El concepto de existencia humana concreta, individual con nombre propio, vivida responsable e históricamente aparece con los egipcios.
Quisiera continuar con la propuesta por un pensamiento crítico latinoamericano, esta vez con el apoyo de Enrique Dussel, académico, filosofo, historiador y teólogo argentino naturalizado en México y su libro “Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión”, texto fundamental para nuestro propósito.
Dussel empieza su ética de la liberación afirmando “Nos encontramos ante el hecho masivo de la crisis de un sistema mundo que comenzó a gestarse hace 5.000 años (con el Neolítico) y que se está globalizando hasta llegar al último rincón de la Tierra, excluyendo, paradójicamente, a la mayoría de la humanidad. Es un problema de vida o muerte. Vida humana que no es un concepto, una idea, ni un horizonte abstracto, sino el modo de realidad de cada ser humano en concreto, condición absoluta de la ética y exigencia de toda liberación”.
El texto dusseliano se inicia desvirtuando la creencia generalizada de que nuestra civilización se originó en Europa, de donde se ha construido la tesis del eurocentrismo. La historia de la Ética se inicia en el norte en Egipto y en Mesopotamia, cuyo influjo llega hasta la modernidad. Por el Océano Pacífico avanzaron los fundamentos de la eticidad hasta el extremo oriente asiático y de allí a los pueblos amerindios. En un segundo momento el sistema asiático-afro-mediterráneo se despliega por las estepas euroasiáticas (ambiguamente llamadas indoeuropeas). En un tercer momento aparece el sistema musulmán en Arabia, el cual se expande por La India, Indonesia, el mundo bizantino, Rusia, Los Balcanes y el sur de España, creando un muro a la Europa medieval latino germánica.
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El mal llamado “Descubrimiento de América” se hizo por pura casualidad, buscando una ruta hacia el oriente por el Atlántico, una vez cerrada para los europeos la puerta del Bósforo con la caída de Constantinopla ante los otomanos en 1453. Hasta el Siglo XVI las civilizaciones y el mercado se movieron por el Océano Pacífico, Europa era la periferia. Sólo con la Revolución Industrial a finales del Siglo XVIII surge Europa como potencia colonial. He aquí una reinterpretación de la historia universal, que deja de lado la preponderancia histórica del mundo eurocéntrico.
El concepto de existencia humana concreta, individual con nombre propio, vivida responsable e históricamente aparece con los egipcios, para quienes “la carnalidad real del sujeto humano constituía el supremo referente ético: dar de comer, de beber, de vestir hospedaje, ... a la carne hambrienta, sedienta, desnuda, a la intemperie”.
Otro centro creador de eticidad fue el mundo sumerio- mesopotámico-semita, donde desde siempre se tuvieron leyes en favor de los débiles, los pobres y los extranjeros. En el Código Hammurabi (1792-1750 a.C.) se lee:
“Entonces Anum y Enlil me señalaron a mí, Hammurabi, príncipe piadoso, temeroso de mi dios, para proclamar el derecho en el país, para destruir al malvado y al perverso, para impedir que el fuerte oprimiera al pobre”.
Sigamos con las catorce obras de misericordia, siete corporales y siete espirituales, pregonadas por el cristianismo para el cuidado de nuestro prójimo más necesitado de compasión y ayuda, religión de estirpe semita originada en el pueblo palestino avasallado por el Imperio Romano.
La Ética de la Liberación en Dussel es una filosofía construida desde la periferia, desde los pueblos oprimidos, desde los de abajo, una antropología latinoamericana, que según George González (“Para una ética de la Liberación en Latinoamérica”) pretende ser la filosofía de los desposeídos, filosofía de la liberación para todas las naciones pobres del globo.
La Alteralidad
Para Dussel el hombre es un ser cuyo sentido sólo puede ser hallado en su relación con el otro. “…la presencia del otro, irreductible al yo, y que debe ser respetada, pues sin el otro, el yo tampoco puede ser sí mismo, y sin su presencia no puede haber significado alguno”. De aquí que la ética de la compasión y la solidaridad sea el centro mismo del pensamiento dusseliano, fundamento que lo lleva a centrarse en la Alteralidad, en el Otro. El otro para nuestro caso es América Latina con respecto a la totalidad europea, pero pudiera también ser un indio, un africano...
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En la Alteralidad, un ser para el Otro, se reconoce la pluralidad como creadora de la auténtica comunidad. En la totalidad, por el contrario, la pluralidad es subsumida por la unidad, que se impone por medio de la negación o rechazo de la exterioridad del Otro, lo que conlleva la separación y la dominación. En la filosofía de Dussel el hombre como un yo individual necesita de la presencia del otro, para alimentar su propio ser, todo en la pluralidad que nos integra.
El marco referencial de la filosofía dusseliana es un análisis ético-socio-histórico concreto. El Otro es América Latina con respecto a la totalidad europea; es el pueblo pobre latinoamericano oprimido por las minorías dominantes. Hoy más que nunca con la agudización de la pobreza por cusa de la actual pandemia en nuestro subcontinente, la región más desigual del mundo, es crucial adentrarnos en la ética de Dussel.
P.S. Como me anota el Profesor Eufrasio Guzmán, lo fundamental en la tesis de Dussel es la desvirtualización del eurocentrismo, pero sin dejar por fuera otros orígenes de la civilización, ya que la hominización ha sido un proceso múltiple y diverso. La reciprocidad y la hospitalidad son universales, lo mismo se podría decir de la compasión y la solidaridad que tienen una función biológica y de supervivencia.