Tras realizar una serie de análisis, EPM determinó que dado el nivel que alcanza la cota del embalse, comenzará a verter agua por la casa de máquinas de la futura central de generación de energía para encauzar el río.
En el cuarto de máquinas de Hidroituango trabajan cerca de 600 personas.
La llegada de la temporada de lluvias, sumada al taponamiento de uno de los túneles principales tras tres deslizamientos ocurridos en los últimos diez días, tienen en riesgo la producción de energía en la hidroeléctrica más grande del país: Hidroituango.
En medio de la contingencia que enfrenta Empresas Públicas de Medellín (EPM), como principal socio, las prioridades se han concentrado en evitar que las personas y el ecosistema de las comunidades aledañas a la megaobra sufran algún tipo de afectación.
Debido al hecho, las autoridades del proyecto informaron que se inició un proceso para inundar la casa de máquinas, que es el “corazón de la obra”, un lugar dentro de la montaña donde ocurre el milagro de convertir el agua en energía.
La casa de máquinas se encuentra a 260 metros de profundidad y es donde las turbinas reciben el agua que luego llega a los transformadores y se convierte en energía.
Pasar el agua por este segmento electromecánico de la obra debe hacerse de forma paulatina y controlada, afirman los expertos; y el hecho de que el agua ingrese a la casa de máquinas con un flujo de dos mil metros cúbicos por segundo, aproximadamente, como lo han anunciado las autoridades, podría poner en riesgo el funcionamiento de las máquinas y causar daños en este espacio, lo cual sería fatal para el proyecto.
Para Hugo Silva, docente de la Universidad Nacional y participante de la “inestable” Mesa de trabajo de Hidroituango, “la casa de máquinas no está hecha para mover el agua de esa forma, ni a esa velocidad”, y agrega que “aunque EPM espera que el daño sea mínimo, saben que los transformadores y las turbinas van a sufrir por la cantidad de agua, pero nadie sabe con claridad la magnitud de lo que pueda pasar”.
Frente al tema, el gerente de EPM, Jorge Londoño De la Cuesta, afirmó que este proceso probablemente deteriore la capacidad de uso de algunos equipos, los deje en estado de inutilidad y toque reemplazarlos.
“En este momento no se puede estimar cuántos equipos serán afectados, hay que superar la contingencia para hacer un balance; (…) es la forma más segura en que se pudo haber hecho este proceso”, asegura Londoño De la Cuesta.
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Entre los demás factores preocupantes se encuentra el tema de la deuda que se genera por el incumplimiento en la entrega del proyecto, y la generación y venta de energía, con la suspensión de la activación de la generadora número cuatro, que tiene un avance del 47,5% y estaba prevista para iniciar operaciones en el mes de diciembre.
La gerencia confirmó que el cronograma está alterado y aseguró que es difícil predecir una nueva fecha de entrada de operación hasta que no se tenga claro cómo ha evolucionado la estrategia de inundar el cuarto de máquinas para evacuar el agua del río Cauca represada.
Con referencia a las pérdidas, Londoño De la Cuesta señala que la empresa tiene un respaldo financiero fuerte para asumirlas, además de los seguros que amparan al proyecto contra este tipo de daños.
Luis Guillermo Gómez, ingeniero civil y exgerente de Hidroituango, aseguró que la situación es delicada desde lo social, lo económico y lo energético.
“Si el retraso es muy largo tendrá efectos en el abastecimiento del fluido eléctrico del país. Hay unas multas muy grandes si la central no entra en funcionamiento dentro de las fechas, pero el proyecto puede tener una salvedad para que no se activen esas multas”, dice Gómez.
El exgerente explicó que al ser una situación generada por un tema geológico no aplicarían sanciones por negligencias, fracasos en las contrataciones, o falta de financiación; y las autoridades deberían considerar no aplicar multas.
Londoño De la Cuesta aseguró que si el proyecto se logra poner en funcionamiento antes del próximo año no habría sanciones.
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El Gerente de EPM asegura que sacar el agua por el túnel ha sido más complejo de lo que se creía, debido a que sólo se ha podido destruir siete metros de uno de los tapones de concreto, que miden 22 metros de diámetro.
“Son ocho túneles de captación y utilizaremos cuatro de ellos para este proceso, (…) es normal que se pongan tapones en los túneles auxiliares”, aseguró Londoño De la Cuesta.
Por su parte, Silva, asegura que hay una inconsistencia al haber taponado estos túneles sin haber acabado el llenado del embalse.
“Los túneles se taponaron porque se pensó que ya no se iban a necesitar y que con los que estaban funcionando era suficiente”, señala.
Luis Guillermo Gómez dice que aunque la ingeniería haga una predicción, no se puede asegurar que sea 100% exacta y que las incertidumbres geológicas siempre son probables.
Frente al tema, la Asociación Colombiana de Generadores de Energía (Acolgen), aseguró que esta situación es imprevisible y que podría haberse presentado en cualquier proyecto que desarrolle obras de infraestructura de gran envergadura.
La asociación aseguró, además, que aún sin el aporte de generación energética de Hidroituango, el país podrá contar con la energía que requiere por los próximos tres años, incluso, en condiciones críticas de sequía.
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