Esfuerzos contra la pandemia del hambre y la desnutrición infantil

Autor: Redacción
27 junio de 2020 - 06:02 PM

Qué ningún niño o niña sufra hambre y cargue por siempre las consecuencias de la desnutrición, un compromiso del mundo actual con el mundo del mañana.
 

Medellín

*Autores:

Giselle Tatiana Rojas Pérez

Javier Omar Ramírez

Merlyn Álvarez Hincapié

 

La realidad es altamente preocupante. La desnutrición, un mal mundial, sigue afectando a un gran número de personas en todo el territorio colombiano, la gran mayoría niños y niñas de la Primera Infancia (0-5 años), quienes no sólo sufren retraso en el crecimiento físico, sino que se ven limitados en el desarrollo de sus capacidades intelectuales para el resto de sus vidas, cuando logran sobrevivir, porque no en pocos casos mueren por causas y enfermedades asociadas a esa carencia de una nutrición adecuada en sus primeros años de vida.

Sin embargo, el desperdicio de alimentos en el país se cuantifica en 97.6 millones de toneladas al año, comida que perfectamente podría suplir la carencia del 27% de la población del país, es decir unos 13.5 millones de personas que viven en la pobreza extrema. 

Según cifras de la primera Cumbre Latinoamericana sobre Pérdidas y Desperdicios de Alimentos, organizada por la Asociación de Banco de Alimentos Abaco y el Global Food Banking, en octubre de 2019, por cada tres toneladas de comida que se producen en Colombia, una va a la basura.

Todo eso indica que casi el 34% del total de los alimentos que el país podría consumir durante un año se va a la basura y se desperdicia así su uso para ofrecer seguridad alimentaria, especialmente a la Primera Infancia.

En el informe Ensin 2015 (la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia), se indicó que en Antioquia el 11% de miembros de la Primera Infancia padece de hambre o desnutrición, cifra que está representada en 1 de cada 9 niños. En tanto, en Colombia la relación es 10%, es decir 1 de cada 10 niños. Informes que no pueden quedar registrados como líneas muertas del anecdotario o el paisaje de un Estado o una región.

Ante este panorama, es hora de resaltar y apoyar la labor de los bancos de alimentos, fundaciones e instituciones sin ánimo de lucro que diariamente entregan sus esfuerzos y todas sus capacidades en procura de llegar a las comunidades más vulnerables con los productos e insumos que logran obtener de la industria, las cadenas de supermercados, sector agrícola, donaciones de empresas y particulares, eventos sociales y actividades que les brindan apoyo en su quehacer humanitario.

 

Puente entre la carencia y la abundancia

“Lamentablemente, hasta que la gente no ve el hambre o la inseguridad alimentaria de la población que uno tiene al lado es difícil sensibilizarlas sobre esta realidad”, comenta Gabriel Ocampo, líder de proyectos de la Fundación Saciar, uno de los veinte bancos de alimentos que operan en el país en la lucha contra el hambre y la desnutrición.

Los bancos de alimentos inciden en la recuperación de productos alimenticios y en la educación, en el sentido que hay mucha comida que se desperdicia por el tema de los hábitos de consumo, porque cuando se va a un restaurante, por ejemplo, el cliente debería pedir sólo lo que se va a comer, pero normalmente no es así, porque está en el imaginario de las personas que como se tiene el dinero para pagar no hay problema en dejar la mitad de los alimentos para luego botarlos.

En principio, la Fundación Saciar trabaja en sensibilizar a sus donantes en que ese producto que para él es una pérdida o un desperdicio, sea de la industria o del sector agrícola, puede ser consumido por alguien que lo necesita, como es el caso de los niños que sufren hambre por carencias económicas.

En 2019, la Fundación Saciar recogió, aproximadamente, 6.500 toneladas de alimentos que iban a ir a la basura, lo que corresponde a 541 toneladas mensuales y a casi 18 toneladas diarias.

En ese mismo año, Saciar atendió, a través de 744 instituciones de ayuda humanitaria del departamento, a 98.000 personas, en su mayoría niños de la Primera Infancia.

Si bien este banco de alimentos no cuenta con recursos económicos, lo que hace es articular la industria de alimentos, la empresa privada, los campesinos, las instituciones sociales, las empresas y las personas que quieren donar, para finalmente ayudar a esa población que está en riesgo de inseguridad alimentaria. Incluso, la mayoría de las raciones de alimentos son entregadas en el área metropolitana de Medellín, aunque hoy tiene presencia en otras regiones del departamento de Antioquia, dos sedes en Rionegro, ya que el Oriente antioqueño es toda una despensa agrícola, y en el Urabá, además de dos centros de acopio en Sonsón y Urrao, desde donde llega a muchos otros municipios.

Qué hace Saciar con los alimentos

El proceso que Saciar hace con los alimentos que le llegan inicia con la recuperación de los excedentes alimenticios en el origen, que puede ser la industria de alimentos, el sector agrícola o las cadenas de supermercados, luego se realiza la selección y clasificación del producto y finalmente se distribuye a la población beneficiaria en los comedores o mediante la entrega a entidades sociales. Es decir, Saciar es un puente entre la carencia y la abundancia.

Entre sus estrategias de atención directa, este banco de alimentos hace presencia en catorce centros llamados Templos Comedores, que realmente son centros de atención familiar y comunitaria, lugares que en las comunas 8 (Villa Hermosa) y 13 (San Javier) de Medellín se han convertido en “refugios” donde se les brinda desayuno y almuerzo a niños que huyen de la pobreza, la marginación y el desamparo.

Durante la actual situación de emergencia debido a pandemia de la covid-19, el Banco de Alimentos Saciar ha tenido un papel muy activo, se han multiplicado las donaciones por muchas razones, por el aumento de los productos en especie, debido a que muchas empresas debieron cerrar por la contingencia y se habían quedado con sus inventarios, también por las campañas que se hicieron para ayudar a quienes son más vulnerables, además fueron donados algunos recursos para su causa y mediante la innovación de programas en atención alimentaria, por lo que lograron recoger durante estos últimos tres meses 2.500 toneladas de alimentos para beneficiar a 200.000 personas, todas ellas en Antioquia.

Desnutrición crónica en niños de Medellín

La desnutrición crónica influye en el proceso de aprendizaje de un niño.

 

Extremos dañinos

La desnutrición y la ganancia de peso innecesario son los dos extremos de la nutrición que asechan a niños y niñas en Medellín, especialmente a esa población de la Primera Infancia o de los 1.000 días de vida.

Luz Stella Escudero Vásquez, magíster en ciencias de la alimentación y nutrición humana, docente de la Universidad de Antioquia, explica que algo de lo que más preocupa en los infantes de la ciudad son los hábitos alimentarios, y es tal la importancia de una adecuada nutrición en niños menores de 5 años, que se considera como “un seguro de vida” a largo plazo para las personas. “La buena nutrición le asegura el crecimiento y el desarrollo a un niño, y se habla de esos dos factores en sus medidas antropométricas, peso y estatura; como en las esferas del desarrollo, la parte psicomotriz, socioafectiva, su neurodesarrollo, el lenguaje, su expresión y el manejo intelectual”, explicó a EL MUNDO la también nutricionista dietista infantil.

Específicamente en esta edad, se habla de la nutrición en bebés de 0 a 6 meses, en los cuales la recomendación de los expertos es que sólo deben alimentarse con la leche materna, en su defecto leche de fórmula; también de la edad en la que la ingesta de alimentos se clasifica como alimentación de los primeros 1.000 días de vida, desde la gestación hasta los 2 años de edad, y hasta los 5 años.

La profesora sostiene que después del tiempo de la lactancia exclusiva, de 0 a 6 meses, la recomendación hasta el primer año de edad es comenzar a introducir las papillas en la alimentación del bebé, paulatinamente de manera semisólida o sólida con frutas, verduras y carne o pollo; eso sí, sin dejar la ingesta de la leche. Hasta los 2 años, con los alimentos se debe estimular el masticar alimentos en trozos, por ejemplo, con puré de verduras y sopas. De 3 a 5 años, los niños comparten la mesa y se alimentan de lo mismo que sus familiares, pero en cantidades proporcionales; además los lácteos siguen siendo primordiales y deben tomarse al menos dos raciones diarias, y también otros alimentos ricos en calcio y vitamina D, por su aporte vital de micronutrientes. (Ver tabla Micronutrientes).

Importancia de los Micronutrientes

La no ingesta de los alimentos adecuados a la edad o la falta de los mismos a razón de una carencia, trae consecuencias fatales a la primera infancia. Los mayores riesgos son enfrentar la desnutrición crónica o ganar peso innecesario a la edad, que podría convertirse en algún grado de obesidad, ello al no consumir los productos y las porciones adecuadas.

Si hablamos de la primera, “una desnutrición crónica suspende o lentifica mucho la ganancia de talla y hasta puede suceder que el crecimiento en talla se pare, entonces el niño puede quedar con una talla menor a la que potencialmente podría tener a su edad en el caso de buena alimentación”, considera Escudero Vásquez.

Si bien aflige que un niño se enfrente a la desnutrición crónica, lo más alarmante del caso es que esta puede llegar a afectar toda la parte psicomotriz y el neurodesarrollo; entonces al niño se le disminuirá la capacidad intelectual y el desarrollo humano en general, si tenemos niños desnutridos serán niños que no van a aprender igual.

La pérdida de peso por desnutrición, también ataca el sistema de defensas de un niño, son los alimentos la base de las defensas del organismo (Ver tabla Macronutrientes); en ese caso, se trata de un niño que va a tener mayor riesgo de malestares y padecimientos y cuando se enferme tendrá mayor riesgo de complicaciones, “por eso se dice que no es lo mismo una diarrea en un niño bien nutrido que en un niño mal nutrido, el primero se repone rápido y al segundo le puede atacar más la enfermedad, todo se convierte en un círculo vicioso, a más necesidades energéticas y calóricas el niño no tendrá cómo defenderse de los ataques de agentes externos, porque con menos ingreso de energías, calorías, vitaminas y minerales lo que se origina es que tenga menos defensas”, expuso la experta en nutrición infantil.

Importancia de los macronutrientes

Tomando como referencia a la ciudad de Medellín, se indica que, si bien los casos vienen en descenso en los últimos años, aún se siguen presentando casos de infantes en riesgo de desnutrición. Las cifras más recientes corresponden al 2018, de un informe de la Secretaría de Salud, en el que se cifró en el 1.1% los niños entre los 0 y los 5 años que presentaban desnutrición aguda, entre 103.577 niños nacidos para esa época. En ese mismo año, una bebé a punto de cumplir los 12 meses, murió por desnutrición, esa fue la última vez que un niño en la ciudad falleció por esta triste causa.

A diferencia, para el caso de Colombia, el Sivigila (Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública) estimó en 2019 que cada día muere un niño por desnutrición en el país.

“En Medellín se sabe de niños en los estratos más pobres que su única comida al día es la que recibe en hogares infantiles del Icbf o de Buen Comienzo”, reseñó la experta.

No obstante, como ya se había estimado anteriormente, la malnutrición en la primera infancia no sólo se refleja en desnutrición, la ganancia de peso inadecuado, y por consiguiente sobrepeso, también es un indicador de ella.

Luz Stella Escudero Vásquez apunta que “cuando se habla de malnutrición se hace referencia a desnutrición o a sobrepeso, estar mal nutrido puede ser por déficit o por exceso y son igual de riesgosos ambos”.

Estudios de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Facultad de Medicina de la UdeA estiman que el 16% de población de la primera infancia estaría en riesgo por sobrepeso en Medellín. Además, las cifras de 2018 en el último informe de la Secretaría de Salud ubica el riesgo en el 0.7% de niños con obesidad y el 3.8% con sobrepeso.

La tasa de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para 2019 fue de 42 millones de niños menores de 5 años con sobrepeso u obesidad. Aparte, la autoridad de la salud mundial ha hecho énfasis en que lejos de lo que se piensa este dejó de ser un problema asociado a los países de altos ingresos, ya que los países en vías de desarrollo también están siendo afectados en cantidad en los últimos tiempos.

Lo cierto es que ambos, desnutrición y sobrepeso, son problemas que preocupan de igual manera, por lo que es preciso que en las familias exista siempre el deseo de saber cómo alimentar y nutrir mejor a los niños, para lo cual se cuenta hoy con diversas alternativas de apoyo que orientan en la preparación y utilización de todas las fuentes de nutrientes para lograr una buena y sana alimentación.

Beneficiarios Fundación Las Golondrinas.

En la Fundación Las Golondrinas niños y niñas, la mayoría en la primera etapa de la vida, tienen otro seguro de vida, mediante sus programas enfocados a nutrición y prácticas de buenos hábitos.

 

Las Golondrinas, un vuelo de ayuda

La Seguridad Alimentaria y Nutricional en los hogares, enfocada en la Primera Infancia, es pilar del trabajo que realiza la Fundación Las Golondrinas, una institución que nació hace 39 años en Medellín con el propósito de crear un comedor comunitario para niños y un ropero para realizar procesos educativos, dialogar con la comunidad y conocer más de cerca sus necesidades.

Esfuerzo que ha crecido a través del tiempo y que hoy le permite ayudar a más de 28.600 beneficiarios en diez barrios de Medellín y por lo menos 25 municipios de las distintas subregiones de Antioquia y el vecino departamento de Córdoba, hasta donde ha extendido su vuelo acompañando proyectos de Primera Infancia. De hecho, más del 90% del total de los beneficiarios son niños y niñas, y la mayoría de ellos en esa primera etapa de la vida.

Para cumplir esa misión, la Fundación cuenta con 80 Centros infantiles en la Modalidad Institucional y 838 Hogares comunitarios, en los que se reciben a niños y niñas durante ocho horas diarias, de lunes a viernes; así como otros 98 grupos de atención en la Modalidad Desarrollo Infantil en Medio Familiar (Dimf), en los que se realiza un encuentro educativo por semana de cuatro horas.

Y todo eso es posible gracias al apoyo de personas naturales, empresas nacionales e internacionales que se vinculan al programa de voluntariado, a las donaciones económicas, lo planes padrinos (Plan crece conmigo), la cooperación internacional, y las campañas propias como tulas llenas (dándole una segunda vida a las prendas), ventas tipo outlet (Roperos y el evento del escaparate), a través de la Unidad Productiva en Confecciones y también la recolección de útiles escolares, uniformes, calzado, alimentos, campañas navideñas, entre otras.

Esa sumatoria de voluntades es la que le permite a la Fundación ofrecerle a los beneficiarios desayuno, almuerzo y algo mientras están en las instituciones, o los paquetes alimentarios que se entregan a 850 mujeres gestantes y madres en periodo de lactancia, así como a niños y niñas de las áreas rurales que asisten a los encuentros con sus familias una vez por semana.

En esa línea, el Área de Nutrición recibe directrices de las entidades contratantes en cuanto a la calidad y cantidad de las raciones y los paquetes alimentarios que se entregan, pero siempre buscando enriquecerlos, por lo que ha puesto en marcha un proyecto de “Alimentación y Nutrición Consciente”, que está en permanente construcción.

“Consciente, que hace referencia a concientizar, y Consiente, a consentir, a educar con amor, un modelo de intervención que dinamiza la interacción con las familias a través de grupos focales y trabajos individuales mediante los cuales los beneficiarios se autoevalúan e identifican inicialmente las prácticas o hábitos más adecuados que tienen en sus hogares y luego identifican aquellas otras que no son tan beneficiosas para la salud y que pueden repercutir además en el estado nutricional o viceversa”, explica María Susana Yepes Cano, coordinadora del Área de Nutrición.

De esa manera, Las Golondrinas brinda herramientas para mejorar los hábitos alimentarios y promover un estilo de vida saludable, teniendo como premisa que si se logra sembrar e instaurar en las familias esos conocimientos y esas buenas prácticas alimentarias, los niños y niñas van a crecer interiorizando esos hábitos y van a tener jóvenes y adultos con estados nutricionales adecuados y saludables, productivos para la sociedad, disminuyendo trastornos y mejorando las relaciones intrafamiliares.

En esa misma dirección apuntan otros subproyectos de la Fundación que han permitido multiplicar los buenos hábitos y, por consiguiente, los buenos resultados, que se multiplicarán a futuro.

Semillas en el hogar: es una iniciativa mediante la cual se invita a las familias a sembrar sus propios alimentos sin necesidad de tener espacios grandes de tierra, si no por medio de cultivos hidropónicos, en donde se requiere básicamente agua y algunos materiales que se pueden obtener del reciclaje y se pueden ubicar en un pequeño espacio en casa. Así se da un paso importante para que las familias tengan alimentos disponibles, nutritivos y de fácil acceso.

Planeando mi alimentación: otro de los subproyectos de la Fundación que incita a las familias a programar su alimentación generando un menú semanal o quincenal de acuerdo con la periodicidad de provisión de alimentos en el hogar. Se busca que generen una lista de mercado con los alimentos que realmente se van a utilizar en los menús de cada día. Así se puede tener una alimentación balanceada, variada, saludable y sin desperdicios de alimentos. De esta manera, se evita comprar alimentos o productos sólo por publicidad o antojo y se controlan los gastos del hogar.

Comer colores: propuesta que fomenta el consumo de frutas y verduras que fueron producidas en el hogar, que se encuentran en cosecha en los territorios o se pueden adquirir en los mercados. Se motiva a que las familias mínimamente consuman cada día una fruta o verdura de color diferente para obtener mayor variedad de vitaminas y minerales.

Cocinemos juntos: aquí se busca que toda la familia pueda participar en la preparación de los alimentos incluyendo a los niños y niñas en procedimientos seguros y que no sea una labor exclusiva de mamá. De esta manera, se puede compartir en familia, promover el consumo en los niños y niñas de ciertos alimentos que puedan haber presentado rechazo. Son espacios enriquecedores y de aprendizaje en los que también se trabajan en gran medida las prácticas higiénicas para que los alimentos tengan un mayor aprovechamiento biológico.

Comiendo juntos: un espacio en el que se promueve el buen trato y el ejemplo de que con amor se puede educar a los niños y niñas en el consumo tranquilo y completo de los alimentos ofrecidos.

Con estas iniciativas, la Fundación ha logrado abordar los pilares de la Seguridad Alimentaria y Nutricional dando herramientas a las familias para tener alimentos disponibles y la forma de acceder fácilmente a ellos, así como la manera consciente de elegir los alimentos para su hogar, prepararlos de manera saludable e higiénica para que sean aceptados y consumidos por los integrantes de la familia con agrado en espacios protectores y educativos, y que sean aprovechados biológicamente en el organismo.

“Un trabajo enfocado a la Primera Infancia, pero cuyas acciones apuntan al núcleo familiar porque de esta manera realmente podremos impactar positivamente en ellos, al ser la familia nuestro principal maestro y ejemplo en la creación de una conducta alimentaria”, expone la coordinadora del Área de Nutrición.

Y asegura que, “aunque son conscientes de que no pueden impactar en todas las familias y tampoco garantizar que ellas tengan alimentos disponibles en todo momento, cada día, cada semana y cada mes del año entregan el mejor esfuerzo y lo mejor de su talento humano para generar los recursos y los mecanismos que les permitan dejar una huella positiva en ellas”, la mejor forma de multiplicar fuerzas para que a futuro se puedan erradicar el hambre y la desnutrición que hoy son la pandemia que golpea a millones de niñas y niños.
 

 

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