Conozca herramientas para orientar a padres, madres y cuidadores en la protección de sus hijos en la era digital.
María*, una joven madre, se confiesa desesperada. Su hijo, de tan solo 6 años, empezó a presentar comportamientos agresivos en casa, ya no quiere hacer nada más sino estar pegado del PC y la Tablet, a veces también le ha cogido a ella el celular sin permiso y hasta se lo ha escondido para poder jugar con él toda la tarde antes de que su mamá regrese a casa tras terminar la jornada laboral.
Algunos expertos hablan de que la sobreexposición a las pantallas es una “epidemia” que amenaza a los niños en los primeros años de sus vidas. Según la conferencista Viviana Quintero Salgado, psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia, diplomada en comunicación digital estratégica, cada vez hay más estudios concluyentes que afirman que el uso abusivo de las pantallas de móvil y tabletas puede provocar trastornos del lenguaje y el sueño en los más pequeños; además del aislamiento y la baja tolerancia a la frustración.
Por su parte, María ahora es consciente de que cometió un error al exponer a su hijo a las pantallas a temprana edad. No obstante, busca respuestas y orientaciones. Quiere que su pequeño se motive con otras cosas, como salir a jugar al parque, hacer castillos con arena y relacionarse con otros niños de su misma edad.
Pero, el caso de María no es algo extraordinario, para el infortunio de muchos hogares, en el mundo, preocupa hoy en día la exposición a pantallas de bebés, niños y adolescentes, en especial la cantidad de tiempo en la que estos interactúan con televisores, computadores, teléfonos inteligentes, tabletas digitales y videojuegos.
Si nos remontáramos a qué pasaba hace una generación, a los padres les preocupaban los efectos de ver la televisión, y sí, ahora la problemática continúa y se extendió también hacía los dispositivos tecnológicos.
Un estudio de Abcd, la agencia británica para el desarrollo cognitivo del cerebro adolescente, evaluó qué tanto el desarrollo cerebral se ve afectado por varios factores, entre ellos el tiempo frente a las pantallas. Este determinó que pasar mucho tiempo usando pantallas se asocia con calificaciones más bajas en las pruebas de aptitudes y con el proceso natural de “adelgazamiento cortical” en algunos niños (padecimiento que en el cerebro provoca el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, Tdah. Las personas con el Tdah pueden tener problemas para prestar atención, controlar conductas impulsivas, podrían actuar sin pensar en el resultado de sus acciones o pueden ser demasiado activos). Ello recae, además, en malos comportamientos y actos desafiantes en su proceso de crianza.
Pero, ¿cuál es el fondo de la preocupación? En muchos de los casos, los niños no están preparados para el uso de todas estas tecnologías. Y es que son dispositivos e ingenios pensados para adultos que, precisamente, cuando llegan a ellos les dan unos usos que, a veces, los pueden poner en riesgo.
No se puede olvidar que esos dispositivos fueron creados con tecnología como geoposicionamiento satelital, aplicaciones que usan cámaras digitales, tienen mecanismos para compartir archivos y con ellas se pueden realizar videos.
Aquí, María se lamentó, diciendo: “¿Cómo pude estar tan equivocada? De sólo pensar en el peligro al que lo expuse pido a Dios que lo pueda remediar”.
Pero, ¿qué hay con el tema de las edades en la exposición a pantallas? Es necesario sobreponer en la discusión que todo en esta vida tiene su tiempo, los padres deben estar convencidos que sus niños no se van a llegar a traumatizar porque no les entregan ‘tecnologías tempranas’.
Para Viviana, quien también es experta en uso y apropiación de tecnología en contextos familiares, en general los papás piensan que son como unos aviones y no tienen reversa, que si lo hicieron mal lo echaron a perder para toda la eternidad y no es así.
En el caso de María, la experta recomendó conversaciones con los niños que inicien, por ejemplo, con las siguientes frases: “Yo te permití usar celular porque había información que yo no conocía, pero hoy tengo información nueva que hace que te diga que no lo puedes seguir usando”, “cometí un error, y te ofrezco disculpas por eso, pero no vas a seguir usando la Tablet”, “el uso del celular en esta casa va a cambiar. ¿Por qué? Porque puedo estar haciéndote daño si te lo presto desde esta edad tan temprana, más adelante lo vas a tener”, “quiero que sepas que, a partir de este momento, los niños en esta casa van a tener el celular sólo cuando cumplan 14 años”.
De esa forma se establece la norma, se cuenta sobre el error, se repara y se continúa con ella. De hecho, Quintero Salgado valora que en el caso de María se reconozca ese error con su hijo, “porque más allá de sólo aceptar su culpa, enseña a los niños que pueden equivocarse, que cuando se haga mal algo, si hacen un acto de reparación todo tiene remedio”.
María argumenta: “Yo ya lo he intentado, siento que es muy difícil. Entonces, creo que me ha faltado mano dura, también sé que es un niño que nació con el chip tecnológico, ve a su alrededor pantallas y nada más. Deberé ser más dedicada en la norma”.
Sin embargo, ¿qué pasa con los niños cuando sus padres se niegan a comprarles un celular a una edad no indicada? Para Viviana Quintero Salgado, cuando se les explica el por qué no desde edades tempranas, ellos entienden fácilmente la norma, ese es un proceso psicológico denominado internalización de la norma, es así como los niños entienden el por qué no se les dan las cosas. “Muchas veces he visto a papás poner esto en práctica desde edades tempranas hasta que son los mismos niños los que dicen: “Celular no, porque todavía no tengo la edad”.
Si esa es una práctica que se hiciera de manera sistemática y consistente, se aumenta la posibilidad de que los niños entiendan que no va a ser así y que no va a cambiar, que es una norma que se tiene en casa.
Hay muchos padres que se llenan de argumentos y justifican que necesitan que sus hijos tengan celular, especialmente en niños y adolescentes, “es que debe estar comunicado”, “es fundamental para hablar con él cuando yo estoy trabajando”, “es la forma como chequeo que vaya seguro de camino a casa”. Para esos casos, lo que recomiendan los expertos es comprarles Una flecha, un celular solamente para hacer y recibir llamadas, que no tenga la posibilidad de conectarse a internet ni interactuar en redes sociales.
“Una flecha ayuda a que usted se pueda comunicar con sus hijos y, de paso, los mantiene protegidos. No es necesario exponerlos desde una temprana edad a un celular”, aconsejó la consultora en temas asociados con TIC y niñez.
Como las tecnologías llegaron hace ya algún tiempo, y llegaron para quedarse, los expertos ya hablan de los Ciberbebés, niños que se exponen a las pantallas y se conectan a edades muy tempranas.
María recordó que desde muy bebé le puso videos en la tableta a su hijo y para sus dos años ya él solo buscaba sus videos favoritos.
Hay un hecho que sorprende a muchos a partir de ese momento en que los niños empezaron a usar tecnología, y es que es fácil encontrar a menores de un año que no saben hablar, no saben leer, no saben escribir, pero pueden encontrar videos de Pepa Pig, Dora la exploradora o Backyardigans en Youtube. ¿Y eso cómo funciona? Sí, a primera vista es difícil entender por qué pasa eso, y resulta que sucede porque las tecnologías fueron creadas de una forma que es intuitiva, específicamente en su uso, por lo que una persona que interactúe con estas tecnologías, pues va a aprenderlas a usar y le va a ser fácil el manejo.
Lo anterior, en el sentido que nos ocupa, los niños, quiere decir que son una población que tiene en su chip el manejo técnico, pueden manejar bien los dispositivos tecnológicos, no obstante, eso no indica que lo puedan manejar y controlar bien.
“Ellos no tienen las habilidades para manejar la tecnología en forma segura, porque esas se las tenemos que dar nosotros. Aun cuando sean muy buenos en el uso de tecnología, los padres no nos podemos confiar de eso, porque manejarla de forma responsable no es sólo usar el aparato o acceder a los contenidos, es aprender a reconocer esas señales que me alertan si estoy en riesgo”, precisó Viviana Quintero Salgado.
Hay que destacar que para los papás ahí hay una oportunidad, ya que al ser intuitiva, todo adulto que lo cacharreé, con juicio, aprende facilísimo, sin importar qué tecnología sea, algo que pueden usar para su beneficio como papás, para conocer y reconocer mejores usos para cualquier tipo de pantallas.
De los cero a los 2 años, lo que se recomienda es que haya cero pantallas, en ese periodo de la vida es cuando se desarrolla el 90% del cerebro, y depende de cómo se haya hecho para definir la forma como se interactúa con el mundo exterior.
Lo que pasa cuando a un bebé se le pone al frente una pantalla, una Tablet o celular, es que este se queda mirándola y deja de tener interacciones recíprocas, por lo que deja de desarrollar en su cerebro las funciones ejecutivas, que son importantes porque ayudan a controlar las emociones, a mantenerse autorregulados; en otras palabras, son las ordenes cerebrales que permiten que los niños presten atención por tiempos regulados y que, además, aseguran que se tenga un buen proceso de la memoria.
Lo más importante es que las pantallas no interfieran en la vida normal de los niños, el tiempo en familia, el ejercicio o las horas de sueño.
El déficit por hiperactividad que se presenta en muchos niños hoy en día ha sido acuñado al uso de pantallas en menores de dos años. Por lo que si los padres no les entregan a sus bebés una pantalla antes de los dos años, están protegiendo su cerebro para toda la vida.
Continuando con los niños de 2 a 4 años, lo que se recomienda es cero pantallas a la hora de comer, para no generar ningún trastorno alimenticio; pueden estar expuestos a pantallas una hora antes de ir a dormir, para no perturbar su sueño; pero eso sí, solamente en la totalidad una hora al día, ello se refiere a todas las pantallas en general, no es una hora Tablet, una hora celular, una hora PC, una hora TV, no, es una hora en la mezcla de todas ellas.
Pero, ¿por qué no una hora antes de ir a dormir y no a la hora de ir a comer? La neurociencia explica que a esa edad los niños desarrollan algo que se llama mecanismo de saciedad, mediante el cual los humanos saben al comer cuándo ya es suficiente; sin embargo, cuando un niño no desarrolla dicho mecanismo, este no aprende a saber cuándo está satisfecho y empieza a tener trastorno por atracones (un apetito desenfrenado en el que se suelen consumir cantidades extraordinariamente grandes de alimentos y la persona se siente incapaz de parar de comer).
Por el lado del tema del sueño, lo que sucede es que las pantallas de estos dispositivos tienen Luz Azul, L.A., que activa los cetros de vigilia neuronales y mantienen despiertos a los seres humanos.
Los expertos siempre recomiendan preferir el juego y la interacción con el mundo real a exponer a los niños a las pantallas. Aquellos tiempos de antaño, cuando habían niños en las calles o en las aceras en horas de la tarde hasta la noche jugando, corriendo, interactuando con otros niños, eso es mejor que tener a un niño quieto pegado al celular.
Con los Ciberniños, a los 5 años, no es recomendable tener pantallas en las habitaciones. Según un estudio de Red Papaz, los padres en Colombia creen que sus hijos a los 5 años ya están en edad de tener un televisor en sus habitáculos, pero cuando este dispositivo se tiene allí, los niños empiezan a encender las pantallas por las noches y se trasnochan viendo caricaturas; ese es un grave error, la neurociencia también indica que un niño que se trasnocha puede llegar a tener trastorno del aprendizaje, el sueño es el principal mecanismo para fijar o procesar todos los aprendizajes y emociones que se tuvieron durante el día.
Especialmente, en esta edad se puede empezar a promover el uso responsable de pantallas a través de juegos que les permitan a los niños aprender de programación tecnológica. Un recurso a destacar, el sitio web code.org., dedicado a expandir el acceso a ciencias de la computación responsables en hogares y colegios del mundo.
Mientras que a los 6 años los niños pueden ya, bajo supervisión, interactuar con videojuegos.
El riesgo con los videojuegos es que pueden hacer que los niños desarrollen conductas relacionadas con ciberdependencia, entonces se van a enganchar mucho más fácil y más adelante se tendrán graves problemas por desconexión, por lo que se debe regular su uso.
A los 9 años ya pueden acceder solos a internet, pero con acompañamiento permanente. En ello, es importante que los padres definan los sitios a los que pueden ingresar, las interacciones que puedan tener y los contenidos y los horarios que están permitidos en la casa.
Un asunto muy importante es que los padres deben hablar, con plena claridad y confianza, de los contenidos a los que se están expuestos al navegar en internet y de las páginas permitidas.
Con los Ciberadolescentes, a los 13 años se recomienda que sigan entrando a internet con reglas y monitoreo y desde esa edad está permitido el ingreso a redes sociales.
Finalmente, a los 14 años es el momento para entregar el primer Smartphone propio. No se debe desconocer, es un grupo etario importante, porque la interacción con pantallas aumenta drásticamente durante la adolescencia y porque el desarrollo cerebral también se acelera a esa edad; las redes neuronales se definen y consolidan durante la transición a la adultez.
Cabe destacar, el Icbf (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) recomienda a los papás y a las mamás no regalar celulares inteligentes a los niños menores de 14 años. Son muchos los riesgos, hace énfasis la entidad.
*nombre cambiado a petición de la entrevistada.
Una forma de alivianar la ansiedad por el uso de las tecnologías en memores de edad es acostumbrándolos a hablar abiertamente de los riesgos y peligros de la sobreexposición. Sí, así como al interior de los hogares se debe hablar abiertamente de los cambios físicos en niños y niñas al crecer, de las alertas con familiares y desconocidos para evitar abuso sexual o del peligro de recibir objetos o dulces a desconocidos, también los núcleos familiares deben tener más y más conversaciones sobre tecnología.
Por ejemplo, un papá le puede pedir a su niña que le enseñe a utilizar ese juego que tanto disfruta y la puede invitar a que jueguen un rato juntos. También, una mamá se puede sentar al lado de su hijo y observar y entender de qué trata el videojuego al que tanto tiempo le gasta su niño en casa, decirle que quiere aprender a jugarlo. Además, entre las preguntas que pueden detonar una conversación sobre tecnología con los niños está: ¿qué es lo que más te gusta hacer cuando juegas en el celular?, ¿por qué elegiste este juego y este otro no?, ¿con quién juegas, de dónde lo conoces?, ¿quieres que te preste mi celular, para qué?
Y está claro, hacer ese tipo de preguntas a los papás no les ayuda a aprender del tipo de tecnología, lo que necesitan es poder abrir espacios de conversación con sus hijos para orientarlos a cerca de los potenciales riesgos.