, el IDH pregunta cómo puede cambiar la desigualdad en el futuro, observando particularmente dos cambios sísmicos que darán forma a la vida hasta el siglo 22:
• Crisis climática: como lo demuestran una serie de protestas globales, las políticas cruciales para abordar la crisis climática pueden ser mal administradas, aumentando las desigualdades percibidas y reales para los menos acomodados, que gastan más de sus ingresos en bienes y servicios intensivos en energía que sus vecinos más ricos. Si los ingresos que surgen de los precios del carbono se "reciclan" para beneficiar a los contribuyentes como parte de un paquete más amplio de política social, argumentan los autores, entonces dichas políticas podrían reducir en lugar de aumentar la desigualdad.
• Transformación tecnológica: la tecnología, incluso en forma de energías renovables y eficiencia energética, finanzas digitales y soluciones de salud digital, ofrece una idea de cómo el futuro de la desigualdad puede romper con el pasado, si las oportunidades pueden aprovecharse rápidamente y compartirse ampliamente. Existe un precedente histórico para que las revoluciones tecnológicas forjen profundas y persistentes desigualdades: la Revolución Industrial no solo abrió la gran divergencia entre los países industrializados y aquellos que dependían de productos básicos, también dio inicio a las vías de producción que culminaron en la crisis climática.
El cambio que viene va más allá del clima, dice el informe, pero una "nueva gran discrepancia", impulsada por la inteligencia artificial y las tecnologías digitales, no es inevitable. El IDH recomienda políticas de protección social que, por ejemplo, garanticen una compensación justa por el 'trabajo colectivo', la inversión en aprendizaje permanente para ayudar a los trabajadores a adaptarse o cambiar a nuevas ocupaciones y el consenso internacional sobre cómo gravar las actividades digitales, todo parte de la construcción de una nueva economía digital segura y estable como fuerza de convergencia, no discrepancia, en el desarrollo humano.